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Han tenido que pasar 26 años, más que unas bodas de plata, para que el PSOE recupere el trono y tiña de rojo Cantabria. ... Y más de 36 años, desde Felipe González, para ganar unas generales en Santander. Ni siquiera José Luis Rodríguez Zapatero consiguió arrebatarle el cetro al PP en los comicios de 2004 cuando sacó una mayoría absoluta. Impulsado por una de las mayores participaciones de la democracia, el 78,09%, casi diez puntos más que en junio de 2016, los de Pedro Sánchez han borrado del mapa al PP en los principales municipios. Entre las claves apuntadas para explicar lo ocurrido destaca el hecho de que los socialistas han acaparado la mayor parte del voto útil de la izquierda a costa de un Podemos bajo mínimos, que ni siquiera puede reeditar su liderazgo en Castro Urdiales ni mantener a su diputado; un PP desplomándose con 62.000 votos menos, en parte fagocitado por Ciudadanos y Vox hasta quedar reducido a una caricatura de sí mismo; y un PRC que hizo historia al lograr colarse entre los grandes transatlánticos y entrar en el Congreso.
La nueva fotografía cambia el color de los escaños con dos diputados para el PSOE, uno para el PP, uno para Ciudadanos y otro para el PRC, que, a su manera, se convirtió en el otro ganador de la noche. Los socialistas recuperaron con 90.144 votos -10.737 más que en las generales de 2016- graneros tradicionales de su formación y se hicieron con feudos históricos del PP. Se alzaron como primera fuerza en Torrelavega, Los Corrales de Buelna, Camargo, Colindres, Castro Urdiales, Piélagos, Bezana, Suances, Camargo, Santoña, Laredo, Cabezón de la Sal y El Astillero. Esto se traduce en que un 25,19% de los electores se decantó por ellos, un aumento de 1,64% respecto a 2016; con todo, no alcanza el 28,68% de media nacional.
Su bandera ondea desde ayer en 39 municipios frente a los cinco que lograron en junio de 2016. En aquella época solo pusieron la pica en Cartes, Rasines, Tresviso, Molledo y Valle de Villaverde. Ni siquiera en sus mejores sueños podían esperar a remontar en 34 localidades y, especialmente, en el arco de la bahía. Una fuerza que le llevó a conseguir también tres de los cuatro senadores que estaban en liza.
El éxito del PSOE se debe, en gran medida, a la fragmentación de la derecha y a la capitalización de una parte del electorado de Podemos, que se ha dejado más de 23.000 votos por el camino tras ser víctima de sus guerras internas y de disolver su grupo parlamentario. De 59.845 a 36.555 votos. Podemos ha caído siete puntos -pasa de 17,17% al 10,22%-, un batacazo que les ha dejado sin escaño, que ha ido a parar a las filas regionalistas. El golpe es de similares proporciones al que ha sufrido la formación a escala nacional: también se desploma siete puntos y pierde 29 diputados. De no ser porque puede sumar con otras fuerzas una posible mayoría de Gobierno de izquierda encabezada por Sánchez, el resultado de Unidas Podemos sería catastrófico. En Cantabria ha pasado de ser la tercera fuerza en las generales a desaparecer y sacar menos que Vox.
El otro gran beneficiado de estas elecciones es el PRC. La última vez que se presentó con Miguel Ángel Revilla como candidato fue en 2011 y obtuvo 44.010 votos. Una cifra insuficiente en la todavía España del bipartidismo que llevó en volandas a Mariano Rajoy a La Moncloa con su mayoría absoluta. Se quedó a dos mil votos de lograr su salto a Madrid. Los regionalistas no supieron hacer llegar el mensaje a la sociedad del factor territorial. En esta ocasión, lo han convertido en el tema capital de la campaña y, como ha pasado en otras autonomías, han salido reforzados. Han superado la barrera con 51.922 votantes, quedándose con parte de los de Unidas Podemos y del PP, y logrando pasar de un 12, 5% al 14,7%. Eso se traduce en 7.912 papeletas más que hace ocho años y dos puntos.
