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Para sorpresa de nadie, los precios de la mayor parte de productos y servicios experimentarán incrementos con el cambio de año y continuarán su escalada -la que se ve mes a mes con la encuesta del IPC que elabora el Instituto Nacional de Estadística- ... durante 2025. En unos casos por las dinámicas habituales del mercado, que casi siempre tiran hacia arriba, y en otros por las variaciones en los impuestos que llevan asociados y que entran en vigor a 1 de enero. El mejor ejemplo de lo segundo es lo que ocurrirá con los productos básicos de la cesta de la compra, en los que el IVA pasará del 2% al 4%. Afectará a bienes como el pan, los huevos, las verduras o las frutas, por lo que previsiblemente el efecto se verá de inmediato, cuando abran hoy las tiendas. Eso en lo relativo al grupo de alimentos con el impuesto superreducido, mientras que en el grupo de pastas y aceites de semilla el IVA volverá al 10%. La única excepción es el aceite de oliva, cuyo gravamen permanecerá intacto con el cambio de año en el 4% para no contribuir más a la escalada de precios que acumula -es cierto que ahora algo más relajada- desde la pandemia.
Para ser justos, estas subidas impositivas suponen volver a la situación de normalidad. Acabar con las bonificaciones que activó el Gobierno de España para hacer frente a las consecuencias inflacionarias de la invasión de Ucrania. Es decir, que ahora se sube el impuesto lo mismo que se bajó.
La misma explicación, la del fin de las bonificaciones, tiene el incremento que se apreciará en la factura de la luz del mes de enero. Aquí el IVA salta del 10% al 21% por el fin de las subvenciones públicas a la electricidad. En el caso del gas, el final de la bonificación se hizo ya en la pasada primavera por la estabilización de los precios, por lo que no se notará. No se apreciará el salto del 31 de diciembre al 1 de enero, otra cosa es que las perspectivas del mercado de futuro apunten al alza a lo largo de 2025. También se vislumbra un encarecimiento de la luz, aunque dependerá mucho del contexto geopolítico y de las condiciones meteorológicas, en el caso de las fuentes de producción renovable. La bombona de butano no subirá tras las campanadas, pero porque ya subió en noviembre, casi un 10% en doce meses. Por contra, Correos sí dispara un 8,5% el precio de los sellos nacionales y casi un 4% el de paquetes. Ya en el sector privado, en telefonía, Vodafone ha anunciado una subida del 3% de sus tarifas y Movistar y Orange han dicho que las revisarán, pero no cuánto. Quien tenga Netflix, también le costará más desde ya.
Con todo -precios de las materias primas e impuestos-, el Banco de España prevé que la inflación crezca este año un 2%, frente al 2,8% con el que cerró diciembre. Es justo -2,8%- el mismo porcentaje que suben de media las pensiones, aunque la Seguridad Social ha hecho un especial esfuerzo con las mínimas al subirlas al 6% y un 9% en el caso de las no contributivas, como son las de viudedad y orfandad, que son los que tienen ingresos más bajos. A estos colectivos les seguirá costando más que a la media llegar a fin de mes, pero porcentualmente el esfuerzo será menor del que hicieron en 2024.
Quien cobre el ingreso mínimo vital que sufraga el Ministerio, que sepa que sube otro 9%. Y quien cobre la renta social básica del Gobierno regional, que complementa el IMV, que sepa que se mantiene el incremento extraordinario del 15% -también fue una medida antiinflación- respecto a la cuantía que le correspondería por ley. ¿Y qué pasa con el salario mínimo? El Ministerio de Trabajo está aún negociando la subida, que será al menos como la de las pensiones, con los agentes sociales. No se sabe cuánto subirá, pero sí que tendrá efecto retroactivo a 1 de enero.
Los precios de los alimentos siguen subiendo, pero ya no son el factor desestabilizador del IPC, como ha ocurrido en los últimos dos años. De hecho, ahora crecen por debajo de la media de los productos y servicios. Al mismo tiempo, el Ministerio de Hacienda pone fin a las bonificaciones. El IVA superreducido –el de los alimentos básicos– sube del 2% al 4% y el de aceites y pasta al 10%.
Al menos hasta verano, el Ministerio ha prorrogado las ayudas al transporte público tal y como estaban, fruto de un acuerdo de última hora con Podemos. Las Cercanías seguirán siendo gratuitas para quienes tengan el abono de viajeros recurrentes. En autobuses, se mantiene la rebaja del 50% en las líneas autonómicas y en las locales de Santander, Torrelavega y Castro.
