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Treinta y nueve colegios de Cantabria, veinte públicos y 19 concertados, funcionan con jornada partida este curso, esto es, dividiendo las horas lectivas entre la mañana y la tarde. El horario continuo es por tanto mayoritario en los 214 centros de Infantil y Primaria de ... la comunidad autónoma y, de hecho, ha ganado terreno en los últimos años, asentándose en el 82% de los centros que imparten estas etapas educativas tempranas.
Décadas atrás, el horario partido parecía inamovible. Sin embargo, desde la década de 1990, España ha vivido un cambio de tendencia que en Cantabria ha sido progresivo. De hecho, este curso la Consejería ha recibido once solicitudes de modificación de jornada, algo que, de prosperar, entraría en vigor el próximo año escolar y menguaría algo más la presencia del horario de mañana y tarde. Este tipo de modificación es una decisión que toman los centros dentro de su autonomía, que sigue una tramitación reglada y que implica al profesorado y a las familias.
A la luz de los listados oficiales, la jornada partida resiste sobre todo en las zonas rurales. La mantienen centros de Herrerías, Matamorosa, Vega de Pas, Pesués, Soba, La Cavada o San Pedro del Romeral, y algunos ubicados en núcleos grandes, como Santander, Torrelavega o Camargo.
Alberto Hontañón
Inspector educativo
¿Es mejor una fórmula que otra? ¿A qué atenerse para evaluarlas? Hay pros y contras en ambos sentidos, hay «investigaciones y artículos rigurosos que defienden las virtudes y beneficios de la jornada continua, y también nos encontramos lo contrario: artículos e investigaciones que defienden la jornada partida en cuanto al respeto al ritmo biológico de los niños, al fomento de otro tipo de actividades entre la mañana y la tarde...», revela Alberto Hontañón, inspector educativo responsable de esta encomienda en la Consejería. Un cambio de mentalidad, la influencia del horario europeo o la búsqueda de la conciliación pueden explicar la elección mayoritaria de la jornada partida, pero emitir conclusiones requiere más profundidad. «Es necesario aportar nuevas evidencias sobre el impacto de los modelos de jornada escolar [...], presentando resultados que ayuden a entender la repercusión del tipo de jornada sobre el aprendizaje del alumnado o la influencia del horario sobre los miembros que componen una comunidad educativa en una sociedad como la española, que presenta un ritmo vital muy diferente al del resto de Europa», concluye el estudio 'Jornada escolar partida y continua', publicado en la 'Revista Complutense de Educación' en 2017. Esto evidencia que no hay mucha literatura científica al respecto.
Los centros tienen la potestad de solicitar el tránsito, continúa Hontañón, que detalla el proceso que han de seguir, compuesto por trámites e informes que validen su propuesta sin vulnerar el mínimo de 5 horas lectivas diarias o el acceso a servicios básicos como transporte o comedor. Es lo esencial, pero hay más.
Lo relativo a la jornada se regula en la orden EDU 65/2010. Cada curso se abre un procedimiento de modificación, acotado por plazos, que arranca con la solicitud del centro. Pongamos que uno quiere pasar de partida a continua. ¿Qué hacer? En primer lugar, convocar un consejo escolar –órgano que representa a su comunidad educativa– para analizar la propuesta. Eso activa un proceso en el que intervienen la Inspección y la Dirección General de Centros de la Consejería, que dispone de una comisión específica para analizar la viabilidad de las solicitudes, para autorizarlas, matizarlas o denegarlas. Los centros públicos tienen que pedir además un informe de viabilidad a su ayuntamiento.
Y llega la votación del claustro de profesores: si se alcanzan los dos tercios favorables, el proceso sigue adelante. Las familias, que han de tener acceso al proyecto y al informe municipal, también votan la propuesta y han de validarla al 65%. Si se superan todos estos pasos, el centro solicita formalmente la modificación de jornada y la Consejería se pronuncia antes de que arranque el periodo de escolarización. De autorizarlo, entra en vigor al curso siguiente.
Y hay una «peculiaridad»: el cambio ha de mantenerse al menos dos años escolares seguidos. Lo habitual, indica Hontañón, es que los centros no vuelvan atrás.
¿Qué opina la comunidad educativa? Hay varias visiones. En FAPA Cantabria ponen el foco, precisamente, en la forma de elegir la jornada. La propuesta siempre parte de los centros, advierte José Manuel Torre, portavoz de las familias de la pública, y esto es una «anomalía». ¿Por qué? Torre pone un ejemplo: si todas las familias de un colegio abogasen por la jornada partida, no podrían plantearlo oficialmente y estarían en manos del equipo directivo. Además, añade Torre, los cambios siempre van en el «mismo sentido»: hacia la jornada continua, pero «nunca al revés».
En FAPA también echan en falta estudios de calado sobre los beneficios de la modificación de horarios. Él, personalmente, ha encontrado más artículos en pos del partido. «Además, si se recomienda impartir las materias más densas en las primeras horas, y las más ligeras a última, igual esa continuidad no es tan recomendable».
El sindicato mayoritario STEC recuerda que «siempre hemos defendido que sea la comunidad educativa la que decida y en la práctica sale más la continua». Jesús Aguayo entiende, además, que el horario partido puede ser «más dificultoso de gestionar para las familias» y, como docente, ha observado que las sesiones vespertinas, «desde el punto pedagógico», eran más pesadas, y que, sobre todo en Infantil y Primaria, «eran poco productivas».
Con la pandemia, en algunas comunidades autónomas ha ganado terreno la jornada continua ya que, a consecuencia de de los confinamientos y de las reglas organizativas que ha traído el covid, el horario continuado les procuraba más facilidades.
¿Qué ha ocurrido en Cantabria? Aquí, en la época más acuciante de la pandemia, se flexibilizaron excepcionalmente las autorizaciones de modificación de jornada, precisamente para que los colegios pudieran sobrellevar los cambios y retos organizativos que traía el contexto. Lo que ha percibido en este sentido la Consejería de Educación y FP es que, para algunos centros, familias o docentes que inicialmente podrían ser reticentes a la jornada continua, «esa experiencia excepcional ha derivado en presentarse a la convocatoria» de modificación de jornada y la han obtenido.
Los centros que imparten Infantil y Primaria, en cualquier caso, tratan de actualizar el parecer de su comunidad educativa, de entender por dónde van las necesidades y preferencias. En las encuestas anuales que realiza el Colegio San Agustín (Santander), una de las preguntas que se le formula a su comunidad educativa tiene que ver con esto. Es una forma de «pulsar su opinión», revela su director, Luis Fernando Daimiel, que apunta a que la organización partida de los Agustinos es una decisión de la institución a nivel nacional.
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