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Fernando Fernández estaba este jueves de guardia. Es médico de Protección Civil en el helicóptero del Gobierno (el equipo de Babcock). Por eso, mientras cuenta lo que sucedió con un accidente a finales de agosto, lleva encima el teléfono. Ese día no estaba de servicio. ... Vacaciones. Andaba por Carmona, una zona a la que está ligado. Era un sábado y estaba cenando. Fue su cuñado el que le llamó para decirle que un chaval magullado por todas partes había aparecido en el pueblo pidiendo ayuda. Aunque el final de aquella historia fuese trágico –el padre del joven falleció–, la actuación del adolescente –tenía quince años– va a ser reconocida el lunes con la Medalla al Mérito de Protección Civil en su categoría de oro. «No sé si otra persona de más edad hubiera tenido el temple y la entereza que tuvo», apunta Fernández, que en el mismo acto será condecorado con la insignia en su categoría de plata.
El doctor huye de la primera persona. Accede a contarlo y a aparecer, precisamente, para reconocer el protagonismo del chaval y descargarle del peso de relatar lo sucedido. Bastante tuvo. Tras el aviso cogió una mochila que suele tener cerca con lo básico y se acercó donde estaba el joven. «Estaba medio pueblo. Todos en silencio, con el crío allí lleno de rajas en los brazos y las piernas». Habló con él y le fue contando. Que su padre y él iban en un todoterreno, de la zona de Terán hacia Carmona. Que tomaron una pista en muy malas condiciones y que cuando el chico se bajó del coche para dar indicaciones a su padre en una parte complicada, el vehículo se fue para abajo. A partir de ahí, una odisea. El crío intentó socorrer a la víctima –«creo que está muerto», le dijo al doctor tras hacer una descripción, por ejemplo, de sus pupilas, «los ojos negros»– y, sin teléfono (lo perdió en el accidente), supo que debía buscar ayuda. Intuyó de noche la dirección a Carmona, atravesó un bosque «como una selva, en la que se tuvo que atascar seguro (de ahí las heridas)», recorrió a la carrera unos cuatro kilómetros, aporreó la puerta de la primera casa que encontró y llamó al 112 en cuanto le dejaron un móvil. Después de movilizar al pueblo, repartió indicaciones para localizar el punto del accidente, colaboró con los agentes y tuvo fuerzas para, él mismo, «llamar a su madre delante de todos y darle la noticia». «Todo con una madurez espectacular teniendo en cuenta lo que estaba pasando».
El doctor contactó con sus compañeros de emergencias y se ofreció a «echar una mano» (el suceso coincidió con un dispositivo de búsqueda en Mogro). Así que acabó con un vecino del pueblo –gran conocedor de la zona– y dos bomberos buscando. Y en contacto telefónico con el chico. «Sin saber los nombres de los lugares, sí que nos fue dando indicaciones precisas».
La conclusión de la historia fue, como casi siempre en estos casos, un cúmulo de casualidades trágicas. Una bifurcación. Una pista buena y una mala (un antiguo cortafuegos en realidad), y una errónea indicación de una aplicación de GPS. Tiraron hasta que ocurrió el accidente. De hecho, se produjo «en la última dificultad que tenían que superar antes de retomar la pista buena». Fernández y sus compañeros tardaron en localizar el vehículo y al hombre. «Le encontramos como a la una y media de la mañana. Yo me acerqué y confirmé que estaba muerto. Todos los detalles que me dio el chico eran correctos. Incluso, aunque no lo hablé con él, tengo la sensación de que el chaval le puso en una posición lateral de seguridad sabiendo que tenía que irse a pedir ayuda. En todo momento supo hacer lo que tenía que hacer».
El médico asegura que en Carmona «nadie va a olvidar al chaval» y también destaca, en este sentido, la actitud que tuvieron los vecinos. «Estoy muy orgulloso de la gente del pueblo».
La historia se recordará este lunes en el Palacio de Festivales. Allí el Gobierno entregará unas medallas que no se conceden desde 2010 y que han reconocido otras veces al Cermi-Cantabria, al Equipo de intervención psicosocial de Cruz Roja, a las federaciones de Salvamento y Socorrismo y de Surf, los jefes de comarca de la Dirección General de Biodiversidad o a los Talleres e Imprenta Regionales. En esta ocasión, además de al menor y a Fernández se reconocerá al Equipo de Intervención de Protección Civil y a los bomberos autonómicos. Será por dos rescates de especial dificultad acaecidos el 24 diciembre de 2020, en San Roque de Riomiera, y en junio de 2022, en el pico San Vicente de Ramales de la Victoria (Fernández participó activamente en este suceso). «Ambos fueron efectuados de forma conjunta e impidieron la muerte o consecuencias más graves a las personas afectadas», indica el Ejecutivo.
Paula Fernández, consejera de Presidencia e Interior, resume que la idea es reconocer la capacidad de estas personas, que «dan más de lo que es exigible y se fijan como objetivo primordial salvar vidas». En actuaciones como la de San Roque de Riomiera –allí estuvo también el GREIM de la Guardia Civil– «que duró más de doce horas en condiciones extremas», o como la de Nochebuena de 2020, en periodo de pandemia, «que consiguió el rescate de una familia de Madrid, con niños menores a su cargo».
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