Secciones
Servicios
Destacamos
Es Mateo el único de los cuatro evangelistas canónicos que menciona que unos ‘magoi’ (el plural del griego ‘magos’, de donde viene nuestra palabra ‘mago’) fueron guiados por una estrella hasta Belén de Judá para adorar al niño Jesús. ‘De Judá’ es un añadido ... importante, porque había otra Belén en Galilea y Jesús de Nazaret era notoriamente galileo, pero solo la Belén del sur estaba vinculada a la dinastía del rey David y a una profecía mesiánica. Los magos o sabios venían del este y le contaron a Herodes el Grande, rey de Judea, entonces un reino cliente del imperio romano, que el astro anunciaba el nacimiento del ‘rey de los judíos’ (‘basileus ton ioudaion’). Llegados a Belén, entraron en la casa donde estaba el niño y le regalaron oro, incienso y mirra (‘chryson kai líbanon kai smyrnan’).
La mirra se usaba para ungir, y no olvidemos que la unción era el signo del esperado rey de Israel: ‘mesías’ quiere decir ‘ungido’, en griego ‘christós’, y de ahí el nombre completo de Jesús en los evangelios, Iesoús Christós, ‘Jesús Ungido’. El oro de los magos era un símbolo de la realeza de su destinatario. En cuanto al incienso, su empleo aromático en rituales podía remontarse bíblicamente al propio Moisés.
El evangelio de San Mateo es, de todos, el que mayores conexiones establece con la vida política, empezando porque el propio apóstol fue reclutado para la nueva fe cuando trabajaba como recaudador de impuestos para Herodes Antipas, uno de los hijos de Herodes el Grande. Este evangelista, o el equipo de redacción ‘matea’, pone mucho cuidado en mostrar cómo la aparición de Jesús se correspondía con las profecías mesiánicas de lo que nosotros llamamos Antiguo Testamento, pero que entonces (cuando aún no existía el ‘Nuevo’) era simplemente la traducción griega (la Septuaginta) de la Biblia hebrea-aramea (el Tanaj).
Aparte del mensaje universal en clave espiritual, Mateo comunica también a sus coetáneos, a través de la historia de los magos, la idea de que hubo signos especiales de reconocimiento de la categoría regia de Jesús de Nazaret. La audiencia específica de este mensaje parecen ser los judíos que dudaban de que Jesús hubiera sido verdaderamente el mesías profetizado en el Tanaj. Como se sabe, en la época de redacción de evangelios (canónicos o apócrifos) hubo dos enormes rebeliones judías de tipo mesiánico, en el siglo I contra Nerón y en el II contra Adriano, que desembocaron en la destrucción de Jerusalén y en la Diáspora. Por tanto, no eran sólo (aunque también) disputas teológicas, sino que afectaban a la expectativa política total.
La política moderna también muestra muchos rasgos mesiánicos. Hispanoamérica está saliendo ahora de un periodo de mesianismo en que los líderes populistas pretendían poner las materias primas patrias al servicio de la igualdad social, aunque luego terminan acusando a Portugal de robarles los jamones navideños. En las democracias más consolidadas no faltan los iluminados que lo resolverían todo con cuatro medidas simplistas, como los adalides del Brexit o los ultras de AfD, pero lo más frecuente es que los políticos traten de comportarse como los Reyes Magos, en una suerte de mesianismo indirecto y tecnocrático.
Nos ofrecen el oro, en primer término. No encontrará un programa regional que no prometa y augure la Cornucopia para Cantabria. La realidad es que la mayoría de los servicios de estudios económicos pronostican que seguiremos creciendo por debajo de la media española en 2018. Nuestro ‘cantacoin’ virtual aún no cotiza al alza entre los entendidos.
Nos ofrecen incienso, en segundo lugar. Todo es por y para el ciudadano, el pueblo, la patriuca, el soberano de la urna. Incluso el transfuguismo se redime como humo de incienso al imaginario megasujeto. Grave error el del político de Cantabria que ofenda al colectivo rey de la papeleta, el dios Demos. Severamente castigado será, que diría el maestro Yoda.
Y nos untan con mirra, finalmente. La ficción es que nos están ungiendo, la realidad es que están de campaña: inauguraciones, aperturas, visitas, licitaciones… Señales inequívocas de lo mucho que nos merecemos y de que la política está a nuestro servicio como el mago mesopotámico lo estaba al de la realeza. ‘Every man a king’, cada hombre un rey, era el eslogan del senador populista de Luisiana Huey Long en 1934.
En realidad, como el rey es simultáneamente niño, el trato deferente al monarca esconde el trato condescendiente al infante. A veces hasta el mandamás se llama ‘Maduro’, para que quede claro que los demás están demasiado tiernos. Mientras Papá Noel es solamente un gran almacén descendiendo por el tubo de la chimenea, los Reyes Magos son la metáfora misma del agónico ‘to be or not to be’ del político: ¿me votarán si los trato como a reyes, o más bien si los trato como a niños? Llegan los políticos cántabros a jubilarse sin haber superado este síndrome. Es que se lo ponemos de un difícil…
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.