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A Nur Levi (Madrid, 1979) la pasión por la interpretación y la danza se le coló hasta los huesos siendo una niña. Hoy es actriz ... y productora teatral. Para ella no había mejor plan que volver a casa después del colegio, «en el salón había clases de interpretación todos los días. Era apasionante», recuerda. Su madre es la actriz y directora teatral Cristina Rota. Sus sueños de pequeña eran tan dispares como los de la danza y la arqueología. Empezó siendo bailarina y después actriz, pero «llegué a ir a Londres a hacer una entrevista en la universidad de UCL, donde fui admitida para estudiar Arqueología, pero al regresar a Madrid la interpretación se terminó por colar en mi vida y me enganchó para siempre». Casada con el músico Alejandro Pelayo (componente del grupo Marlango), la historia de su infancia se repite, ahora con sus dos hijos, «han crecido con la música, la interpretación y el deporte como parte de su día a día». Sus veranos transcurren en Santander, aunque afirma que ella es más de viajar y conocer mundo que de echar raíces en un lugar fijo.
-La pasión por la interpretación de una madre (la actriz y directora teatral, Cristina Rota) bastó para que sus tres hijos (usted y sus hermanos María y Juan Diego Botto), siguieran sus pasos.
-La nuestra es una profesión vocacional y cada uno se acerca al oficio de actor/actriz a su manera. En nuestro caso lo hemos tenido muy cerca por nuestra madre. Cuando era pequeña mi madre tenía su escuela de interpretación en el salón de casa, en la calle Álvarez Gato, en Madrid. Para mí era como si todos los días fueran una fiesta. Hacía los deberes y después iba al encuentro de los alumnos. Había días que me dejaban colarme en las clases y los que no, me sentaba en un banquito, a cotillear cómo las daban. Confieso que he conseguido un buen equilibrio en mi profesión, el que me da la interpretación, y, a la vez, la producción.
-En este momento está con la segunda producción de la obra de teatro 'Una noche sin luna', con su hermano, Juan Diego Botto. Empiezan la gira en noviembre. ¿Negocios y familia se compaginan bien? ¿En qué consiste su trabajo?
-Lo compaginamos estupendamente porque nos conocemos, nos respetamos, tenemos mucho terreno ganado a la hora de trabajar. En este momento estamos preparando un nuevo proyecto teatral, 'Una noche sin luna', dirigido por Sergio Peris-Mencheta y escrito e interpretado por Juan Diego Botto. Es un espectáculo producido por La Rota Producciones, Barco Pirata Producciones y Concha Busto Producción y Distribución. Mi labor es de dirección de producción. Comenzamos la gira en el Teatro Principal de Vitoria, el 13 de noviembre. En Madrid entramos en el Teatro Español el 17 de junio de 2021.
-El arte, en general, está sufriendo mucho con esta crisis sanitaria. ¿Siente vértigo por lo que pueda ocurrir con su obra?
-La pandemia nos está colocando a todos los sectores en una situación difícil. Pero juega a nuestro favor que en nuestra profesión el vértigo es algo a lo que estamos acostumbrados. Sin embargo, esta, sin duda, es una situación nueva para todos. En nuestro caso la pandemia nos ha obligado a todos a arrimar el hombro. Tenemos varios frentes: la Escuela de Interpretación Cristina Rota, la Sala Mirador, en Madrid, y la producción teatral que estrenamos en noviembre. Tenemos claro lo importante que es en este momento tener capacidad para adaptarnos a la situación que se presenta. Hay que intentar estar preparado para todos los escenarios posibles, tanto si se vuelven a tomar medidas más restrictivas, debido a la pandemia, como si todo sigue su curso.
-Casada con el músico Alejandro Pelayo, miembro del grupo Marlango, madre de dos hijos, ¿cuadrar las agendas puede suponer una obra de ingeniería?
-¡A veces supone una obra de ingeniería, sin duda! Imagino que como para cualquier otra pareja con hijos. Se puede decir que soy productora teatral y también familiar (risas). Siempre he sido organizada, desde el colegio. Quizá no tanto durante unas vacaciones, donde todo sale de manera más espontánea.
-Su marido nació en Santander y aquí tienen una casa, donde han pasado el confinamiento. Él confesó a este periódico que su sueño es tener una casa en Villacarriedo. ¿El suyo?
-Mi sueño, más que tener una casa en algún lugar, es viajar mucho y compartirlo con mi familia. Pero me parece que voy a tener que esperar un poco para ello, dada la actual situación. Vengo de una familia inmigrante. Nací en Madrid, pero mi madre es argentina. No tengo sentimiento de pertenencia a un lugar concreto. No siento que tenga que volver a ningún sitio.
-¿Ha actuado alguna vez en Santander? ¿Dónde le gustaría hacerlo y qué representaría?
-He actuado en el Palacio de Festivales, en el teatro de la Universidad Internacional Menéndez Pelayo y en el teatro de la Fundación Caja Cantabria. ¡Repetiría encantada en los tres espacios!
-Es una buena conocedora de la gastronomía cántabra. Dígame un restaurante de Cantabria que le haya sorprendido últimamente por su comida y ambiente.
-Soy muy fan de la gastronomía cántabra. Me encantan lugares como Casa Sampedro, en Adarzo; Las Piscinas, en Villacarriedo, y La Magnolia, El Marucho o Deluz, en Santander.
-¿Cómo ve el panorama cántabro cultural? ¿Qué le añadiría?
-Me parece excelente, tanto en arte o música como teatro y danza. ¿Qué le añadiría? Quizá más variedad en la programación de artes escénicas y danza. Hay compañías de mucha calidad.
-¿Se ha atrevido alguna vez a hacer un dueto con su marido?
-Hemos trabajado juntos en algunos proyectos musicales, y seguimos trabajando en nuevos.
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