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Los que sufren en agosto
Sin parar

Los que sufren en agosto

Mientras muchos hacen la cuenta atrás para cogerse las vacaciones de agosto año tras año, otros se enfrentan al mes más duro de trabajo

Laura Masegosa

Santander

Domingo, 25 de agosto 2024, 07:49

Agosto, el mes más esperado o el más temido. Depende por donde se mire. Para muchos es sinónimo de vacaciones y van tachando los días en el calendario para que llegue cuanto antes. Otros, sin embargo, se preparan para vivir un mes de intenso trabajo. Y es que hay quienes, dependiendo de su profesión, tienen que enfrentarse a condiciones extremas de trabajo, ya sea por las temperaturas o por el incremento de la actividad. Eso sí, la mayoría de las veces se ven recompensados en cuanto a ingresos. Trabajar en agosto tiene sus particularidades y puede ser tanto una bendición como un desafío, dependiendo del enfoque y del sector en el que se trabaje.

Hay casos y casos. Por ejemplo, las oficinas suelen quedarse vacías durante este mes. La actividad empresarial generalmente disminuye y todos los profesionales del sector aprovechan para irse de vacaciones. Lo mismo pasa con otros gremios como la educación. Todos sabemos que agosto es el mes por excelencia de descanso de los profesores. Despachos de abogados o el sector público también eligen agosto para descansar. Los escaparates de muchos comercios cuelgan el cartel de 'Cerrados por vacaciones' y los teléfonos se quedan desconectados. Que nadie interrumpa el merecido descanso.

Hay otros gremios donde las vacaciones en agosto son impensables. Parar no está permitido. De hecho, hay algunos que trabajan más que nunca durante estas semanas. El mejor ejemplo es la hostelería. Es difícil que un hotel, restaurante o bar no infle sus cajas durante esta temporada. Hay sitios más turísticos que otros, pero por norma general todos los hosteleros se ven beneficiados. Por algo se creó el dicho de 'hacer el agosto'.

Hay más sectores que incrementan su actividad, aunque cobrando lo mismo. Es el caso de los sanitarios. Con el aumento de las actividades al aire libre y las vacaciones, los accidentes y las enfermedades relacionadas con el calor pueden aumentar, lo que lleva a un mayor volumen de trabajo en las urgencias de los hospitales y en las clínicas. También el sector transportes aumenta la demanda. El incremento en los viajes y el movimiento de turistas que van y vienen implica que el sector del transporte esté más activo durante este mes, incluyendo aerolíneas, trenes, autobuses, taxis y empresas de logística.

En general, todos los sectores relacionados con el turismo trabajan más y mejor. Aunque también hay que tener en cuenta las circunstancias en las que se trabaja. Estrés, horas extra, altas temperaturas, cansancio...Estas son algunas de las profesiones que más incrementan su actividad y extreman sus condiciones.

  1. Lorenzo Fernández Panadero

    «Durante el mes de agosto triplicamos la producción»

Lorenzo Fernández en su panadería de Santillana. Luis Palomeque

El despertador de Lorenzo y su mujer, Isabel, suena a las cuatro y media de la mañana. Todos los días. De lunes a domingo. «Es un trabajo muy duro y no todo el mundo vale para ello. O lo mamas o es muy difícil», asegura ella. Lorenzo pertenece a la tercera generación de la Panadería y Confitería Santillana, donde trabaja desde los 14 años. En su caso, cuentan con la ventaja de tener el obrador en casa, así que el madrugón se hace un poco más llevadero y les permite hacer más fácil la conciliación familiar con sus dos hijos pequeños, Lorenzo y Andrés, de ocho y siete años. Los dos pequeños formarán parte de la cuarta generación del negocio. O al menos, de momento, esa es su intención.

Tanto Lorenzo como Isabel tienen muy claras cuáles son sus tareas. Juntos forman un buen equipo. La jornada en la panadería comienza las 21.30 horas, cuando hacen la primera tanda de pan que al día siguiente a primera hora, sobre las seis de la mañana, Isabel sale a repartir con su furgoneta por la zona de Santillana del Mar, Suances y Puente San Miguel. Lo primero la hostelería. Mientras tanto, Lorenzo se queda en el obrador elaborando más pan y después también sale a repartir. Más hostelería y particulares. «El mes de agosto es un no parar. Durante el invierno solemos utilizar 100 kilos de harina al día y ahora estamos usando unos 300. Se triplica la producción», reconoce Lorenzo.

