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Viernes 13 de marzo de 2020. El presidente Pedro Sánchez anuncia una medida excepcional: se decreta el estado de alarma en todo el país, esto es, el confinamiento estricto de la población para tratar de frenar la transmisión del covid-19, un virus que en ... pocas semanas ha pasado de sonar exótico a revelarse en un familiar, un amigo o un vecino. Así que todos a casa, menos los sanitarios y otros profesionales esenciales. Los colegios, escuelas e institutos se cierran y la actividad lectiva se traslada a partir de ese momento a las pantallas de los ordenadores, de las tabletas y teléfonos móviles.
El tercer trimestre del curso 2019-2020 fue telemático. En primera instancia, el Gobierno cántabro cerró los centros por quince días, pero la realidad del covid se impuso y el confinamiento duró meses. Fueron dos cursos en uno, y el segundo, el que empezó aquel 13 de marzo, fue inédito, tremendamente difícil, y exigió la implicación extra de docentes, alumnado y familias.
Las condiciones se flexibilizaron en casi todos los ámbitos: se suavizó la burocracia, se liberaron ayudas, se decretaron exenciones y, en definitiva, se trató de salvar cierta normalidad acomodándola a las difíciles circunstancias covid. También en Educación, porque aquel no era un curso normal. Entre otros, el Ministerio emitió una orden para fijar los criterios de evaluación. «Para que los estudiantes no pierdan el curso y puedan continuar avanzando en su formación, teniendo en cuenta de manera especial la situación de los más vulnerables, la evaluación será continua, la promoción de curso será la norma general y la titulación debe ser la práctica habitual para aquellos alumnos que finalicen 4º de ESO o 2º de Bachillerato y FP», rezaba el texto.
Esto ha tenido reflejo en las estadísticas de suspensos en Cantabria y, en general, en las del resto de autonomías. Centrando el tiro en toda la Secundaria (ESO y Bachillerato), los porcentajes de estudiantes que no promocionaron en el curso 2019-20 se desplomaron: si Cantabria venía de un 10,87% en el curso 2017-18, y de un 10,64% en el año escolar posterior, el primer curso covid la cifra quedó en un 4,25%. Es decir, suspendieron menos de la mitad de los alumnos que lo hicieron en cursos anteriores (con matrículas similares). En número de estudiantes, se pasó de 3.060 a 1.250.
El descenso fue generalizado en los cuatro años de la ESO, y especialmente en el último de ellos. En 4º el alumnado obtiene el título de Educación Secundaria Obligatoria y ese curso 2019-2020 solo el 2,27% de los estudiantes matriculados no promocionó. Un año antes el porcentaje había sido del 8,58%.
2,6es la tasa de alumnado repetidor en la ESO en Cantabria, frente al 4,2 nacional
También fueron muy notables los porcentajes de no promoción en 2º de Bachillerato, el curso final de la etapa que desemboca, por lo general, en la EBAU y en los estudios universitarios. Los suspensos en el Bachillerato de Ciencias se redujeron al 5,27% (más de diez puntos), y en el de Humanidades, al 9%, cerca de trece puntos. Una situación similar se vivió en los estudios preuniversitarios especializados en Artes escénicas y Artes plásticas.
La gráfica de los suspensos en Secundaria se hunde claramente al término del primer curso covid en Cantabria. Sin embargo, repunta solo un año escolar después, según reflejan los datos oficiales que maneja la Consejería de Educación y FP.
Los porcentajes, si bien son algo más bajos que en tiempos prepandémicos, se asemejan bastante a los de aquella realidad sin mascarillas ni distancias de seguridad. El pasado curso 2020-21, la cifra del alumnado de ESO y Bachillerato que no pasó de curso se situó en el 9,12%, solo un punto y medio por debajo de lo registrado el último año escolar previo a la pandemia. En todos los cursos de ambas etapas la cifra creció en mayor o menor medida.
2,9es la tasa de suspensos en ESO en los centros públicos, frente al 1,9 de los privados
El Ministerio de Educación y FP, por su parte, ha publicado las tasas de suspensos en la ESO. Cantabria está en el 2,6 y España, en general, en el 4,2. Es decir, la comunidad está dos puntos por debajo y esa diferencia se mantiene en el análisis curso a curso. Suspenden más hombres que mujeres (la tasa para ellos es del 2,9 y del 2,2 para ellas) y se aprecian diferencias entre lo que ocurre en los centros públicos y en los privados. En los primeros la tasa de suspensos es del 2,9 y en los segundos, del 1,9.
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