![Los 28 de Tecnocasa que cambiaron la oficina por el barro de Masanasa](https://s3.ppllstatics.com/eldiariomontanes/www/multimedia/2024/11/08/tecnocasa-kKMF-U22017654434030LD-1200x840@Diario%20Montanes.jpg)
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Dejaron a un responsable por oficina para que resolviera todas las citas importantes. Y el resto, jefes incluidos, se equipó de arriba a abajo (con botas de goma, guantes, mascarillas), se fue de compras (medicinas, artículos para bebés, mucha comida en lata) y se repartió ... en siete coches y una furgoneta. El grupo reservó sitio en un camping para dormir dos noches y se llevó víveres, en la idea de no convertirse allí en una carga, ni económica ni logística. «Íbamos pocos días y queríamos dar el máximo».
El destino, Masanasa. Un pueblo «todavía muy embarrado» donde, durante dos días enteros, se han dedicado a repartir -puerta a puerta- lo que llevaban, a desescombrar y a limpiar. Es un equipo joven (el menor tiene 19 años y la mayoría anda en la veintena), compañeros de trabajo de las ocho sedes cántabras de la inmobiliaria Tecnocasa. Total de desplazados: 28.
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Jorge Alacid
Les fue posible cambiar una agencia impoluta por el fango en días laborables porque «los jefes han tenido mucha culpa de la iniciativa. Nos pusimos a darle vueltas a cómo podíamos arrimar el hombro y ellos se involucraron. Es bonito, la verdad», razona desde la localidad valenciana Miguel Machín, el benjamín de la expedición. Durante los días que estuvieron en Valencia, los 28 de Santander madrugaron y se pusieron a disposición de quien les reclamara.
Machín echa mano de todas las comparaciones recurrentes de quien está sobre el terreno: «'escenario de guerra', 'es como estar en una película', 'esto es un crimen'», antes de admitir que «impresiona la entereza de esta gente, que se lo ha tomado todo mucho mejor de lo que debería. Están viendo cosas terribles... pero se ponen a organizarse para vigilar los barrios por las noches. Nos dicen que no se les está dando ni la visibilidad ni la voz que se merecerían. Y creen que no se está contando la verdad. Se está diciendo que ya tienen agua, luz y gas y, en según qué lugares, no es cierto».
De hecho, no lo es en Catarroja ni en Masanasa, las dos localidades en las que los empleados de Tecnocasa ha centrado su labor y donde han sufrido el olor general de la calle «que no es a basura, sino a algo peor. Es un olor a putrefacción que se te mete por la nariz y te llega hasta el fondo. Vamos muy protegidos, incluso con bolsas de basura debajo de los pantalones».
En las dos poblaciones han echado manos a ancianos y familias con niños que no pueden salir de sus viviendas. Con una jornada que iba de las ocho de la mañana hasta el momento en que se quedaban sin luz solar, sobre las siete de la tarde. Todos los equipos y materiales que se han llevado los dejarán allí, para que se puedan seguir usando. «De cinta americana para tapar agujeros a palas, gafas, cepillos... Les será útil en el futuro, porque esto va para muy largo». Ahora mismo, detalla el joven profesional, en Valencia, «nada es de nadie y todo es de todos».
Su recomendación para todos aquellos que están pensando en acercarse: que sepan que no es fácil lo que se encontrarán, que vayan protegidos físicamente y, sobre todo, «mucha resistencia mental. Que quien viaje se ponga en el caso extremo superior a lo que ha visto por televisión». Si algo le ha estremecido a él es «la cantidad de coches que he visto con una X marcada, que significa que ahí han encontrado una persona fallecida. Está lleno de X».
Este sábado, el grupo ya estará de vuelta en Cantabria porque el lunes hay que incorporarse a las oficinas. Los 28 de Tecnocasa ya avisaron a la empresa que les alquiló varios de los coches para el desplazamiento (Goldcar) que regresarían llenos de barro «y no les importó. Se portaron muy bien al conocer el motivo del contrato y nos hicieron un precio».
Regresarán a sus puestos sabiendo que el nombre de Masanasa no se les olvidará nunca. «Nosotros hemos ido a ayudar, pero ellos nos han hecho sentir que nosotros también somos de allí».
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