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Bee es una oveja risueña, que luce un sombrero de ala ancha y sabe tejer. Bee también tiene muchos años y la memoria algo quebrada. Sin embargo, con la ayuda de Vaca, Elefante, Panda y demás compinches podrá recordar y, lo que es más importante, ... dar valor a esos recuerdos.
La historia de Bee se cuenta en el libro ilustrado 'Tas tas. El punto hacia atrás', que es uno de los «proyectos intergeneracionales» que ha puesto en marcha la Fundación San Cándido. ¿Y por qué intergeneracional? Porque sus autores, que se cuentan por decenas, tienen entre dos y 90 años, y durante varios meses han compartido las horas estampando, dibujando, coloreando y conversando de todo un poco. Así, los escolares del colegio de Educación Infantil de San Cándido y los residentes del centro que la Fundación tiene en Cajo (Santander) se han encargado de la parte artística de un proyecto que ha acabado involucrando a toda la plantilla de San Cándido, encargada de armar la historia y de crear «de cero» los materiales para componerla. Así que la autoría de 'Tas tas' no puede ser más coral.
«La implicación de la comunidad ha sido brutal. Además, gracias a la continuidad del proyecto, se han establecido vínculos muy bonitos entre los mayores y los pequeños. Han sido muchos meses viéndose cada quince días y trabajando por parejas», cuenta con entusiasmo Nuria Ruiz, directora de Organización y Personas en la Fundación.
El resultado del proyecto ha sido tan «espectacular» que en San Cándido decidieron publicar el libro de la mano de Alter Ego Ediciones. La tirada inicial es de 1.500 ejemplares de tapa dura y a todo color. Lo presentaron ayer en un acto al que asistieron la alcaldesa de Santander, Gema Igual, el editor Javier Granda y la escritora Conchi Revuelta, que además de ser una autora muy seguida en el club de lectura de San Cándido, es la madrina de 'Tas tas'. El punto hacia atrás'.
El título, de hecho, es un guiño a la forma de tejer de tantas mujeres a lo largo de los años. Muchas de ellas siguen haciéndolo en las galerías y zonas comunes de San Cándido, a solas o en compañía. Por eso, este libro es una forma de conjurar la memoria por partida doble: por un lado, quiere subrayar la importancia de los recuerdos de las personas que envejecen, recuerdos que a veces se diluyen a causa de un deterioro cognitivo o de un proceso de demencia; y, por otro, pone en el centro el punto, las lanas y las agujas, un pedacito de patrimonio.
San Cándido empezó con las actividades intergeneracionales en el año 2015, cuando el colegio, que tiene aulas de 0 a 3 años, abrió sus puertas en el mismo recinto de la Fundación. Desde entonces, «hemos hecho teatro, talleres de cocina, de manualidades, de todo tipo. Y también las fiestas de la residencia son conjuntas. Los niños y los mayores están integrados en la vida diaria de la Fundación», resume Nuria Ruiz.
El pasado septiembre, cuando ella y su equipo se pusieron a diseñar la nueva programación, decidieron crear su primer cuento. «La finalidad era dar visibilidad a las relaciones intergeneracionales porque somos un centro intergeneracional gracias a nuestro colegio, y también porque nos relacionamos con otros centros» de la ciudad, como los IES Santa Clara y Torres Quevedo, o el Colegio La Salle. Alumnado de todas las edades, de Infantil a los grados de Formación Profesional, visita la residencia y el centro de día. La meta, incide Ruiz, es que «los chicos nos conozcan y así luchemos un poco contra el edadismo. Se trata de vencer prejuicios porque todos somos necesarios en la sociedad, también cuando cumplimos 90 años».
En la Fundación se pusieron manos a la obra. El personal de enfermería, el del servicio de dinamización, los fisioterapeutas, los responsables de las unidades, los trabajadores sociales... «todos se implicaron en el proyecto», evoca Ruiz. Primero compusieron la historia de la oveja Bee, de Vaca, Elefante, Panda, Dromedario, Burro y el resto de personajes. Hicieron los bocetos de las ilustraciones al tiempo que el personal de mantenimiento creaba unos sellos de madera y espuma adaptados a niños y adultos. Y luego, en los meses de otoño e invierno, los residentes, los usuarios del centro de día y los escolares fueron estampando las láminas. En cada una de ellas, han dejado su huella dactilar a modo de firma.
Al concluir el proyecto, Ruiz y su equipo evaluaron el proceso y el resultado con la plantilla. Uno de los comentarios que más emocionó a la responsable de Organización fue este: «Nos quedamos con que los usuarios han disfrutado. Lo importante son los momentos, a pesar de que no queden en su memoria a largo plazo».
'Tas tas. El punto hacia atrás' es «un viaje que nos recuerda la importancia de lo vivido, el respeto y la necesidad de generar espacios donde todos tengamos cabida, independientemente de nuestra edad», resume la Fundación, que entregará ejemplares del libro a los residentes y usuarios del centro de día, a los alumnos del colegios, a los trabajadores del centro... A partir de este lunes, pondrá a la venta el cuento en sus instalaciones. «Nuestro fin es dar a conocer el proyecto, vencer los prejuicios y mostrar que en las residencias se hacen cosas bonitas e innovadoras», apunta Ruiz, que solo le pone un pero al proyecto: «Hemos dejado el listón muy alto para el próximo año», apunta entre risas.
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