El protocolo, sin embargo, es un marco, un documento de máximos, por lo que la Consejería ha encomendado a colegios e institutos públicos y concertados que elaboren planes de contingencia más concretos, es decir, que adapten el protocolo a su realidad, a sus espacios, a su número de alumnos, a su forma de funcionar. Lo avisó la consejera Marina Lombó hace unas semanas: el próximo curso no puede ni debe funcionar igual un Centro Rural Agrupado que un instituto de la capital.
Configurar estos planes no es tarea fácil en tanto que algunas directrices han variado en las últimas semanas, como los números de la pandemia, y en tanto que cumplir con las normas no es nada sencillo si el espacio de un centro es el que es. En julio y agosto la mayor parte de las direcciones de los centros educativos de Cantabria han trabajado en la elaboración de los planes.
Los planes de contingencia restantes se registrarán a lo largo de esta semana, señala la Consejería. La Comisión que los valida ya trabaja en este objetivo
Hasta este lunes a mediodía se habían registrado sólo 136 (109 completos, 25 con alguna duda de contenido) de los 309 previstos. Por la tarde, ingresó alguno más, por lo que la Consejería apunta a que la mitad de los centros habría cumplido con el paso.
¿Por qué esta cifra a finales de agosto? ¿Por qué falta la otra mitad? Si bien hace un par de semanas se fijó el día 24 -ayer- como fecha límite para presentar el documento, el plazo de entrega se ha flexibilizado posteriormente. Todos los planes que faltan, indican fuentes de Educación, irán registrándose a lo largo de esta semana.
Este lunes, además, comenzó a trabajar la Comisión que validará todos estos documentos. Está compuesta por el Servicio de Prevención de Riesgos Laborales y el de Inspección de Educación, así como la Secretaría General y la Dirección General de Inspección e Innovación Educativa. La idea de la Consejería es agilizar la revisión para que esté lista el lunes, día 31. Los equipos directivos tendrían, así, la primera semana de septiembre para compartir su estrategia con los miembros de su comunidad educativa: docentes, personal, alumnos, familias...
«Si se bajan las ratios y se aumenta el profesorado las medidas de seguridad serían mayores. Con 25 alumnos por aula no es forma adecuada de volver»
Cisneros: más de 150 puntos
Los centros trabajan desde hace semanas en armar el rompecabezas del próximo curso que comienza en apenas dos semanas (el 7 de septiembre lo hará Infantil y Primaria y el día 10, Secundaria). En la mayoría de los casos, la dirección tiene que reorganizar aulas, horarios de entrada y salida, y tiempos del recreo. También han de instalar dispensadores de gel hidroalcohólico y cartelería informativa en zonas comunes y de tránsito, y organizar la circulación interior: como ya han mostrado algunos centros, los pasillos se parecerán el curso próximo a una red de carreteras, con sus señales, sus líneas continuas y sus flechas de dirección.
El Colegio Público Cisneros de Santander registró hace diez días su plan de contingencia. En la web del centro figura incluso ya la 'coordinadora covid' que servirá de enlace con la Administración. Lo han hecho consultando al Consejo Escolar y a la AMPA, entre otros. «Queríamos que fuera lo más participativo posible», indica José Antonio Sánchez Raba, su director. El equipo no ha tenido vacaciones. «Qué menos».
«La gran mayoría de los planes están entregados o se están terminando. Y tienen que estar validados por técnicos de prevención de la Consejería»
En el documento, compuesto por más de 150 entradas, se detalla el modo en que se afrontarán los tres escenarios derivados de la pandemia. Para el modo presencial, la dirección del Cisneros ha decidido reorganizar sus accesos -entre otras cosas, se exigirá mucha puntualidad a las horas de entrada y salida con el objetivo de evitar aglomeraciones-, los recreos, los desplazamientos por el centro o el uso de los baños; ha determinado la movilidad de sus 'grupos burbuja', y también la aplicación de protocolos de higiene muy concretos durante la jornada lectiva. Por ejemplo, al entrar al centro se procederá a la limpieza de manos y de zapatos, y «tomaremos la temperatura, en las clases a todo el alumnado, todos los días».
Además de prevenir la posibilidad de contagio, el plan del Cisneros persigue otras metas: cuidar la educación emocional; atender la transformación curricular y la digital. Sánchez Raba está preocupado por que la brecha social se agrande a causa de la educación a distancia. En caso de que la educación tenga que ser así, «debemos garantizar que se puedan seguir las clases con normalidad». El equipo directivo de Norberto García registró el plan de contingencia del IES Montesclaros (Reinosa) el 31 de julio. Fue de los primeros. El documento cambiará muchas de las rutinas del centro el curso que viene: patios, accesos, tránsitos por el centro. «La mayoría de los planes están entregados o se están terminando. Son propuestas de organización y funcionamiento, pero tienen que estar avalados por un técnico de prevención de la Consejería», recuerda el también portavoz de los directores de Secundaria. «Los centros estamos haciendo el trabajo que se nos pidió».
Wenceslao Martín es portavoz de la Comisión Permanente de Educación Concertada. Estos centros tienen particularidades de gestión -servicios de limpieza, prevención de riesgos- y por eso han querido trabajar con antelación. Se preguntan además si la Consejería les va a apoyar con estas necesidades, también con las de personal o espacio. Miran a septiembre con dudas- por ejemplo, cómo funcionar ante un positivo-, pero con la responsabilidad de saberse espacio de conciliación familiar. «Tenemos que responder».
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