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La región ha vivido 36 horas trágicas en siniestralidad laboral esta semana: el lunes, dos camioneros perdían la vida en sendos accidentes en Ontón y Valdáliga, y este martes, un operario que manipulaba una máquina ha fallecido tras ser aplastado por una máquina ... que cargaba en un camión. Estos tres trabajadores, hombres, han sido las últimas víctimas de accidentes laborales en Cantabria. Hasta este jueves, son 11 las personas que han muerto en sus puestos de trabajo, la misma cifra registrada al cierre de los dos años anteriores.
Pero la voz de alerta llega por la siniestralidad laboral general. Hasta el mes de octubre, Cantabria ha registrado 7.830 accidentes laborales, un 63% más que en el mismo periodo del año pasado y que dibuja una tendencia al alza alarmante para los principales sindicatos de Cantabria. De hecho, aun siendo una cifra provisional y parcial, ya es la más alta desde 2016, según las estadísticas del Ministerio de Trabajo y Economía Social.
Para CCOO, es grave que «el aumento de la siniestralidad laboral no remita, sino todo lo contrario». Dentro de la tipología de accidentes, los que más crecen son los que se producen en el puesto de trabajo, un 71% más en comparación con 2021.
«La siniestralidad laboral está absolutamente desbocada desde hace varios meses y por eso reiteramos, una vez más, que es urgente tomárselo en serio», arguye Laura Lombilla, secretaria de Salud Laboral de CCOO de Cantabria. Tal es así que los números de los primeros nueve meses del año ya son un 16% mayores que los acumulados durante todo el año anterior, lo que hace prever un cierre de 2022 con cifras preocupantes para los sindicatos.
Desde UGT, Martín Calonge se vale del índice de siniestralidad, que deja mal parada a la región. Cantabria tiene el tercer mayor indicador, una cifra que establece la relación entre el número de accidentes y la cantidad de empleados expuestos al riesgo. El índice interanual se sitúa en 4.051, solo superado por los 4.576 de Baleares y los 4.186 de La Rioja. Además, en solo un año, este valor ha crecido un 48,6% en la región, el aumento más elevado de toda España.
Aunque los siniestros mortales en el trabajo representan una minoría del total, Calonge incide un punto «esencial»: todas las muertes laborales de 2022 se han dado en tiempo de servicio en el trabajo y no 'in itinere', lo que deja claro para UGT que «no hay suficientes medidas preventivas» en los puestos. Este aspecto representa una diferencia sustancial con el año anterior, cuando, de los 11 totales, hubo 3 fallecimientos in itinere.
Los organismos internacionales han alertado sobre la alta siniestralidad laboral que tiene España en el conjunto de Europa. También lo hacen otros sindicatos regionales, que califican la cifra en la región como «insostenible» y recuerdan que «nadie debería morir en el trabajo». Para ello, indica Laura Lombilla, desde CCOO de Cantabria, «es fundamental que las empresas tomen todas las medidas que sean necesarias para evitar accidentes».
Para Lombilla, la alta siniestralidad «sigue ligada a unas deficientes condiciones de trabajo que ponen en riesgo la salud y la vida de trabajadores y trabajadoras». Añade que «no se puede obviar esta realidad y se debe situar la salud en el trabajo como una prioridad política, social y empresarial para que nadie acuda al trabajo y pierda la salud y la vida».
Por su parte, Martín Calonge resalta la mayor incidencia que se da este año en el sector servicios, no solo en Cantabria sino en todo el país, «donde hay una media de 2,5 muertes al día» y cuyas razones van ligadas, en muchas ocasiones, «a infartos y derrames cerebrales» reconocidos, es decir, «que hubo una causa-efecto» y una relación directa entre los ritmos de trabajo y el desenlace final. Este aumento se da, a juicio de Calonge, por la «precarización del trabajo, los ritmos que hay y la poca atención a los riesgos psicosociales que inciden en la carga del trabajo, si existe monotonía en el puesto o no y los niveles de exigencia».
Además, en este sector detectan la existencia del «modelo importado de Alemania de los minijobs», basados en contratos de muy pocas horas diarias, lo que obliga a los trabajadores a «simultanear dos trabajos, y por tanto andan siempre deprisa y corriendo», una realidad que afecta especialmente a las mujeres.
Las exigencias desde los sindicatos son claras: mayor prevención, atención a los riesgos y condiciones adecuadas para realizar el trabajo. «Se exige, en definitiva, que se cumpla la Ley de Prevención y todos los Reales Decretos que la desarrollan» porque, actualmente, «hay un claro incumplimiento de la normativa», denuncia Calonge.
«Se están cumpliendo las apariencias con papeleo, pero la prevención no está hecha», añade, y por ello se nota en las cifras que, «se está volviendo a situaciones de hace décadas, en que las máquinas no tenían mantenimiento o se dan los llamados accidentes clásicos», esos siniestros que no deberían existir porque ya están superados, como las caídas en altura.
Por último, Calonge visibiliza la realidad en las micropymes, empresas con dos o tres trabajadores, donde no hay presencia sindical y no existen figuras que den orientación, prevención y revisen las condiciones de trabajo. Para ello, piden la existencia de un delegado territorial de prevención que realice estas tareas y evite siniestros laborales en este tipo de empresas.
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