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Es un comentario que está en la calle: la cesta de la compra se ha encarecido. Según los datos del Ministerio de Agricultura correspondientes a noviembre de 2022, la subida de precios aumentó el gasto mensual medio en alimentos por persona de 126,82 ... a 128,39 euros, mientras que el consumo descendió. Más dinero para adquirir menos productos. Con este panorama, cada familia busca la forma de ajustarse al presupuesto y eso se traduce, por ejemplo, en que «la gente mira mas el gasto en la carnicería», reconoce Tomi López, de la Carnicería Antón, en Santander. Su producto se encuentra entre los perjudicados por la subida de costes y, además, está exento de la rebaja del IVA puesta en marcha por el Gobierno central para dar respuesta a la crisis. Sí, «se sigue consumiendo», pero «ha bajado» su presencia «en la cesta de la compra», añade. Ahora, antes de adquirir el producto, el cliente se informa primero. Las familias necesitan hacer números y llegar a fin de mes sin salirse del presupuesto. «Ya no hay esa libertad de compra con la que venían antes». La gente no pensaba tanto qué comprar. «Ahora te lo dicen y comentan que se tienen que ajustar». Así que se fijan más en el total del tique, resume el propietario del negocio, a quien su clientela le traslada «a diario» las inquietudes relacionadas con las subidas «de todo».
En la carnicería no hay «ningún producto» que se libre del impacto de la subida del coste de materias primas como el pienso. El kilo de muslo de pollo ha pasado de 2,90 euros a los 4,90 actuales. El solomillo de cerdo ya se sitúa en los 13,90 euros (antes costaba 10). Y el solomillo está en los 39,90, cuatro euros más.
El impacto en la pescadería es distinto. Los precios han subido, sobre todo, en los productos de piscifactoría y de importación. Por ejemplo, el salmón es una de las especies que más ha sufrido la subida. «Se ha desorbitado» y su precio se ha incrementado en torno a un 35 o 40%, por lo que el consumo también baja.
El «bajón» lo ha percibido desde hace meses: «Desde diciembre, enero... Ahí se ha notado más. Todos nos ajustamos el cinturón. Entre la subida de la luz, del gas, las hipotecas... Son gastos que no tenías» y con los que ahora los hogares deben contar. Y en el negocio no pueden huir de la subida de costes. Sobre todo les afecta la situación de alimentos como los piensos -para alimentar al ganado- o de la gasolina, que afecta al transporte. Eso provoca el encarecimiento de los alimentos que López vende y, por ende, el precio que paga el cliente. A pesar de que «no hemos repercutido toda la subida».
Y «ningún producto» se libra del problema. Por poner algún ejemplo. El kilo de muslo de pollo ha pasado de los 2,90 euros a costar uno o dos euros más, hasta los 4,90. El solomillo de cerdo ha registado un aumento similar. De 10 a 13,90 euros. Lo mismo ocurre con el solomillo, que se sitúa en los 39,90, cuatro euros más que hace unos meses.
Esa misma tendencia la comparte Javier Iglesias, de carnicería Javier, también en la ciudad. «A la gente le cuesta llegar a final de mes y en la carne se nota. A nivel general las ventas están pobres», admite. No obstante, el propietario del negocio defiende que la subida no es tan alta como en otros alimentos y que «con un presupuesto pequeño se puede ajustar». Sobre la exención de la rebaja del IVA, valora que «ya se ha visto que en otros productos no ha sido la solución», así que no tiene claro que su sector se esté viendo más afectado. En su caso aprovecha que cuentan con ganado propio para capear la situación. «Todo ha subido entre un euro y pico y dos por kilo. Pero en raciones, que son cantidades más pequeñas, no es tan elevada», reflexiona.
El pescado fresco también está fuera de la reducción del IVA. No obstante, en este sector el panorama es distinto. Los precios suben, sobre todo, «en los productos de piscifactoría y de importación, dado que los piensos y el transporte han aumentado», explica Carlos Barrio de pescados Chuchi, en Valdenoja. Sin embargo, el resto de peces pasan de la lonja a la tienda, sin intermediarios, y el precio de venta depende de «muchos factores», pero no tanto de las materias primas y de la luz. Por ejemplo, varía según «cómo esté la mar, las capturas, de si son de subasta...», enumera el profesional.
Por eso el consumo, en general, se mantiene aunque «ha bajado un poco». Algo lógico con la situación actual y la caída de ventas. En el sector es, por ejemplo, el salmón uno de los productos que más ha sufrido la subida de precios: «Se ha desorbitado, ha subido un 35 o 40% y su consumo sí ha podido caer. Aunque al ser saludable, la gente sigue consumiéndolo», continúa Barrio.
La misma valoración la hace Luis Castanedo, de Pescadería Isa, en El Mercado de la Esperanza. «No nos ha influido el tema del IVA», resume, porque la mayoría del producto «es fresco y viene de la subasta de la lonja. No está condicionado». Queda libre de las variaciones que afecten a las materias primas. «Para bien o para mal nos movemos por la demanda», explica. Es decir, su precio atiende a las normas del mercado. Si aumenta la demanda y baja la oferta, se encarece. Eso por un lado. No obstante, lo que sí percibe el profesional es que, en general, el «ánimo de compra está bajo». Tanto de las familias como de la hostelería.
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