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Supercalifragilístico

Mario Cerro

Santander

Martes, 10 de julio 2018, 07:19

Hace unas semanas quería ser ministro y nadie me hizo caso. Y, claro, con la decepción me olvidé de decirle al presidente Sánchez que había ... otro cargo que me iba como anillo al dedo: delegado del Gobierno, sin más... Sin más cargos, quiero decir. Porque eso de ser delegado del Gobierno, secretario general de tu partido y candidato a presidente de tu Comunidad me viene grande. Me estresa sólo imaginar la conversación mañanera que Zuloaga mantiene con su equipo en plan piña de equipo de fútbol –excluido La Roja, por razones obvias– preparando una jornada cualquiera. Me los imagino repasando la agenda, separando los discursos por carpetas y dejando claro cuáles son los institucionales y cuáles son los del partido para no liarse. Los veo encajando unos actos y otros como buenamente pueden, asistiendo a desayunos, almuerzos y cenas de trabajo, organizando reuniones con sus socios de gobierno para apagar fuegos como el del calendario escolar, que está que arde; buscando huecos para reunirse con los militantes. Y también cuidando cada foto, sonrisa incluida, y cada texto del delegado en las redes sociales.

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