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La teoría era buena: librar del estigma a todos los que alguna vez han tenido que guardar su turno para recibir una bolsa de alimentos. Hacer desaparecer las colas del hambre, básicamente. Pero en la práctica, la puesta en marcha del programa de tarjetas monedero ... ha sido, desde que se planteó como proyecto, a crónica de un fracaso anunciado. Ahora se demuestra que los 891.000 euros asignados por el Estado a Cantabria para este fin se han quedado muy cortos. Tanto que se han agotado en menos de dos meses, pues la iniciativa se puso en marcha el 1 de mayo y se ha tenido que cerrar el 20 de junio «por falta de fondos», indican en el Instituto Cántabro de Servicios Sociales (Icass). Las voces más críticas denunciaron desde el inicio que los requisitos de la nueva ayuda excluían a miles de personas vulnerables, pero es que incluso quienes los cumplían se han quedado con una mano delante y otra detrás.
«Esto ha sido un despropósito total», protesta el director general de Dependencia del Gobierno regional, Eduardo Rubalcaba. «Se ha hecho sin planificación, sin contar con la opinión de las comunidades autónomas y sin elaborar unas instrucciones que eran necesarias para que fuera eficaz», critica. Lo lógico, explica, era que esa transición de los cauces más tradicionales para la concesión de la ayuda al nuevo formato se hubiera hecho de forma paulatina. Ahora, sólo queda hacer balance de un fiasco.
891.000 euros es la partida que llegó a Cantabria desde Madrid para las tarjetas monedero.
130 euros es la ayuda mínimaque se le da a una familiade dos miembros.
14.000 personas necesitan en Cantabria ayuda económica para comprar alimentos.
Desde Cruz Roja, encargada de distribuir las tarjetas monedero desde el pasado 1 de mayo, se ha atendido a 2.429 personas. En total, son 652 familias que disfrutarán hasta final de año en Cantabria de una subvención mensual que oscila entre los 130 y los 220 euros, dependiendo de los miembros que constituyen el hogar. Un dinero que va a una tarjeta de crédito que es canjeable sólo en tres grandes superficies: Carrefour, Alcampo y Eroski. Pueden adquirirse con ella productos de alimentación y enseres de higiene y cuidado para menores. Dicen los expertos que el formato es más justo porque cada familia es un mundo y sus necesidades, específicas. Que el modo tradicional de reparto de alimentos equiparaba a todos y no distinguía las verdaderas necesidades de cada cual. Pero se ha demostrado que para llevarlo a cabo hace falta más dinero. Las críticas principales han llegado también porque estos tres supermercados están ausentes en buena parte del territorio regional, lo que obliga a los beneficiarios a gastar en transporte lo que van a ahorrarse en alimentos.
El plan no funciona y basta con repasar las grandes cifras. Para hacerse una idea, hay en Cantabria cerca de 14.000 bocas que acuden de forma recurrente a Cruz Roja o al Banco de Alimentos para recibir algún tipo de ayuda para alimentación. Si se hace una sencilla regla de tres, la tarjeta monedero sólo satisface las necesidades de un 17% de la población vulnerable cántabra. Una cifra irrisoria si se tiene en cuenta de que de lo que se habla es de gente que está pasando hambre. Por eso la reacción del Gobierno regional no ha tardado en llegar.
La presidenta, María José Sáenz de Buruaga, anunció hace unos días, en el Debate del Estado de la Región, que mediante decreto pondrá en marcha una concesión directa al Banco de Alimentos por valor de 110.000 euros para que pueda seguir prestando ayuda a todos los que han quedado en la estacada. Se vuelve con esta medida a los cauces habituales para el reparto. Aquel que, según quienes idearon el modelo de tarjeta monedero, estigmatiza al usuario. «El cambio de criterio de España para otorgar estas ayudas ha dejado a muchas familias fuera», denunció la presidenta hace semanas, cuando aún no se conocía que la cuantía llegada del Estado se había agotado.
Esos 891.000 euros suponen una cantidad exigua de los 527 millones enviados por Europa para subvencionar las tarjetas monedero en todo el país. Cantabria se lleva sólo un 0,17%, que lógicamente se ha distribuido con parámetros poblacionales, dispersión e índice de pobreza, entre otros. Pero en todo caso las cuantías se están demostrando insuficientes en casi todas las comunidades. Y en Cantabria ha sido el Ejecutivo regional el que se ha visto obligado a intervenir.
Recuerda que sólo podían beneficiarse familias con al menos un menor de 14 años al cargo y cuyos ingresos fueran inferiores a la renta media nacional, es decir, que sus ingresos no pueden superar los 600 euros al mes, los 7.200 anuales distribuidos en doce pagas o los 8.400 anuales en catorce pagas.
El importe depende del número de personas que forman la unidad de convivencia. Tendrá un saldo de 130 euros mensuales si es de dos miembros (una persona adulta con un menor), de 160 si es de tres, de 190 si es de cuatro y de 220 si es de cinco o más.
Ahora, todos los que se han quedado fuera deberán acudir al Banco de Alimentos desde donde se gestionará la concesión del Gobierno. Lo que resulta inevitable es plantear la duda matemática. ¿Si 891.000 euros de subvención estatal de las tarjetas monedero han sido insuficientes, podrá subsanarse ese déficit con la subvención de 110.000 euros al Banco de Alimentos? «Todavía habrá que esperar para ver si nos llega pero lo que hay que tener en cuenta es que mientras las tarjetas monedero se utilizan en el supermercado como cualquier ciudadano, al precio normal, nosotros lo que hacemos desde el Banco de Alimentos es comprar siempre al por mayor, con lo cual da mucho más de sí», razona la directora de la entidad, Gema Calle.
A ese dinero que llegará «lo antes posible» del Gobierno regional hay que sumarle las subvenciones de los ayuntamientos y las donaciones privadas. «Este dinero del Gobierno regional nos va a venir francamente bien porque nos hace falta», detalla, aunque también confiesa que justo ahora, en los meses de verano, se vive un desahogo. «Es precisamente ahora cuando el turismo incentiva el empleo en muchas de las familias que durante el resto del año se encuentran más necesitadas. Ahora, justo, decae bastante la demanda, y eso nos da un respiro», reconoce Calle justo ahora, cuando los equipos sociales de los ayuntamientos -que son los que han hecho las derivaciones desde otras entidades al Icass desde que en mayo se pusiera en marcha el plan- llevan días informando a las familias de que deben detener su solicitud de tarjeta monedero porque ya no hay más dinero.
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