El mapa regional se ha teñido de verde en 17 municipios, como en Valle de Villaverde, donde superó el 35% y ganó al PSOE. También en algunas zonas rurales de la 'Cantabria vaciada' como Santiurde de Toranzo, Ruesga, Tudanca. El principal 'pinchazo', que también lo ha habido, ha sido en Santander, un municipio que se le atraganta tradicionalmente al PRC, donde sólo ha sacado 11.333 votos frente a los 17.795 que apostaron por ellos en las autonómicas en 2015.
La apuesta del PRC era de alto riesgo porque un mal resultado podía afectar al 26-M y, conscientes de ellos, se han volcado en esta campaña como si se tratase de las autonómicas. Ha sabido rentabilizar el victimismo histórico por los incumplimientos en infraestructuras y calar el mensaje de que son los únicos que no reciben órdenes de Madrid.
Nunca antes, como en estas elecciones, la regla D'Hondt había sido tan determinante. Básicamente, por la irrupción de un tercer partido en el bloque de la derecha que ha fragmentado el reparto de escaños. El batacazo del PP removió todos los cimientos de la derecha. Los de María José Sáenz de Buruaga pasaron de ser el partido más apoyado en 96 de los 102 municipios en 2016 a 46 en estos comicios. Ha perdido la hegemonía en 50 municipios y casi 62.000 votos. Un descalabro descomunal que convirtió la sede del partido en un funeral.
Si en junio de 2016 cuatro de cada diez cántabros depositaron su papeleta azul en las urnas, en la jornada del domingo, una de las más decisivas para el partido, sólo el 21,6% (dos de cada diez) volvió a confiar en el PP, lo que deja a la marca con un único representante en el Congreso. Una caída que está amortiguada por el varapalo nacional, donde caen hasta el 16,69%. Es decir, que el golpe ha sido mucho mayor a nivel nacional que en Cantabria. Han mantenido el tipo principalmente en la comarca lebaniega, en gran parte de Campoo, valles pasiegos y la zona del Miera.
El PP perdió casi 20 puntos respecto a los comicios de 2016 en el Congreso, pero la derrota sufrida ha sido todavía más grave en el Senado, donde ha pasado de tres a un único representante. Javier Puente vuelve a las Cortes como único senador popular después de haber sido el más votado en Cantabria con 84.933 votos, el 26,09%.
El 'factor Vox' es, sin duda, el hecho determinante debido a que el sistema de asignación de escaños prima al primer partido y en muchas circunscripciones el PP ha dejado de serlo por la entrada en la liza electoral del partido de Abascal a pesar de que no haya conseguido representación. Los 39.945 votantes que han abandonado las filas azules por las verdes, que han sido suficientes para lograr representación en Madrid, han sido claves para oficializar el réquiem. Aunque nadie ha cuestionado el liderazgo de Pablo Casado, más de uno piensa en privado que está recogiendo lo que sembró al imponer a Ruth Beitia como candidata y por abandonar el centro para acercarse a los postulados más radicales de Vox provocando, de paso, una fuga de 5.535 votos hacia Ciudadanos.
Los de Santiago Abascal han dado un gran mordisco al PP. Su crecida ha sido espectacular. Hace cuatro años obtuvo 713 papeletas en toda la región y ha llegado casi a los 40.000. Su nicho fundamental ha sido en Santander, donde obtuvo 12.654. La llegada de fichajes procedentes del PP y la crisis interna del partido han dado alas al partido en la capital. En Torrelavega han sacado 2.764 y otros 2.179 en Camargo.
Los de Albert Rivera han sido los más beneficiados directamente de la situación del PP. Aunque no han ganado en ningún municipio sí han ido creciendo progresivamente en todos. Han pasado de 48.626 votos a 54.141 siguiendo la estela nacional. Han tenido un incremento de casi tres puntos, aunque se quedan lejos, a más de 20.000 votos y siete puntos, de dar un 'sorpasso' al PP. Rubén Gómez logra reeditar el escaño que ya consiguió Félix Álvarez -pasa de 14,40% al 15,14%- con una campaña en la que han reforzado su perfil más moderado.
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