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El mapa con banderitas de dos colores, la calculadora, el teléfono y la vela al santo más fiable. Este es el 'kit' básico de los ... dirigentes del PP que estos días pastorean –o al menos lo intentan- a los 3.100 compromisarios que el próximo fin de semana decidirán el futuro del PP y también el suyo propio. Mejor estar en el poder que en la oposición, pero se trata antes que nada de mantenerse al sol de la política. En Cantabria, el oficialismo se moviliza mayoritariamente a favor de Soraya Sáenz de Santamaría y los críticos van con Pablo Casado, pero sobre todo, contra la presidenta regional, María José Sáenz de Buruaga y el exministro Íñigo de la Serna.
Los partidarios de Soraya confiaban en que los militantes les iban a otorgar el pasado 5 de julio una victoria contundente que les permitiese afrontar con garantías la decisiva votación de los compromisarios. O sea, bastante más que el modesto 37% que han obtenido y, sobre todo, con una ventaja más holgada sobre el segundo clasificado, Pablo Casado (34%). Todavía mantienen el optimismo sobre el pronunciamiento de los delegados, basado en el respaldo de las élites del partido y en una campaña intensa y minuciosa, aunque ni siquiera la propia Soraya se fía mucho. Sólo le ha faltado ponerse de rodillas ante Casado para que se integre en su candidatura, pero el aspirante no se deja. Dice que hay que llegar hasta el final, a ver quién gana, y la integración después.
La hipótesis más elemental sugiere que Casado ganará si logra sumar a los partidarios de Dolores de Cospedal, la enemiga mortal de Soraya, eliminada de la final a dos, con un 26% de los votos de los militantes. En eso están, pero habrá que ver si salen las cuentas. La adscripción a uno u otro bando es sólo orientativa. Al fin y al cabo, el voto de los compromisarios también es secreto y la campaña está en plena efervescencia. Todavía hay dirigentes de gran peso que no se han pronunciado, como Alberto Núñez Feijóo, el gran candidato fallido, por no hablar de Mariano Rajoy, a quien atribuyen maniobras en la sombra para favorecer a quien fue su número dos en el Gobierno.
De los 57 compromisarios que formarán la delegación cántabra en el congreso, entre 40 y 45 se alistan con Soraya Sáenz de Santamaría. La dirección regional se ha mantenido oficialmente neutral, pero todos los afiliados saben que Íñigo de la Serna es uno de los puntales de su amiga y vicepresidenta en el último Consejo de Ministros del PP. El resto se reparte entre quienes apoyaron a Dolores de Cospedal, especialmente el núcleo duro del grupo de Ignacio Diego, y los partidarios de Casado, donde conviven oficialistas, disidentes y navegantes por libre. Entre los primeros, el diputado nacional Diego Movellán, amigo personal de Casado desde la etapa de Nuevas Generaciones.
Para la ejecutiva del PP cántabro resulta un alivio la eliminación de Cospedal, a quien siempre han visto más comprensiva que otros dirigentes de Génova con la posición de Ignacio Diego y los suyos en el conflicto que dividió al partido. Los críticos se apuntan ahora con Casado. No está nada claro que si gana les ayude a rehabilitarse, pero al menos se llevarán una satisfacción si pierden Soraya, De la Serna y Buruaga. Por el momento ironizan con los llamamientos del 'sorayismo' en defensa del voto de los militantes cuando en el congreso regional del año pasado los compromisarios enmendaron el pronunciamiento de los afiliados a favor de Diego y dieron el triunfo a Buruaga. Como entonces, en este proceso en curso se han reproducido, en Laredo o Los Corrales de Buelna, algunos episodios conflictivos a cuenta del reglamento de participación de los militantes.
Soraya o Pablo. La pugna despierta interés por lo incierta, pero el estímulo militante y las expectativas de un nuevo y potente liderazgo en el PP son bastante limitadas, como ya se ha constatado por la baja participación en el proceso. Ambos ofrecen más dudas que certezas. Ella supone la continuidad del régimen de Rajoy, sin el poder y sin Rajoy, con la misma ambigüedad ideológica y con una decepcionante gestión del conflicto en Cataluña. El resumen de su mensaje es que constituye la mejor opción para ganar a Pedro Sánchez en las urnas. Casado no es precisamente un 'outsider' porque también procede de la élite. Ha sido capaz de llegar a la batalla final sin el respaldo del aparato y proyecta mejor la imagen de renovación, aunque su anclaje político está en la derecha-derecha de José María Aznar y Esperanza Aguirre. Es muy posible que su discurso hostil con la última etapa de Rajoy guste más a los militantes de base que a los más ortodoxos compromisarios de quienes depende la votación decisiva. Y además pende sobre él la amenaza de la investigación de sus títulos académicos, de imprevisible recorrido en los tribunales y en la opinión pública.
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