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El impacto social de la invasión en Ucrania ha despertado cientos de iniciativas para el envío de alimentos, medicamentos, ropa y dinero a aquel país, o para acoger a los refugiados que huyen de la guerra. Iniciativas privadas, la mayoría de ellas, en las ... que se implican vecinos, colectivos, asociaciones y ayuntamientos, pero que se desperdigan sin ningún tipo de coordinación por parte de las máximas autoridades de la región y que corren el riesgo de perderse en este galimatías o de colapsar el sistema de acogida. Esta situación provocó que el pasado sábado la Coordinadora Cántabra de ONGD pidiera a los ciudadanos que no realicen acciones individuales de recogida y traslado de personas desplazadas por el conflicto en Ucrania desde los países fronterizos. (Es la única organización que ha solicitado que se realice a través de ellos el envío de material). Ese mismo día, un grupo de empresarios anunciaba que había fletado un autobús para traer hasta Cantabria a cincuenta mujeres y niños desde Polonia.
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Hay dos datos que hablan por sí solos de la situación que se está produciendo en la región: el Gobierno cántabro desconoce (a fecha de ayer) cuántos ucranianos han llegado a la Comunidad en los últimos días, dónde se alojan y qué necesidades tienen; y no sabe cuántos cántabros están dispuestos a acoger a los refugiados. Es más, cualquier ciudadano que quiera ofrecer su domicilio como alojamiento no sabe dónde tiene que dirigirse para tramitarlo.
Hay muchos ejemplos de esta ausencia de coordinación. En Castro Urdiales, la Alcaldía ha emplazado a colegios, institutos y asociaciones a una reunión -este miércoles- para elaborar una respuesta coordinada (en el municipio) en relación a la recogida y transporte de alimentos y ayuda humanitaria. Habla de la escolarización de los niños que lleguen hasta el municipio, pero lo hace al margen de la Consejería de Educación. En Torrelavega, recogen lo donado en la tienda Canela Moda Infantil, en la calle Francisco Díaz 1; y en el Grupo De la Vega, en la avenida Palencia 92. Otro ejemplo, Villaescusa, donde la Junta Vecinal de La Concha ha iniciado por iniciativa propia la recogida de material, que luego entrega en las naves cedidas por el Ayuntamiento en Santander.
En la capital cántabra el consistorio cedió el espacio de los antiguos talleres municipales, en Cajo, para el almacenaje de todo el material acumulado por los centros cívicos de la ciudad y varias tiendas regentadas por personas de nacionalidad ucraniana. Allí también descargan muchos de los camiones llegados de municipios de toda la región. Pero al mismo tiempo, Sodercán también ha habilitado una nave para la entrega de material.
¿Y qué dice el Ejecutivo cántabro ante esta situación? Lo fía todo a la reunión que se celebrará este miércoles entre las comunidades autónomas y el Gobierno central, encuentro que llegará 14 días después del inicio de la guerra y con más de 1,7 millones de ucranianos desplazados de su país. Tras este 'consejo de coordinación estatal' -explica el Gobierno- se dará a conocer un teléfono al que dirigirse para solicitar información de cara a la llegada de refugiados. Un número que servirá para quienes vengan del país en guerra y también para los cántabros que quieran acogerlos. De momento, el Gobierno regional se ha limitado a anunciar que pondrá a disposición de los refugiados las 200 plazas de que dispone en la red de albergues juveniles.
«Entiendo que hay muchas personas que están haciendo todo lo que pueden por ayudar, que sienten que hay que reaccionar de forma inmediata a lo que está sucediendo; pero lo importante es también reaccionar bien, de manera coordinada y eficaz, para que todo el trabajo que se haga tenga un efecto de ayuda real», alega la directora General de Cooperación al Desarrollo del Gobierno de Cantabria, Silvia Abascal. Explica así que el Gobierno aún no haya activado una acción que coordine toda esta generosidad.
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Álvaro Machín
Para buena parte de la sociedad, incluido el colectivo de ucranianos en la región, es una reacción que «llega tarde». Pero Abascal explica que los plazos legales obligan a una mayor lentitud: «Puede parecer que estamos yendo muy lentos, que no hacemos nada; pero todo esto requiere de una coordinación europea, estatal, y entre comunidades autónomas. No podemos ir más deprisa», cuenta la responsable de Cooperación al Desarrollo, que insiste en la necesidad de que sean los profesionales y las ONG quienes se ocupen de gestionar todas las iniciativas.
«Se están enviando paquetes de arroz y pasta, y allí no tienen agua potable para hervirla. Toda esa ayuda no sirve de nada. Se están mandando mantas normales y tampoco valen. Cruz Roja, que es quien va a coordinar nuestra acción, solicita mantas hidrófugas y térmicas», insiste. «Además, estamos hablando de la necesidad de reaccionar ya ante lo que está sucediendo; pero Ucrania va a seguir necesitando ayuda la semana que viene, y la siguiente, y la siguiente. Y los refugiados continuarán llegando también por mucho tiempo, y es preciso coordinarlo todo muy bien».
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Aunque no es la iniciativa principal del Ejecutivo regional, Cantabria anunció ayer que junto a otras nueve comunidades autónomas y la Agencia Española de Cooperación Internacional al Desarrollo (Aecid), se destinarán 400.000 euros a ayuda para hacer frente la crisis humanitaria. El Gobierno regional, a través del Fondo Cantabria Coopera, va a aportar también 20.000 euros a Acnur para ayuda humanitaria en Ucrania.
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