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«No he venido a intentarlo, he venido a conseguirlo». El mensaje no puede ser más contundente. La nueva gerente del Servicio Cántabro de Salud (SCS), Celia Gómez (León, 1963), se declara «optimista por naturaleza»: «Uno no puede abordar una responsabilidad de estas sin pensar ... que puede cambiar las cosas». Su prioridad es implantar un nuevo modelo de Atención Primaria, que está «en una situación crítica. Hay que romper el puzle y volver a montarlo». Y para encajar las piezas tiene claro que necesita la ayuda de los profesionales. «Sin ellos, será imposible». Licenciada en Económicas y Empresariales por la Universidad de Oviedo, viene de gestionar el servicio de salud andaluz, quince veces mayor que el de Cantabria; aunque comparten los problemas –como falta de profesionales y listas de espera–, opina que el tamaño juega a favor del cambio que busca.
–Tras estos meses de puesta al día, ¿qué diagnóstico hace del SCS?
–En general, bien dotado de profesionales y tecnología, aunque siempre cabalgamos más rápido que la economía. Los servicios sanitarios vertebran el territorio para darle acceso a la población viva donde viva y eso es complicado de mantener en el tiempo cuando tenemos déficit de médicos de familia y pediatras, y hasta de enfermeras cuando llega el verano. Es un reto complejo, pero desde la Dirección tenemos que ir afrontando los cambios y mantener la respuesta con los servicios. El uso de las tecnologías nos puede ayudar a resolver problemas que con la presencia física es imposible de mantener.
–En esa adaptación de Atención Primaria ante la falta de profesionales, ¿se plantea cerrar consultorios, concentrar profesionales en los centros cabecera…?
–La solución hay que verla con los profesionales que conocen de primera mano los problemas. Por eso tenemos dos grupos de trabajo en marcha, uno de Pediatría y otro de Atención Primaria. La primera parte es analizar cómo tenemos distribuidos los recursos. Hay pueblos que crecen y necesitan más, pero los que descienden, no desaparecen, por lo que tenemos que mantener un nivel adecuado de servicios públicos para que no se vacíen. En algunos pueblos pequeños un médico todos los días no se puede mantener, sino que atiende también poblaciones cercanas. Eso implica condiciones de trabajo más difíciles. Esa combinación es un equilibrio complejo. No queremos tomar decisiones precipitadas. Sabemos que es muy complicado revisar servicios a la baja. Podemos encontrar mejores soluciones. No se trata de poner más recursos, sino de organizar mejor.
–¿Para cuándo habrá conclusiones de esas mesas de trabajo?
–Espero que pronto.
–Ese 'hay que hacer' es como un mantra que se queda ahí y al final el problema se mantiene, a juzgar por las críticas de los médicos…
–Es como un bucle… genera más desgaste, más presión, más bajas y al final es una rueda en la que a veces falta uno de cada cuatro de la plantilla. En pediatría partimos de un modelo de la reforma de la Atención Primaria de los años ochenta, cuando había un exceso de oferta de trabajo. Esos profesionales están jubilándose ahora y no tenemos reemplazo. Nuestro éxito se nos está viniendo encima. También deberíamos formar a la población para tener una demanda más ordenada, porque un alto porcentaje de consultas son banales. Cómo podemos hacer que el tiempo del médico se dedique a consulta médica pura y dura. Debemos explicar mejor la cartera de servicios de enfermería, porque tres de cada cuatro problemas que se ven en Primaria se refieren a cuidados de pacientes crónicos. Se trata de un cambio cultural, que la población diga 'voy a pedir cita con la enfermera'.
–Que la población tenga asignada en su tarjeta su enfermera de referencia fue otra promesa de la legislatura pasada. ¿En qué punto está?
–No se ha hecho, porque hay que adaptar los sistemas de información. Pero ya hay centros en los que se trabaja desde hace tiempo así. La mejor solución es la gestión compartida de la demanda (entre médicos y enfermería). Los pacientes son de todos.
–¿Fue un error plantear esa solución sin contar con la enfermería?