El 1 de enero arrancó el nuevo sistema de cotización para los trabajadores autónomos. Además de otros cambios, lo que hace es ajustarse más a la realidad de las nóminas del trabajador:los que menos ingresan pagarán hasta 360 euros menos y los que más ingresan pagarán hasta 1.000 euros más. Entre los trabajadores por cuenta ajena, la «sobrecotización solidaria»de los que tienen nóminas más abultadas pasa del 0,7% al 0,8%.
La estabilidad a la baja en el precio que arrastra la electricidad es lo que ha animado al Gobierno central a acabar definitivamente –ya se quitó una parte antes, durante 2024– con las bonificaciones a la luz. De esta forma, el IVA pasa con el cambio de año del 10% al 21% habitual. De cara a 2025, los mercados de futuro apuntan a que la factura podría volver a tener sentido alcista.
La subida de precios de los carburantes por la inestabilidad política internacional y los distintos conflictos armados es lo que ha tirado hacia arriba el IPC en los últimos meses. El comportamiento del petróleo en el nuevo año dependerá de cómo evolucionen estos factores, pero también de si el Ministerio de Hacienda decide crear el impuesto al diésel para equipararlo a la gasolina.
Cantabria llega a 2025 como la segunda comunidad en la que más suben los precios de la vivienda, una escalada similar a la de los alquileres. Pese a peticiones para intervenir los precios en zonas tensionadas como las de los ayuntamientos de Comillas y Castro, el Gobierno regional se niega a aplicar esta medida, prevista en la ley nacional. Para quien tenga una hipoteca, el euríbor continúa su descenso.
Otro de los clásicos cuando se habla de subidas de precios con el nuevo año son los impuestos municipales, que los consistorios revisan en el mes de diciembre. Desde el temido IBI del que no se salva ningún propietario, hasta el de circulación o las tasas por servicios como el agua o la basura. Entre los 102 localidades cántabras hay casos para todos los gustos. Los que los incrementan, los que los congelan, los que los bajan... A modo de resumen, Santander ha aprobado, por décimo año consecutivo, no tocar ninguno excepto el agua y el alcantarillado, que suben el IPC. La capital igual no puede presumir de ser una de las más limpias de España, pero sí lo hace de ser una de las que menos mete la mano al bolsillo de sus ciudadanos -que es de donde sale el dinero para sufragar los servicios municipales-, ya que tiene una de las presiones fiscales más bajas del país.
En Torrelavega, donde quieren tener sus cuentas saneadas para hacer frente pronto a inversiones tan costosas como el soterramiento de las vías, directamente, los grupos del equipo de Gobierno PRC-PSOE han hecho tabla rasa y suben todo un 5%. Es el doble del IPC, algo que la oposición ha calificado de «sablazo».
De los impuestos autonómicos, no entran en vigor grandes cambios -sí bonificaciones en el IRPF a inversiones extranjeros y para atraer familias a Cantabria-, pero en cambio sí se notará en la declaración de la renta que se hace este 2025 la revolución fiscal que aplicó Buruaga el año pasado, bajando «todos los impuestos posibles, todo lo posible». A nivel estatal, el Gobierno central incrementa la «cuota solidaria» de sobrecotización de los salarios más grandes, que pasa del 0,7% al 0,8%. Y para los autónomos, habrá un nuevo sistema de cotización que se ajuste más a los ingresos reales: los que menos ganan podrán ahorrarse 360 euros y los que tienen ingresos más altos podrían pagar hasta 1.000 euros más.
Hasta hace dos semanas, todo parecía indicar que el final de las bonificaciones públicas también iba a llegar a las rebajas de precios en el transporte. Esa era la intención que había manifestado el ministro Puente: que una vez superada la crisis de precios, lo lógico sería acabar con esta medida extraordinaria y crear un nuevo sistema de incentivos únicamente para los colectivos de mayor vulnerabilidad. Pero el Ejecutivo central ha dado marcha atrás a través de un acuerdo con Podemos. Durante al menos seis meses, se queda todo como está.
En el caso de los trenes, esa hipotética supresión de las ayudas públicas en Cercanías no habría afectado ni a Cantabria ni a Asturias, que tienen garantizada la gratuidad hasta que lleguen las nuevas máquinas como penitencia por el fiasco de los trenes que no cabían por los túneles. Así, seguirá funcionando el abono cuatrimestral que cuesta 10 euros a modo de fianza, un dinero que se devuelve si se hacen al menos 16 viajes durante esos cuatro meses. Y en los autobús, continuará la rebaja del 50%, descuento que en las líneas autonómicas y municipales corre a cargo del Ministerio en un 30% y de la otra administración en un 20%. Cuando parecía segura la supresión de las ayudas estatales, tanto el Gobierno cántabro como los ayuntamientos de Torrelavega y Santander se apresuraron a decir que ellos sí mantendrían su parte de la ayuda. En el caso de la capital, condicionó su aportación a que también lo hiciera el Ministerio.
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