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A pesar de repetir más de una vez la palabra 'gracias' durante la conversación, María José González no se queda tranquila. Le sobrevuela la duda de si habrá sido capaz de explicar lo que el doctor Valentín Alija y su equipo significan para ella. «No ... sé si me he expresado bien, pero es que les debo todo», resume ya desde el pasillo de la segunda planta del Hospital Sierrallana de Torrelavega. «Solo puedo darle las gracias». Médico y paciente se conocieron en diciembre de 2008, poco antes de Navidad. Hace tanto tiempo que necesitan tomarse un segundo para hacer memoria y ordenar las fechas. Aunque hay días que no se olvidan. Porque a partir de ese momento empezaron a caminar de la mano en la lucha contra un diagnóstico: el cáncer de mama.
De aquel encuentro María José, vecina de Ruente, recuerda perfectamente la conversación: «No olvido lo que me dijo. Teníamos que decidir si operábamos o no antes de empezar el tratamiento». Pero no le dio una respuesta porque desde el primer día confió plenamente en lo que el profesional considerase lo mejor para ella. «Me puse en sus manos sin dudarlo, él es quien sabe». Sin embargo, para el oncólogo el recuerdo de esa cita en la consulta se traduce más en sensaciones. En concreto, la de saber que empezaba un largo camino para ambos. «Se percibe como tal. El paciente se mete en un mundo desconocido y lo que intentas es ayudar a caminar y a dar luz dentro de esa oscuridad. La gente agradece que alguien le acompañe durante todo ese camino», señala el facultativo. Un viaje que no ha terminado para ninguno de ellos.
Nuevos casos Según el informe de la AECC, en 2021 se diagnosticaron en Cantabria un total de 3.917 casos (65 más que en 2020).
Incidencia Con 567 diagnósticos, el colorrectal fue el tipo de cáncer con mayor incidencia el año pasado.
Edad De la franja de entre 15 y 54 años, el de mama es el cáncer que acumula más casos.
En ese proceso, que puede alargarse meses o incluso años, juega un papel fundamental «la confianza mutua», añade. Una clave que para ambos nació desde aquella mañana en el hospital de Torrelavega. Entre ellos los términos 'médico' y 'paciente' quedaron atrás hace años, por eso se refieren el uno al otro con el nombre de pila. «Para mí es Valentín, casi no sé ni cómo se apellida. Y tengo que pensarlo cuando me lo preguntan», reconoce María José. Un trato que Alija agradece. Después de más de una década en esta carrera de fondo, el vínculo entre ambos solo lo pueden entender ellos. Una relación que, a pesar de la timidez, han decidido contar con motivo del Día Mundial contra el Cáncer que se celebra hoy, 4 de febrero.
María José González | Paciente
Valentín Alija | Oncólogo
Han sido años en los que ha habido momentos buenos, cuando el tratamiento avanzaba como se esperaba, y otros más delicados donde parecía que todo se torcía. Por ejemplo cuando apareció la metástasis en los huesos. Diferentes fases que ambos enumeran y recuerdan como si fuera un guión compartido. Cada una de esas situaciones la afrontaron juntos. Eso sí, al profesional le ha tocado ser el portador tanto de las buenas como de las malas noticias. Esto último, «lo llevo mal», reconoce. Porque «uno no se puede acostumbrar a darlas». Aunque sabe que hablar con claridad e informar es parte importante de su posición, «la implicación emocional es dura».
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Pasa el tiempo, los años, los pacientes son casi familia y ese tipo de situaciones, sin darse cuenta, «te erosionan», añade. No obstante, «también es importante ser claro, explicar al paciente la situación, las expectativas, el tratamiento...». Son conversaciones que suman en el camino de reforzar la confianza. Pero nunca dirigirse al paciente «con crudeza». Ella tuvo claro desde el principio que el cáncer iba a dibujar ese tipo de escenarios y que un día la enfermedad podría remitir y al siguiente reaparecer. Es más, así se lo trasladó a su familia. «Lo primero que pensé fue que había que tirar hacia delante», dice. Además en ese momento su hermana pasaba por lo mismo y creía que no debía desanimar a su entorno.
Y ahora, durante el encuentro, no pueden evitar mirarse con cariño. Solo tienen palabras bonitas a la hora de hablar el uno del otro. María José repite la palabra 'gracias' aunque no le parezca suficiente. Y Alija admite que sonríe por el simple hecho de poder seguir cruzándose con ella. «Me alegra solo verla, que venga al tratamiento, me alegra. Encontrarme con ella por la calle, me alegra». Porque eso significa que sigue ahí, que el cáncer no ha podido, aunque todavía les quede camino por recorrer. De momento, cada 21 días seguirán viéndose en Sierrallana.
Según el informe publicado por la Asociación Española contra el Cáncer (AECC) en su página web, a lo largo de 2021 se diagnosticaron en Cantabria un total de 3.917 nuevos casos (65 más que en 2020 y 477 más que en 2012). Y un año más el colorrectal es el tipo que más incidencia acumula. Hay algo que no cuentan las estadísticas y es que cuando el cáncer aparece, no hace distinciones. Sin embargo, otros aspectos como el lugar de residencia tienen impacto en el tratamiento.
Por eso, con motivo del día mundial de la enfermedad, la Asociación Española contra el Cáncer lanza una nueva campaña: 'No todos somos iguales frente al cáncer'. Porque en la lucha se crean «desigualdades según donde vives o trabajas», explica Celia García, gerente de la AECC en Cantabria. Es decir, «influye más tu código postal que el genético», añade. Un ejemplo sencillo. Para alguien que tiene su casa en Santander, puede resultar sencillo desplazarse hasta el Hospital Valdecilla. Pero para un vecino de otro municipio, «el periplo puede suponer un día entero». Sobre todo si requiere del servicio de una ambulancia comunitaria que se encarga de hacer un recorrido recogiendo a diferentes pacientes.
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