Y es que, además de hacer reparto a domicilio, también tienen una pastelería en Santillana donde poder tomar un café y comprar productos típicos como quesadas o pastas. Allí también tienen horno y reconocen que «trabajar durante horas frente a una temperatura de 200 grados es duro, y más ahora en verano».

Eso sí, ambos reciben cada año con los brazos abiertos esta temporada porque, aunque tengan que trabajar más, lo notan favorablemente en los ingresos.

  1. María Causo Policía Local

    «Entiendo las necesidades de Comillas en verano»

La agente de Policía Local en la playa de Comillas. Javier Rosendo

Comillas. El destino ideal para muchas personas. Ya no solo para los turistas que eligen veranear en la villa, sino también para personas como María Causo, que sacó su plaza de Policía Local hace dos años. Sabe perfectamente lo que es un verano en Comillas, pero también sabe lo que es un invierno. «Durante todo el año tenemos un trato muy cercano con los vecinos. Nos conocemos todos y siempre somos los primeros en llegar cuando pasa algo», cuenta. Además, asegura que la vida invernal en Comillas es «muy tranquila». Nada que ver con los meses de verano, especialmente agosto. «La rutina cambia totalmente. Ahora nuestro día comienza dando una vuelta al pueblo para comprobar si ha habido algún destrozo. Tenemos turno de noche los viernes y los sábados pero entre semana no, así que siempre revisamos».

En resumen, explica que la rutina en verano está marcada por el teléfono. «Nos llaman mucho para avisarnos de accidentes, hurtos, atascos...». Sin embargo, el invierno en Comillas está protagonizado por el trabajo administrativo. «Sobretodo regulamos el tráfico de autobuses en la entrada del colegio y hacemos mucho papeleo. Atestados o problemas que hemos visto en verano y lo dejamos para el invierno porque no damos abasto», reconoce María.

Ahora en verano trabajan dos policías por turno, con el refuerzo de un auxiliar por la mañana y otro por la tarde. «Nosotros tenemos un banco de horas que lo gastamos en verano, así que trabajamos doce horas al día, de nueve a nueve». Respecto a cogerse vacaciones en agosto, asegura que no es imposible, pero tienen un pacto con el Ayuntamiento. «A cambio de no irnos en agosto nos compensan con una paga de productividad».

Así todo, María reconoce que «entiende las necesidades de Comillas» y no le importa trabajar en esta temporada.

  1. Omar Faife Heladero

    «Vivo en Cuba y solo vengo para hacer la temporada»

Omar sirviendo un helado a una clienta. Roberto Ruiz

Heladerías La Polar, fundada en 1888, es la más antigua de Cantabria. Saben muy bien lo que significa la actividad estacional porque lo llevan viviendo más de cien años. Vender helados en invierno se antoja una tarea complicada, pero hacerlo en agosto puede que lo sea incluso más por las condiciones meteorológicas. La furgoneta de La Polar está presente en cinco playas de Cantabria y haga sol o llueva, siempre están. El horario siempre es el mismo: de 12.30 a 21.00 horas. Prácticamente todo el día. Omar Faife es el primero que llega a la playa de la Virgen del Mar y el último que se va. Eso sí, la playa no la pisa. Ni si quiera sale de la furgoneta. Además, es el más veterano de la empresa al llevar 18 años trabajando en ella.

Omar reconoce que el mes de agosto es el mejor, y el peor. El mejor porque es cuando más ventas se producen. Aveces se forman hasta colas, incluso los días de lluvia. «Mucha gente viene en coche para coger un helado. Saben que siempre estoy». Un claro reflejo de la estacionalidad a la que vive sujeta este sector es que Omar vive durante el año en su tierra natal, Cuba, y viene a Cantabria solo para hacer la temporada, de junio a septiembre.

Hasta aquí la parte buena. Pero pasar más de ocho horas dentro de la furgoneta, también es sufrido. «Aquí dentro no tengo aire acondicionado, así que trato de hidratarme mucho y de no exponerme al sol. También juego mucho con la ventilación y las corrientes porque sino sería un hervidero», expone. Otro truco que emplea es tapar algunos cristales con parasoles.

A lo largo de los años, Omar se ha convertido en todo un experto de la climatología y ya sabe que cuando sopla el nordeste tiene que abrir el escaparate que da a la ermita «porque el aire se mete en la furgoneta y se lleva el frío de las neveras al abrirlas». En cambio cuando hay viento sur, abre los ventanales que dan al aparcamiento. Lo tiene controlado.

