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«Está siendo una costera del verdel catastrófica. La peor de la historia. Vamos a pescar y volvemos sin nada», lamenta Santos Joaquín, armador del ... barco de artes menores Castro Verde, con base en el puerto de Santoña. Con más de cuarenta campañas a sus espaldas, este lobo de mar dice que «nunca en la vida había ocurrido esto». La flota artesanal, la que captura con anzuelo la caballa, vive una situación crítica.
En Cantabria, hay unas setenta embarcaciones (las de menor porte) dedicadas a este segmento. Llevan cada una entre tres y cuatro hombres a bordo. Y reconocen estar «desesperados» porque «no se ve verdel y lo poco que hay, está pegado al suelo». Para hacerse una idea, Adrián Fernández, al frente del barco Nuevo Salvador Padre, también de Santoña, cuenta que salió a faenar el pasado lunes y regresó a tierra con una triste caja con 25 verdeles. No la llegó ni a subastar. «Lo repartí entre la tripulación para que, al menos, lleven algo a casa para comer», expone. Porque ganar un jornal así es imposible. Lo peor, asegura, es que «no cubrimos ni los gastos».
En el mes que va de costera, los pesqueros artesanales que han tenido mejor suerte han facturado poco más de 1.000 euros. Un dinero con el que hay que pagar el combustible, la Seguridad Social de los marineros, las inversiones de puesta a punto del barco... Descontando todo, «no hemos tenido ni un euro de ingresos. Al revés, pérdidas. Es una ruina», sostiene Fernández. Para hacerse una idea, añade otro armador de la villa, Luis Mariano Manso, del Maxi y Mario: «Nos ha costado más salir a trabajar que quedarnos en casa».
Las frases
Armador del Castro Verde
«Es la peor campaña de caballa de la historia. Salimos a pescar y volvemos sin nada»
Armador del Nuevo Salvador Padre
«No hemos tenido ni un euro de ingresos. Es una ruina. Pedimos ayudas para paliar las pérdidas»
Armador del Nuestra Señora de Lindes
«La sobrepesca brutal de los países del norte y la sobrepoblación de atún rojo están afectando»
La escasez de verdel para la flota de anzuelo no es algo nuevo. Desde hace cuatro años se las ven y se las desean para que este pez muerda el señuelo. A duras penas, han ido salvando las últimas costeras, pero el panorama se ha ido agravando hasta tocar fondo este 2025. Están ahogados. De los 2,3 millones de kilos de cuota que tiene asignado este sector en Cantabria, tan solo han consumido 133.000 kilos. Es decir, un 5,5%. Los números asustan. Para estos barcos de artes menores, las capturas de sarda suponen en su balance anual casi el 70% de sus ingresos. La otra especie a la que se dedican es el bonito. Por ello, alertan de que si las administraciones regionales y nacionales «no se preocupan por nosotros, por el sector verdaderamente artesanal, acabaremos por desaparecer». Lanzan un grito de auxilio porque «nos sentimos abandonados». Y son cerca de 300 pescadores en Cantabria. Piden ayudas económicas para paliar las «enormes pérdidas» y poder subsistir. «Si no nos ayudan, estas familias nos vamos a morir de hambre. Esto no hay quien lo aguante», insisten.
¿Y por qué no hay verdel en el Cantábrico? Óscar Bustamante, armador y patrón del barco Nuestra Señora de Lindes, de San Vicente de la Barquera, apunta a dos factores. Por un lado, la «sobrepesca brutal» que realizan los países extracomunitarios: Islandia, Gran Bretaña, Islas Feroe y, sobre todo, Noruega. «En el mes de enero desembarcaron 22 millones de kilos. Diez veces más que toda la cuota de Cantabria. Tienen unos barcos que no son para pescar, son para destruir», critica.
Esta gran presión influye en el verdel, un pez migratorio cuyo recorrido empieza en el norte, donde se reproduce y cría, y aparece por el Cantábrico en primavera. «Le pegan tal pasada allí, que lo machacan, y nos está fallando aquí como no se había visto nunca». La flota pide a los gobiernos de Cantabria y España que insten a la Unión Europa a tomar medidas. «Que abra los ojos y vea que están acabando con los mares. Como son de libre asociación, se asignan sus propias cuotas, bestiales, y no pasa nada. Son intocables. Mientras a nosotros nos imponen controles y vedas, que los vemos bien por el futuro del sector, a estos países no se les sanciona ni se les hace nada». Con visos a que se recupere la población de esta especie, Bustamante tampoco ve mal un paro biológico durante o dos o tres años para que remonte el caladero: «Puede ser una solución que nadie pesque un verdel».
El segundo motivo para esta escasez es la «sobrepoblación» de atún rojo. La voracidad de estos túnidos atemoriza a la caballa y la saca de sus zonas de pesquería habitual. Por ello, la flota artesanal reclama que se le deje capturar esta especie, aunque «sea una o dos piezas al día».
Tan desastrosa está resultando la costera que la mayoría de estos barcos ya ha renunciado a salir a por verdel y está cambiando el aparejo por las redes para faenar en busca de variado (rape, cabracho...) hasta la llegada del bonito. Entre tanto, demandan a las administraciones que se les conceda alguna ayuda, «como se hizo con los barcos de cerco durante la veda del bocarte», señala el patrón mayor de la Cofradía de Santoña, Miguel Fernández. «La flota de Cantabria no solo vive del bocarte, también hay un sector artesanal que está en la UCI», advierte. En el puerto de Santoña hay registrados 23 barcos de artes fijas de los cuales siete han amarrado y sus tripulantes han buscado cobijo en buques de cerco. «Están condenando a esta flota a la desaparición», concluye.
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