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Pocas materias suscitan la visceralidad que trae consigo la tauromaquia. Amor, odio, pocas veces indiferencia, muchos son los sentimientos que despierta un mundo arraigado desde hace más de diez siglos en el ADN español y que recientemente ha vivido un agrio debate a conseciencia de ... la retirada por parte del ministro de Cultura, Ernest Urtasun, del Premio Nacional que recompensaba con 30.000 euros a figuras destacadas relacionadas con el mundo del toro. Con motivo del Día Nacional de la Tauromaquia, instaurado por la Fundación del Toro de Lidia coincidiendo con la fecha de la muerte de Joselito, el Rey de los Toreros, profesionales cántabros y representantes del colectivo antitaurino analizan la situación del toreo en la región.
«La tauromaquia está en una situación excepcional». Para Antonio Bañuelos, ganadero burgalés afincado en Santander y presidente de la Real Unión de Criadores de Toros de Lidia, la discusión no tiene dudas. «Plazas como Sevilla o Madrid presentan llenos diarios, se han recuperado otras como Cáceres, Ciudad Real, Móstoles o Valdemoro y políticamente ha habido unas declaraciones del ministro de Cultura que nos han favorecido a todos muchísimo», reflexiona.
Más allá de las opiniones particulares, sirvan algunos datos para contextualizar la situación de los festejos taurinos. Datos, fríos quizá, que apuntan a que corridas y novilladas se han reducido con respecto a principios del siglo XXI, una época de excesos, pero han crecido sin embargo en relación a los últimos años. Así, en España, en 2023 se realizaron un total de 20.821 espectáculos, contando en esta cifra los festejos populares, que forman parte del todo relacionado con el mundo del toro, lo que supone un aumento del 1,42% con respecto a 2022 y del 5,48% en relación a 2019 –teniendo en cuenta entre medias el parón por la pandemia–. Si nos ceñimos exclusivamente a las corridas de toros, el número el pasado curso fue de 403, algo inferior al de 2022 (436) y superior al de 2019, cuando se celebraron 349 festejos con cuatreños. A estos festejos en plaza asistieron casi 6,5 millones de espectadores, cifras similares a las de hace más de una década y que muestran que la afición taurina vive un repunte. En Cantabria, el total de festejos en 2023 fue de 32, de los cuales 13 fueron festejos mayores y 19 populares.
«Está en una situación excepcional, se han recuperado plazas como Cáceres o Ciudad Real».
«Es el espectáculo más transgresor que existe, es una escenificación de la vida completa»
«Es un sector que apuesta por el maltrato y la muerte de animales a la vez que lo llama cultura»
«Existe una sensibilidad social contraria a ella, somos contrarios a que se destine dinero público»
Parte de esos espectáculos fueron impulsados por Tudanca Toros, cuyo gerente, Eduardo Martínez, cree que «si hay una comunidad autónoma en el norte donde la tauromaquia está más viva que nunca es Cantabria. En los últimos diez años la afición ha aumentado de manera exponencial y son muchos los pueblos que celebran festejos con enorme éxito. Los toros están de moda entre los jóvenes en la región».
Pueblos recuperados, dos novilleros de luces (Eduardo Rodríguez y Hugo de Juana) paseando el nombre de Cantabria por España por primera vez en tres décadas, una escuela taurina que funciona como centro y que ha organizado ya dos certámenes para jóvenes promesas y un subalterno, Julio López, que pasa por ser uno de los mejores terceros del escalafón de los de plata. Nacido en Guarnizo, criado, taurinamiente hablando, en Soria y residente en Madrid, el banderillero cree también que la situación es positiva. «Este año he toreado en Pesaguero y soy consciente de que en Cantabria se está apostando por llevar los toros a las zonas rurales, ese día hubo una gran entrada», destaca.
Que con la tauromaquia no hay término medio lo ha demostrado la retirada, por parte del Ministerio de Cultura que dirige Ernest Urtasun, del Premio Nacional de Tauromaquia, una decisión que ha unido al mundo del toro y ha lanzado a todos los partidos políticos a buscar votos entre pro y antitaurinos. Más allá de filias y fobias, los profesionales no están de acuerdo con la razón esgrimida por el Gobierno de España, que apunta a la poca relevancia que tienen los toros en la actualidad. «En las plazas hay muchos chavales jóvenes», apunta López, «lo que asegura el relevo». Eduardo Martínez va todavía más allá y equipara la situación actual a un acto de rebeldía de la gente joven. «La tauromaquia es el espectáculo más transgresor que existe, es una escenificación de la vida completa, desde el nacimiento hasta la muerte, en la que no se esconde nada». Bañuelos alude a la principal cantera de aficionados para los espectáculos en plaza: la calle. «Hay una evolución de los foros taurinos a través de la gente joven que se va aficionando a través de los festejos populares, muy extendidos por toda España». Es decir, recoger para luego sembrar, algo a lo que muchos empresarios y autoridades taurinas todavía son ajenas.
Si la corriente taurina ha crecido en los últimos tiempos es, sin duda, en contraposición a un lobby antitaurino potente, financiado desde diferentes países del orbe mundial y que busca, ante todo, el final de la tauromaquia. Para Mercedes González, coordinadora de Podemos en Cantabria, «en la región quedan muchos pasos por dar todavía, como en el resto del país», para la erradicación de los espectáculos con toros. Añade, además, que la retirada del Premio Nacional «debe de ir acompañada de la retirada de todas las subvenciones económicas que, desde lo público, se vienen regalando a un sector que apuesta por el maltrato, el sufrimiento y la muerte de animales públicamente, a la vez que lo llaman cultura».
En la misma línea se posiciona Paulu Lobete, secretario general de Cantabristas, que coincide en su valoración con el ministro de Cultura. «Existe una sensibilidad social mayoritaria en contra de esta práctica y somos contrarios a que se destine dinero público a su promoción. La retirada del Premio Nacional de Tauromaquia es coherente con la opinión de la mayoría de la población y, prueba de ello, es que ni siquiera el Gobierno de Cantabria se ha planteado la creación de uno propio». Otras entidades antitaurinas, como Pacma y la Fundación para la Defensa Animal de Cantabria (DEAN), han declinado participar en el reportaje, estos últimos aludiendo a que para ellos en el Día Mundial de la Tauromaquia no hay nada que celebrar.
Más allá de premios, días mundiales y opiniones contrapuestas, lo único seguro es que entre las partes nunca va a haber acuerdo. Fuente de riqueza y de naturaleza a través de las dehesas, en la propia idiosincrasia de la tauromaquia y su rito está la polémica, el juego de la vida y la muerte, la sangre y la visceralidad de un mundo cuyo principal problema interno en los últimos años ha sido la desunión. Ahora, con el enemigo irreconciliable enfrente, profesionales y aficionados parecen caminar todos a una, justo en el momento en el que el mundo antitaurino flaquea por alguna división interna. Pase lo que pase, el debate no se apagará mientras el dios uro se mantenga sobre una calle española.
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