  1. Esther Olaizola Viticultora

    «El calor es bueno para los viñedos pero nosotros sufrimos»

Esther en uno de sus viñedos de Ruiloba. Javier Rosendo

Esther Olaizola lleva años vinculada al sector vitivinícola. Al terminar la carrera montó una empresa de exportación de vinos a China y, desde entonces, no ha salido de este mundo. En paralelo tiene una empresa de construcción y jardinería, así que lo tenía todo de su parte para lanzarse a montar lo que hoy se conoce como 'Bodegas y Viñedos Miradorio', en Ruiloba. Empezó en 2013 y actualmente cuenta con siete hectáreas de viñedos repartidas en nueve parcelas, aunque ya tiene en mente ampliarlo más.

A pesar de que la vendimia sea en octubre, ellos trabajan prácticamente todo el año en los terrenos. Ahora, las tareas se centran en deshojar. «Quitamos mucha hoja porque los terrenos aquí son muy ricos y así no se pierde la parra. Además así las uvas tienen más horas de sol», explica. En este sentido, el mes de agosto es clave e idóneo para que se de una buena uva, pero para el que la trabaja es duro.

Junto a Esther hay cuatro personas más encargadas de tratar los viñedos, entre ellas su marido y su hijo. «Todo lo hacemos de manera manual, son unos máquinas», dice enorgullecida. Pero, para lidiar con el calor, se organizan. «Para no sufrir tanto evitamos las horas puntas del día. Solemos empezar a las ocho de la mañana y a eso de las doce del mediodía nos vamos a hacer un trabajo más de bodega. Después volvemos cuando el sol no pica tanto, sobre las seis de la tarde». Aun así, reconoce que este mes ha habido días que el calor era «asfixiante» durante todo el día. «Cuesta más, pero es lo que hay».

Por si esto fuera poco, Esther también tiene que atender a los clientes que acuden a la bodega, donde ofrecen servicio de bar y restaurante. «Este agosto ha sido brutal la gente que ha habido. Todo el mundo venía de golpe y a veces no dábamos a basto», confiesa.

Sin embargo, con sus pros y con sus contras, se siente agradecida.

  1. Raúl García Obrero

    «Si hace mucho calor bebo cuatro litros de agua al día»

El operario bebiendo agua mientras trabaja en la obra. Roberto Ruiz

Tras casi 25 años trabajando en el mundo de la construcción, Raúl García dice estar acostumbrado a las altas temperaturas durante su jornada laboral. Verano tras verano la misma historia. Eso sí, depende de la zona. «Hay muchísima diferencia entre trabajar en el interior, como Los Corrales de Buelna o Arenas de Iguña, y hacerlo en zona de costa, como Santander», confiesa el obrero. En sitios donde hay mar «corre más el aire», pero reconoce que el calor siempre se nota.

Aunque, es tanta la experiencia que tiene Raúl a sus espaldas, que ya ha adoptado una serie de medidas para aliviar el calor. ¿Lo principal? La hidratación. «Me bebo dos litros de agua por la mañana y otros dos litros por la tarde». Por eso, las botellas de agua fría no pueden faltar en la caseta de obra, donde tienen nevera y ducha. Su horario de trabajo es de ocho de la mañana a seis de la tarde, con descanso para comer, y confiesa que muchas veces se pega un baño de agua fría entre turno y turno. «Eso ayuda un poco a refrescarse».

Hay más. Por ejemplo, siempre lleva gafas de sol. Le ayudan a protegerse de los rayos pero también del polvo que levantan las obras. Lo mismo pasa con el casco de protección. «Quieras que no, además de hacer su función y ser obligatorio, también sirve como una gorra para que no te de el sol en la cabeza», dice. Sin embargo, reconoce que los días de mucho calor te hace sudar todavía más. Respecto a la ropa, poco puede hacer. El uniforme tiene que llevarlo y además tiene que cumplir con una serie de normas para garantizar la protección. Botas, pantalón largo, camisa de alta visibilidad...Un truco que a veces hace es cortar las mangas. «Pasar de manga corta a tirantes no es que haga mucho pero algo alivia».

Con todo esto y a pesar de lo sufrido que es trabajar en la calle con altas temperaturas, confiesa que lo prefiere antes que los días de lluvia.

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