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El pasado martes, Sergio Silva calificó los resultados cántabros del último Informe PISA como «buenos». Tres días después, el consejero de Educación, FP y Universidades (PP) se atreve a considerarlos como «muy buenos». Superando en más de veinte puntos la media española en las ... tres competencias analizadas -Matemáticas, Ciencias y Lectura-, Cantabria ha conseguido que su sistema educativo se convierta en el tercer mejor del país, solo superado, en términos globales, por el de Castilla y León y el de Asturias. Con estos dos territorios, la comunidad comparte unas ratios bajas -Cantabria, de hecho, ostenta la más reducida del país (8,9), según la Fundación Ramón Areces- y una inversión educativa sostenida en el tiempo.
Silva cree que esas dos claves explican los resultados autonómicos, junto con la «estabilidad» de las políticas educativas a lo largo de las legislaturas y junto con un aspecto sociocultural: «La importancia que, en general, le conceden las familias de Cantabria a la educación. Eso no pasa en todos los lados, así que esto es un éxito de los docentes y de las familias», celebra el consejero.
Lo cierto es que la comunidad educativa esperaba los datos PISA de 2022 con algo de incertidumbre. ¿Qué depararía a la comunidad el primer informe realizado tras la pandemia? Cerca de 2.000 alumnos cántabros de 15 y 16 años completaron en la primavera del pasado año las pruebas del estudio que promueve la OCDE. Y sus resultados han sido buenos: obtienen 495 puntos en Matemáticas, 504 en Ciencias y 494 en Lectura, situándose por encima de los promedios nacionales. Un hito que, además, llega en un contexto de descensos generalizados.
La regionalista Marina Lombó, predecesora de Silva en el cargo, cree que la respuesta de los docentes durante la pandemia refleja la eficacia de las políticas y el «compromiso» de la comunidad educativa. El covid puso a prueba la solidez de un sistema que, a la luz de los datos PISA, ha visto probada su robustez, opina Lombó. «Han sido muy importantes las ratios -su equipo y los sindicatos acordaron instaurar un máximo de 20 alumnos por aula en el segundo ciclo de Infantil, una medida que luego se extendió a 1º de Primaria-; la estabilidad del empleo -con ofertas anuales- y la formación de los docentes. El efecto de estas medidas quedó demostrado en la pandemia. Y creo que el esfuerzo que hicimos por la presencialidad durante el covid fue clave. Es un esfuerzo que ha merecido la pena», analiza la consejera a la que le tocó anunciar el cierre de los colegios e institutos cántabros el 14 de marzo de 2020. Después vinieron los meses de educación a distancia, con docentes y alumnos comunicándose a través de las pantallas; y después fue el turno de los planes de contingencia en los centros y de las aulas confinadas. En los albores de la primavera de 2022, momento en que se realizaron las pruebas del último Informe PISA, Cantabria puso fin a las cuarentenas.
Volviendo al informe, la región parece haber superado la crisis con mejor nota que muchos territorios de su entorno y se sitúa «a la altura de los mejores países europeos», tal y como ha destacado STEC.
No es descabellado pensar que los resultados tengan que ver con una estrategia política, sindical y social a largo plazo. Hay que recordar que Cantabria asumió las competencias educativas en 1999 y que, a partir de ahí, se puso a construir su propio modelo. En 2006, año en el que nació el alumnado que protagoniza este último Informe PISA, el PSOE estaba a los mandos de la educación cántabra. Tanto para Eva Díaz Tezanos, consejera por entonces, como para los siguientes responsables socialistas, los resultados del Informe PISA hunden sus raíces en ese modelo educativo concebido en 2003; un modelo que puso el foco, inciden, en la inversión y en las ratios, pero también en los planes de «atención a la diversidad», en la «equitatividad» y en la «mejora de las condiciones de trabajo» del profesorado.
Díaz Tezanos fue consejera entre 2003 y 2011. «Fueron unos años en los que modernizamos el sistema educativo y pusimos en marcha un proyecto educativo propio, dando respuesta a los retos que la sociedad planteaba en aquel momento», considera. Las políticas aplicadas «dieron un giro a la educación de Cantabria». ¿Pero cuáles? La exconsejera enumera varias: los planes de atención a la diversidad, de convivencia, o de lenguas extranjeras; la escolarización temprana con aulas de 2 años; las medidas de refuerzo educativo; la apuesta por las tecnologías o el progresivo incremento de profesorado para reducir las ratios. «Políticas que aportaron calidad y equidad a nuestro sistema educativo», valora Díaz Tezanos, que, como también defiende Sergio Silva, cree que Cantabria tiene «un buen sistema educativo, fruto del trabajo de todos los sectores de la comunidad educativa».