–Eso parece. A veces los momentos y los entornos llevan las cosas por un camino que después cuesta recuperar. Pero en los diferentes colectivos con los que he hablado he visto voluntad de llegar a un entendimiento y de olvidarnos del cómo se hizo y hablar del fondo: cómo queremos que funcione la Atención Primaria. Cada vez que hay conflicto, la calidad de la atención es peor, y es la parte que más me preocupa.
–¿Esa gestión de la demanda que contente a todos llegará en 2020?
–Yo se lo he pedido a los Reyes. Si hay voluntad, es posible.A priori por número de profesionales estamos en una ratio que nos sitúa en muy buena posición, es verdad que la dispersión a veces distorsiona, organicémonos mejor para dar mejor atención a la ciudadanía y tener mayor satisfacción profesional.
–Los profesionales deAtención Primaria hablan de desmotivación e incluso se sienten «mal tratados» por la Gerencia, ¿qué les diría?
–Les animaría a participar en la construcción de un nuevo modelo de Atención Primaria. Todo es cambiable, hay que poner la mente abierta. Si no es un trabajo compartido por todos, no va a cambiar. Hay que romper el puzle y volver a montarlo. Tenemos la ventaja del tamaño para que las cosas se hagan más rápido; aunque también tiene el inconveniente de que un problema se contagia rápidamente. Vamos a ver si lo que contagiamos es lo bueno.
–¿Es su objetivo número uno?
–Ahora mismo el gran reto es la Atención Primaria, es lo más urgente, porque estamos en una situación crítica, que empezará a revertir a mediados de la próxima década.
–¿Les está pidiendo más tiempo y paciencia a los profesionales?
–Las cosas no se cambian porque al consejero o a la gerente se le ocurre un nuevo modelo y lo ponemos en un papel, esto es una práctica de las personas. Ojalá alguien hubiera dado ya con la tecla de esa palanca de cambio. Tendremos que ver cómo otros países solucionan este problema, aunque nosotros tenemos un modelo que es único en el mundo.
–¿En ese nuevo modelo se prescinde de los pediatras, que ya se ven 'en peligro de extinción'?
–Bueno, vamos a ver qué nos dice el grupo de trabajo. Tener pediatras en los centros de salud es un modelo 'made in Spain'. Creo que tiene que haber una mayor comunicación de la pediatría hospitalaria y de Atención Primaria para casos complejos. Eso tiene que tener un engranaje con la medicina de familia y enfermería. No siempre tiene que estar en el momento de la atención a un niño el pediatra. Los médicos de familia están formados para atender los problemas de salud en cualquier edad, y saben si los tienen que derivar a un pediatra o no. Lo que tenemos que hacer es una buena atención pediátrica. Garantizar que los hospitales están bien cubiertos para atender partos, neonatos y problemas de salud graves, y organizar el programa del niño sano. Pero intentar cubrir todo el territorio con pediatras es agotador para los profesionales, un imposible. Hay que organizarlo de forma sensata y no generar falsas expectativas a la población, los recursos son limitados.
–Antes ha hablado del efecto contagio, tiene un foco de conflicto en Laredo y los SUAP molestos por las negativas de los permisos de Navidad, ¿teme que se complique la situación de cara a una de las épocas del año más intensas?
–Bueno... el contagio está presente, estamos haciendo un trabajo de planificación de este periodo y lo que pueda venir con la gripe, en la que podamos tener respuesta, sobre todo en lugares donde tenemos solo un profesional.De tal forma que si surge un problema, haya un plan b o c. No es fácil. Es adelantarnos al problema e informar a la población, que sepa cuándo está su médico y en caso de que no esté cuando le necesite, a dónde tiene que acudir o a quién llamar. Se trata de organizar lo que tenemos. Lo demás es no ser realistas.
–Se ha encontrado las listas de espera en el peor momento, ¿qué se va a hacer para acortarlas?
