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En economía se denomina un juego de suma cero en modelos no cooperativos a una situación en la que la ganancia o pérdida de un participante se equilibra con las pérdidas o ganancias de los otros. Este póker geopolítico que vivimos estos días con la situación en Ucrania ... se parece desgraciadamente a este juego de suma cero, pues en un mundo con recursos y territorios finitos y sin aún bases en la luna estamos cerca de esa sociedad de suma cero con una economía con «crecimiento o progreso real limitado» que presagiaban autores como Lester C. Thurow hace décadas.
Desde nuestra perspectiva regional, el riesgo indirecto en Cantabria se enmarca por el hecho que nuestro comercio con Rusia y Ucrania sólo es el 0,7% de nuestras exportaciones, si bien las importaciones son el 14,9%. Este contexto de continua tensión es de esperar que haga subir la inflación a tasas no vistas en 33 años, pues está al 7,4% (incluidos los precios de la energía y materias primas como cereales y algunos minerales, entre otros), con un fuerte efecto en la industria electrointensiva tan fundamental en nuestra región. Además, será necesario mantener los programas públicos de estímulo y queda aún en el aire el momento exacto en el que se subirán los tipos (en otras palabras, endeudarse ya no saldría 'barato'). Y todo ello sin perder de vista que las exportaciones a Ucrania se triangulan comercialmente con otros países o vienen de centros productivos en países vecinos. Todo un desafío es mantener en nuestra región una actividad industrial competitiva y sostenible en momentos tan difíciles.
En síntesis, el impacto para Cantabria de un conflicto que se desarrolla a cinco horas de avión se espera que sea limitado en lo comercial, pero más notable por el efecto arrastre del coste de la energía y materias primas (donde el problema no es la falta de suministro sino la escasez), además de la propia erosión geopolítica e inflacionaria, si bien hay que esperar para conocer cómo evolucionará este escenario bélico (si se enquista o no en el tiempo), con el añadido de sanciones y vetos entre las partes. Todo lo planteado en líneas anteriores ya no es un ejercicio de economía-ficción. La teoría y las experiencias históricas pasadas aconsejan ir tomando nota en lo que afectará al bolsillo.
Pero lo realmente importante es que lo primero son las personas y parecía que los nuevos conflictos híbridos iban a ser desencuentros que se resolverían por vías diplomáticas. De nuevo, se repiten en nuestro continente los errores del pasado como si esto fuera un patio de colegio interminable. ¿No se ha aprendido nada del siglo pasado?
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