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CONSUELO DE LA PEÑA
SANTANDER.
Sábado, 30 de marzo 2019, 07:55
De haber seguido la estela familiar, Eduardo Echevarría (Villanueva de Villaescusa, 1952) habría sido carnicero. Lo fue su abuelo, lo fue su padre y lo son sus primos que regentan la carnicería que lleva su apellido en La Concha de Villaescusa. Pero el recién ... nombrado delegado del Gobierno en Cantabria cambió el cuchillo de matarife por la ingeniería y los laboratorios en las instalaciones de la empresa Candesa, en Herrera de Camargo, donde se jubiló.
Pero fue su paso por el colegio de los Escolapios, en Villacarriedo, lo que forjó su carácter prusiano, cuyas virtudes de coraje, valentía, disciplina, dureza y rectitud le adornan. En los viejos muros del centro carredano, de donde salieron personajes ilustres como el biólogo Augusto José González de Linares, el poeta español León Felipe, el banquero Emilio Botín (el viejo) o el cardenal De la Lastra y Cuesta, que participó en el Concilio Vaticano, Echevarría recibió la formación humana y académica que definió una forma de ser. «Es un hombre de unos conceptos éticos a prueba de bomba, muy leal a sus convicciones e ideas, a su partido y a sus amigos, caracterizado por la prudencia», le define Javier Santamaría, actual candidato a la alcaldía de Villaescusa.
Fuera de los meses de colegio pasó su juventud en su pueblo natal ajeno a los movimientos políticos hasta que la Agrupación Socialista de su municipio, inmersa en un proceso de renovación, le buscó para liderar el cambio, y el joven ingeniero se dejó querer. Aunque en las últimas semanas en los mentideros de la política regional se dice que en su época más tierna militó en formaciones falangistas y en la antigua Alianza Popular, su entorno más directo lo niega: «Es una 'fake news'» (noticia falsa), aseguran, aunque el aludido calla.
En las elecciones municipales de 1987 encabezó la lista socialista y salió elegido alcalde, un cargo que ocupó durante 21 años y del que fue apeado en 2008 en virtud de la moción de censura que le plantearon el PP y el PRC, unidos en comandita para echar abajo al perenne regidor municipal. Echevarría había ganado las elecciones, pero perdió la mayoría absoluta y pactó con el PRC, que a la sazón tenía dos concejales. El maridaje no cuajó y la popular Almudena Gutiérrez encabezó una moción de censura que apoyaron los regionalistas, desalojando a Echevarría del poder municipal.
Son heridas que no cierran nunca y la pinza de regionalistas y populares desencadenó una inusitada crispación en el Ayuntamiento, un clima enrevesado y perverso que ha anidado en el Consistorio hasta nuestros días. El enfrentamiento traspasó las paredes municipales para trasladarse a los juzgados, donde unos y otros protagonizaron distintas refriegas judiciales.
La alcaldesa popular le colocó ante la Justicia y le acusó de un delito de prevaricación por supuestas irregularidades en once expedientes entre 1990 y 2007, un asunto que finalmente zanjó la Audiencia de Cantabria con el archivo del caso. Esta contingencia puso a prueba su «fortaleza de carácter», y Echevarría buscó refugio en su esposa, María Ángeles Calderón, y en sus hijos Raquel, Sara y Daniel. Pero también desencadenó en el socialista una ofensiva judicial contra sus rivales políticos.
Un compañero de partido, no precisamente de su cuerda, recuerda que el abogado del PSOE, Manuel Castro, trabajaba casi en exclusiva para Echevarría, a quien define como una «persona muy litigante, un buscapleitos en toda regla. Si hay algo que no le gusta en el Ayuntamiento, lo consigue de una manera o de otra, y no tiene reparos en acudir a los tribunales por cualquier cosa», confiesa. A la entonces alcaldesa del PP Almudena Gutiérrez la dio de su propia medicina, y la llevó a la Fiscalía y al Tribunal de Cuentas.
Ese carácter luterano que le distingue le llevó también a dirigir la gestión municipal de manera férrea, con el ordeno y mando por delante. Por eso, sus adversarios auguran que «no será un buen delegado del Gobierno; es muy autoritario y poco dialogante».
En paralelo a su actividad municipal, Echevarría tocó poder en el XI Congreso regional del PSOE fruto de los pactos alcanzados entre Francisco Fernández Mañanes y Dolores Gorostiaga, que competían por la Secretaría General del partido. Aunque el de Villaescusa apoyó a Mañanes y fue Gorostiaga quien se hizo con el cargo, los acuerdos alcanzados le hicieron secretario de Organización, un cargo en el que descabalgó al veterano José Guerrero. Después accedió a la presidencia del partido cuando Pablo Zuloaga accedió a la Secretaría General del partido al imponerse en primarias a la anterior secretaria general del PSOE, Eva Díaz Tezanos.
Su nueva tarea al frente de la Delegación del Gobierno no le impedirá disfrutar de lo que más le gusta: los paseos matutinos por Villaescusa.
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