–El objetivo de legislatura es reducir la espera de más de seis meses, porque lista hay y tiene que haber para poder programar y porque es la esencia del sistema nacional de salud. La clave está en acortar la demora media y, a poder ser, la máxima. Tenemos una gran seguridad de que todos los procesos graves (oncológicos, cardiacos...) se atienden en tiempo. Ahí vamos a ser lo más exigentes posibles. Hay otras situaciones, que aunque no sean graves, comprometen la movilidad e incluso el trabajo, y es ahí donde hay que actuar.
–¿Cuánto tiempo tardará en recuperarse la lista de espera a la situación previa a las oposiciones?
–Ojalá lo consigamos en un año o dos, pero no podemos ponerlo fecha. Contamos con la obra de los quirófanos de Laredo, que ha tenido problemas con la licencia, que nos ha retrasado. Se hará más cirugía de tarde, de jornada ordinaria, dentro de la limitación de profesionales que tenemos. Son pequeños elementos que pueden ayudar a recuperar cifras similares al punto de partida de diciembre de 2018.
–¿Es más grave la situación de consultas y pruebas diagnósticas?
–Me preocupa más la espera para una primera consulta que la de quirófano (donde el paciente ya está diagnosticado y se sabe la intervención que necesita). Es mayor el problema cuando hay demora para tener ese diagnóstico.
–La lista de espera de resonancia magnética está disparada ¿Se prevé ampliar el horario a las noches, como plantea Radiodiagnóstico?
–Tanto en consultas como en pruebas diagnósticas se plantea ampliar horarios. Se está trabajando en esa posibilidad en todos los servicios en los que haya demora. Más que la noche, lo que planteamos es utilizar los sábados y los domingos.
–¿Han corrido peligro las nóminas de los trabajadores del SCS?
–No. A final de año tienes que ir ajustando los saldos pendientes del presupuesto para atender dónde los tienes que poner. Si te falta de un lado, lo pones de otro. Es lo habitual.
–Después de la tensión de la legislatura pasada entre Sanidad y Smart Hospital (Ferrovial-SIEC), ¿ha llegado la paz a ese «matrimonio condenado a entenderse»?
–Como en casi toda relación de pareja siempre hay tensiones. El contrato establece los mecanismos en los que nos tenemos que coordinar y entendernos, es un elemento que compartimos de gestión de Valdecilla. Se ha revitalizado la comisión mixta. Otra cosa es que existan diferentes interpretaciones del marco común.Sí que tenemos voluntad de resolverlas, no de ir a los tribunales. Antes de presentar la demanda de divorcio vamos a sentarnos a hablar.
–¿Cuántos contenciosos tienen pendientes de resolución?
–No sé el dato, un número importante. Hay debate en al menos una docena de materias. Creo que es mejor resolverlo en la mesa antes de que nos dé la solución un juez.
–¿Esa disposición a entenderse se está traduciendo en una reducción de las penalizaciones?
–Es un tema que está pendiente de resolver, estamos desbrozando cómo abrir el camino. Si hay incumplimiento tiene que haber penalización, y hacerlo dentro de un criterio de racionalidad, no queremos hacer negocio con esto. Es una colaboración público-privada, si no hay un equilibrio financiero al final es un problema también para nosotros, pero tenemos que tener claras las reglas del juego.
–¿Ha habido avances sobre el centro de terapia de protones?
–No. Tiene su complejidad de organización, porque la cartera básica del sistema de salud establece unos procedimientos para prestaciones adicionales que habría que cumplir, y si no buscar otro modelo diferente. La sanidad cántabra es muy abierta a aventuras y a innovaciones, pero hay que movernos en los marcos normativos y legales. Tras ese primer debate de cómo articularlo, no ha habido avances, lo cual no significa que no se vaya a abordar.
–¿No teme que la oportunidad se escape?
–Es complicado de contestar, pero yo creo que no.
–¿Se han hallado irregularidades en la auditoría a Ambuibérica?
–Hasta que no tenga el informe cerrado no puedo decirlo, pero por lo que me han trasladado, no.
–Desde la plantilla se denunció falta de control a la empresa.
–Eso no es cierto, puede haber habido más o menos exhaustivo, pero sí que se hacían las revisiones.
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