Es el colectivo que más negocia con el Gobierno cántabro fuera de la mesa sectorial, para disgusto del resto de organizaciones, pero a la vez es el que más caña le da cuando no cumple con su palabra | Y el pacto de junio es el último detonante
Ya sabía el equipo de Sáenz de Buruaga que al Sindicato Médico es mejor tenerlo como amigo. Y también que tiene la paciencia justa, que la sintonía puede saltar por los aires si los compromisos quedan en papel mojado y que no le tiembla el ... pulso para plantear una huelga –esa amenaza está presente legislatura tras legislatura, independientemente del color político que gobierne–. Y como lo sabía, el equipo de César Pascual ha cuidado la relación con el Sindicato Médico a lo largo de este primer año hasta el punto de enfrentarse al resto de organizaciones sindicales, ofendidas por las negociaciones paralelas al margen de la mesa sectorial –el foro negociador por excelencia en el que tienen su asiento, por orden de mayor a menor representación, CC OO, Satse, ATI, CSIF, Sindicato Médico y UGT–.
Ocurrió en octubre, cuando se llegó al acuerdo para retomar la actividad quirúrgica y de consultas extra por las tardes (las famosas peonadas), después de aceptar la subida del 20% en las tarifas reivindicada por el Sindicato Médico, que negó Raúl Pesquera (PSOE) en su etapa como consejero de Sanidad. En aquellas conversaciones participó directamente la presidenta del Gobierno de Cantabria, consciente de que era un paso imprescindible para activar el plan de choque contra las listas de espera. Ese acuerdo puso los quirófanos a pleno rendimiento, aunque generó la primera oleada de críticas del resto de formaciones sindicales por no haber sido partícipes. Pero fue peccata minuta en comparación con el revuelo y la indignación que trajo consigo la firma del pacto por la sanidad solo con los médicos el pasado mes de junio.
Aquella estampa en la sala de prensa de Peña Herbosa, con las elecciones sindicales en el Servicio Cántabro de Salud a la vuelta de la esquina, levantó ampollas, especialmente entre los miembros de CSIF, que habiendo hecho sus propias aportaciones al borrador no fueron avisados ni invitados a la puesta de largo del pacto, que incluía subidas de 400 euros al mes en cuatro años para los facultativos. En la foto, Buruaga y Pascual, junto al presidente del Colegio de Médicos, Javier Hernández de Sande, y al trío negociador del Sindicato Médico: su vicepresidente,Santiago Raba; el secretario general, Óscar Pascual, y el tesorero, Óscar Ortiz, tres caras conocidas dentro del sector –mucho más populares que su presidente, el urólogo José Campos, que no está liberado ni se prodiga en actos públicos–, que han seguido la estela del mítico Vicente Alonso, ya jubilado. Ahí la relación iba viento en popa, aunque, eso sí, tuvo que salir el consejero a calmar los ánimos del resto de organizaciones, prometiendo mejoras salariales para todas las categorías, no solo para los facultativos.
Las claves
Negociaciones
El acuerdo para retomar la actividad quirúrgica extra, con la subida del 20%, lo negoció la propia Buruaga
Pacto sanitario
CSIF había participado en el borrador, pero no fue invitado a la firma, y Satse rechazó la oferta planteada
Pero solo tres meses después, esa relación bien avenida entre Sanidad y el Sindicato Médico parece haberse esfumado (al menos públicamente), mientras la Consejería retoma las conversaciones con las otras formaciones para concretar su parte del acuerdo (la tabla de subidas retributivas). Una ruptura plasmada en otra fotografía: la de los tres líderes sindicales en rueda de prensa, criticando las condiciones laborales y la falta de respeto al colectivo médico por parte de la Administración, y desaconsejando a los jóvenes que acaban de salir del MIR que se queden a trabajar en Cantabria. Un jarro de agua fría en los despachos de Federico Vial, donde eran conscientes de que el ambiente estaba enturbiado por el retraso en la aplicación del pacto de junio –el primer aviso fue que abandonaran la mesa sectorial del 11 de septiembre–, pero desde donde se pedía paciencia a sus interlocutores. Incluso el propio consejero les había pedido tiempo para buscar el encaje legal en las nóminas de las mejoras prometidas.
Mensaje desalentador
No contaban, para nada, con la reacción de su aliado-asesor, que también había negociado semanas atrás con Sanidad las condiciones de las nuevas plazas de médico de familia sin cupo asignado, la novedosa oferta con la que Cantabria aspira a retener a los MIR recién acabados para reforzar la Atención Primaria, con un salario bruto de más de 61.000 euros al año. Fue el propio Raba el que anunció esta semana que impugnará la orden de creación de esas plazas de «sustitutos propietarios», que «nada tienen que ver con lo pactado con el Sindicato Médico», y quien lanzó ese mensaje desalentador para los nuevos doctores. Y lo hace en un momento crítico, pues todas las comunidades están en plena batalla por captar profesionales, sobre todo para los centros de salud. En Cantabria hay al menos 27 médicos de familia, de los 33 que terminaron el martes la residencia, dispuestos a trabajar en el SCS si la oferta les convence.
Raba siempre defiende que «somos un sindicato independiente que, ante todo, lucha por los derechos de la profesión». Y no se conforma con hacerlo en la mesa sectorial, sino que prefiere (y exige incluso) abordar sus reivindicaciones cara a cara con quienes tienen que buscar soluciones. Y si los interlocutores fallan, que es una de sus quejas más repetidas, pide ceses por inoperancia –como lleva meses haciendo con la Gerencia de Atención Primaria (han caído el director médico y el gerente)–. Criticado a veces también por sus mensajes incisivos y su manejo de la presión, cierto es que el Sindicato Médico no consigue todo lo que pide. Pero casi. Y si lo nómina de noviembre de los 2.200 médicos del SCS llega con una subida de mil euros por el retraso de la aplicación del pacto sanitario... será el último ejemplo.
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