«El núcleo del sistema se ha mantenido durante las legislaturas y se ha ido avanzando en función de las nuevas demandas y realidades sociales»
«El impulso a la FP en Cantabria en los últimos 15 años ha tenido un importante papel en estos resultados. Es un elemento diferenciador»
«Una de las claves es que se ha mantenido a lo largo de los años un sistema inclusivo y preocupado por la mejora de todos y cada uno de los alumnos»
«El modelo impulsado en 2003 está centrado en atender la diversidad, de modo que tenemos uno de los sistemas educativos más equitativos del país»
En cualquier caso, Díaz Tezanos subraya que las políticas educativas tienen «impacto y reflejo a lo largo del tiempo». Es decir, son estrategias que huyen de la inmediatez y del efecto milagro. Y aquí puede encajar la reflexión de Miguel Ángel Serna, el consejero del PP que ocupó el cargo entre 2011 y 2015, y que, más allá de las ratios y la inversión, cree que «el impulso a la FP en los últimos 15 años ha tenido un importante papel en los resultados del informe». «Es -continúa Serna- un elemento diferenciador» porque ha procurado un «cauce» educativo y una motivación a alumnos que, quizá, ya no encontraban acicate alguno para seguir en el sistema educativo, observa el exconsejero. Y apunta a un segundo factor: «El entorno socioeconómico de Cantabria, que es bastante uniforme y que, lejos de cambiar, como ha ocurrido en otras comunidades autónomas, se mantiene estable».
Serna, cuya etapa no estuvo exenta de encontronazos con los sindicatos, alaba el «gran compromiso» de la Administración y de los docentes «con la calidad educativa» ya que, entre otras cosas, entienden «que las evaluaciones tienen importancia y que, muchas veces, las comparaciones ayudan a mejorar». Y concluye su valoración ensalzando el trabajo de todos los consejeros: «Ha habido continuidad».
«La formación de docentes y las ratios son esenciales. Y también haber mantenido la presencialidad durante la pandemia, un esfuerzo que ha merecido la pena»
«El compromiso es reducir la ratio de alumnos en toda la Primaria, y, para ello, espero conseguir un gran acuerdo con los sindicatos la próxima primavera»
Esa idea de la continuidad la comparten sus compañeros en el cargo, como el socialista Ramón Ruiz, que, además de ejercer como director general de Educación entre 2003 y 2011, años en los que se dio un «fuerte impulso a la creación de las bases de un sistema educativo sólido», fue consejero de 2015 a 2017. Los cimientos colocados hace 20 años siguen vigentes, cree Ruiz, que recuerda cómo los aularios y los despachos se abrieron entonces a la innovación y a los planes de convivencia y de atención a la diversidad. «Nos fuimos adaptando a lo que pedía la modernidad con un modelo que iba más allá de la enseñanza memorística y se centraba en los procesos. Un sistema educativo propio», evoca.
«Una de las claves es que se ha mantenido a lo largo de bastantes años un sistema educativo inclusivo que se ha preocupado por la mejora de todos y cada uno de los alumnos», continúa Ruiz. Y de ello darían cuenta indicadores, como los resultados de la población inmigrante en el Informe PISA. Además, echando la vista atrás, el consejero que puso en marcha en el curso 2016-17 el pionero calendario bimestral no detecta «rupturas bruscas» en las políticas educativas autonómicas a lo largo de los años, sino que observa continuidad.
50 centros educativos
de Cantabria participaron en las pruebas PISA 2022.
A Ruiz le sucedió en el cargo el socialista Francisco Fernández Mañanes, que también cree que los mimbres del modelo educativo impulsado en 2003 perviven. Es «un modelo centrado en atender la diversidad, de modo que tenemos uno de los sistemas más equitativos del país; que ha puesto el acento en mejorar las condiciones de trabajo de la educación, y, sobre todo, en la ratio de alumnos», apunta. El «alto nivel educativo» de las familias -«de las madres, concretamente»- y «un factor exógeno, como es la baja tasa de inmigración», también explican los datos del Informe PISA 2022, dice el exconsejero.
Ahora en manos de Silva, la educación parece que continuará con la rebaja de las ratios en Primaria hasta que en todos los cursos de esa etapa se imponga un máximo de 20 alumnos por aula. El consejero asegura que los datos de PISA han reafirmado su decisión y que este es el «gran acuerdo» con los sindicatos que quiere lograr en 2024. Silva también destaca el «esfuerzo inversor de Cantabria» -según el Ministerio, el gasto público en educación no universitaria habría crecido en torno al 40% entre 2006 y 2021- y esa continuidad a la que apelan sus predecesores. «La educación es estabilidad», concluye.
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