El talento salta las barreras

Entre las asistentes a la convocatoria realizada por El Diario en El Sardinero se congregan diversos perfiles, desde propietarias de negocios surgidos como una idea personal hasta continuadoras de la trayectoria de un grupo familiar, pasando por directivas de entes públicos clave para el desarrollo regional. Tal es el caso de Iciar Amorrortu en Sodercán, primera mujer en tomar las riendas de Sodercán tras décadas de gestión masculina que, admite, ha tenido que romper con algunas tabúes desde que accedió al puesto. «En el sector público tal vez es donde se hayan alcanzado mayores cuotas de igualdad aunque en los puestos de responsabilidad sigue habiendo minoría de mujeres».

En los corrillos que surgen durante la preparación de la fotografía, así como en las conversaciones previas para citarlas para el reportaje, trascienden diversas experiencias, que muestran que la reivindicación del 8M todavía es necesaria. Las hay que opinan que las diferencias por género son cosa del pasado, mientras que hay casos puntuales en que la condición de mujer y la perspectiva de la maternidad las ha descartado de inmediato para un nuevo puesto de trabajo.

María Pardo de Santallana, directora del Zoo de Santillana, opina que «la principal barrera es nuestra propia naturaleza, que nos empuja a estar pendientes de nuestros seres queridos en detrimento del trabajo».

Mar Bolado Entrecanales, ideóloga y propietaria de la compañía Stringflex, sostiene que «desde que estamos en la empresa hay menos obstáculos porque solemos visibilizarnos»; mientras que María Vega, que preside el Clúster de la Industria Nuclear de Cantabria, afirma que «hoy en día todavía es notorio que hay barreras. Se avanza mucho pero son necesarios instrumentos como los planes de igualdad en las empresas».

De la misma opinión es Marián Rodríguez, directora de Recursos Humanos en Mindasa, que pone de manifiesto que «el principal obstáculo es una condición inherente a nosotras, como es el momento de quedarnos embarazados y la traba que puede suponer para acceder a una oferta de empleo». Por ello, aboga por una regulación que permita legislar en igualdad y mitigar estas potenciales diferencias.

En el ámbito ejecutivo, Beatriz Sancristóbal, directora general del centro tecnológico CTC, tiene claro que «el talento no es una cuestión de género. Hay barreras culturales, que se sostienen por la tradición; y quizá también educativas». En este sentido, admite que hay que hacer más atractivas para las adolescentes las carreras técnicas para elevar su presencia en estas ramas profesionales.

Cantabria se caracteriza además por la importancia e influencia de sus empresas familiares, negocios que van evolucionando de generación en generación y en los que hay «diferencias», según Paloma Fernández, del Grupo Sifer y presidenta de la Asociación Cántabra de la Empresa Familiar (Acefam). A su juicio, «las cosas han mejorado mucho, y pienso que también depende del sector. Más por parte de los clientes que de las propias empresas».

En esa tesis coincide Gema Coria, de Vega Pelayo y presidenta de Jóvenes Empresarios. «Dentro del proyecto familiar no hay diferencia. Tal vez sí que se ha minusvalorado el papel de la mujer dentro de un puesto de Dirección». Sylvia de Miguel, del Grupo SIEC y directora de Move & GO, abunda en esa línea y cree que «las empresarias debemos dar ejemplo y crear compañías socialmente responsables e igualitarias».

Apuntala esta premisa Mar Gómez Casuso, de Hergom y Hearthstone Corporation. «Depende de los sectores. Se van eliminando barreras con talento y esfuerzo. La educación es importantísima, sobre todo en valores», concluye.