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Es la centralita que da servicio al 70% de la población de Cantabria y a la que están adscritos casi la mitad de los taxis ... de la región (hay 512 licencias en toda la comunidad). Pidetaxi opera en Santander y todo el arco de la Bahía, en Torrelavega y en el resto de la comarca del Besaya, además de en Laredo, Santoña, Colindres y su entorno. Hay otras centralitas de menor envergadura y un buen número de profesionales en el sector rural que trabaja de forma independiente, pero, juntos, se quedan lejos del volumen de esta plataforma. Por eso, para medir el volumen de actividad en el sector es la herramienta más fiable. A través de las llamadas atendidas.
«No hay otro baremo», explican los profesionales. Y la conclusión al cierre de 2021 es que, pese a recuperar volumen respecto a un desastroso 2020 (que tuvo casi tres meses de actividad casi cero y el resto del año condicionado), los datos están lejos de los que se daban antes de la pandemia. En concreto, la diferencia con respecto a 2019 es de casi un 20%.
Traducido a números concretos de llamadas, fueron casi 150.000 menos. ¿Motivos? «Sobre todo, las restricciones», pone sobre la mesa Manu Andoni Ruiz, presidente de la Federación Cántabra del Taxi. Las que les afectaron directamente y las que estaban dirigidas a otros sectores. En su caso, durante buena parte del año pasado, en los vehículos se podía llevar únicamente a dos personas por cada fila de asientos. Teniendo en cuenta que no se podía ocupar la plaza de copiloto, en la práctica era reducir a un máximo de dos viajeros cada carrera en la mayoría de los taxis que circulan por las carreteras cántabras.
Pero lo que más afectó al sector tuvo que ver con la hostelería, en general, y con el ocio nocturno, en particular. Las colas de antaño en las paradas cercanas a zonas de copas (en Santander, el Río de la Pila, el Paseo de Pereda o Ataúlfo Argenta, por ejemplo) forman parte de la historia. «Entre semana apenas hemos notado diferencia y se ha trabajado a un nivel similar, pero el fin de semana la actividad fue mínima». Ruiz explica que sábados y domingos (desde el viernes por la tarde, en realidad) no hay consultas de médicos, ni colegios, ni actividad en las administraciones o en buena parte de las oficinas. «Así que el fin de semana cerca del 90% de nuestro trabajo depende del ocio nocturno». Cerrados en el caso de las discotecas o con horarios y aforos restringidos, en general, el trabajo cayó en picado.
A eso hay que sumar otros factores. La pandemia ha dejado tocada también la cifra de pasajeros en el aeropuerto Seve Ballesteros. Otro aspecto que afecta directamente a los taxistas. «No es lo mismo la llegada de un avión lleno que con poca gente». Obvio. Incluso, el aumento de un perfil de turista que llega a la región en su vehículo particular incide también en el trabajo de los taxistas. Las fiestas de los municipios en verano, aforos reducidos en cines o espectáculos, acontecimientos masivos... Todo eso está en la columna del debe.
«Desde el miércoles pasado estamos funcionando sin restricciones», recuerda el representante de los taxistas al preguntar por las sensaciones en lo que va de año. Eso depende del semáforo, de alcanzar el nivel tres o situarse en los inferiores, «por lo que no podemos garantizar que no volvamos a estar así (con restricciones) nuevamente».
Por eso -y más allá de que febrero, en general, esté siempre entre las peores etapas del año-, el mes que está a punto de terminar «está en los mismos niveles que 2021». Con este panorama, los taxistas confían en que la recuperación del ocio nocturno y la normalización de las actividades turísticas les permitan «alcanzar por lo menos cifras parecidas a las de 2019».
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