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Es apenas una percepción en la piel, cuando al entrar al agua la sensación térmica ha variado con respecto a los días previos y se vuelve el comentario en las orillas de los arenales de Cantabria. Está más fría hoy, está más caliente, y así ... durante toda la temporada de baño. La fluctuación de la temperatura del mar es algo «absolutamente normal», sin embargo, la evidencia del cambio climático, con los picos de calor y la falta de lluvia de este verano, está dibujando un escenario ambiental del que no son ajenos los océanos, de manera que cabe preguntarse hasta qué punto los habituales cambios de temperatura en el mar se están viendo afectados.
«Este año, en general, las temperaturas están siendo más cálidas de lo normal en la costa de Cantabria y se están situando alrededor de un grado por encima de la media histórica», explica la investigadora titular del Centro Oceanográfico de Santander, Raquel Somavilla, responsable de los programas de observación del océano del Instituto Español de Oceanografía (IEO) en el Cantábrico: «Hemos pasado de unos 18ºC en la costa hace una semana a unos 21-22ºC actualmente, según datos de temperatura superficial del mar obtenidos desde satélite».
La temperatura en aguas oceánicas varía «fundamentalmente por intercambios de calor con la atmósfera». Para entenderlo, la investigadora lo explica con la imagen de un volumen de agua, en concreto con un cubo de agua. Para empezar, en la superficie del agua se da «un intercambio de calor por cambios en la dirección de los vientos», pero no es la única razón. También influyen las corrientes de agua más o menos cálida, que «entrarían por las paredes laterales de ese cubo». En tercer lugar, la fluctuación se debe a la «mezcla vertical, que haría que por la cara inferior del cubo penetrasen aguas más frías por encontrarse más abajo». Es, por tanto, una mezcla de grandes masas de agua que, movidas por los vientos, obedecen a dinámicas de fluidos según las cuales el agua fría tiende a descender y la caliente a ascender al ser menos densa.
«En aguas costeras notamos sobre todo los efectos de los dos primeros procesos, puesto que en nuestras playas no tenemos cientos de metros de agua para notar el efecto de la mezcla vertical en nuestros pies», explica la oceanógrafa, que habla del término 'afloramiento' para explicar los cambios de temperatura.
12grados es la temperatura mínima del agua en invierno, en verano la máxima es de 23º.
«El afloramiento ocurre cuando el viento sopla más o menos paralelo a la costa, dejando la costa a su izquierda, lo que genera que las aguas superficiales cerca de la costa sean transportadas hacia mar abierto y sean sustituidas por aguas más profundas y por tanto más frías. ¿Y cuál es ese viento que sopla paralelo a la costa en el Cantábrico que produce el fenómeno del afloramiento y que notemos de repente mucho más fría el agua en nuestras playas? Nuestro conocido nordeste».
Los cambios en la temperatura del agua son, por tanto, «absolutamente normales». De hecho, dice Somavilla, la temperatura varía a lo largo del año: «En invierno, la mínima del agua es de unos 12º mientras que en verano alcanza los 23º, y también lo hace a escala diaria aunque la oscilación de temperatura es mucho menor», explica la científica del IEO. Sin embargo, aunque estas variaciones de temperatura están gobernadas por los intercambios de calor con la atmósfera y los ciclos de radiación solar a lo largo del año y del día que todos conocemos, los científicos están observando que esos ciclos «están cambiando». ¿En qué sentido? «Las temperaturas están aumentando y además desde que tiene registros el Instituto Español de Oceanografía hemos visto cómo la temperatura mínima en invierno se está produciendo más tarde mientras que en verano la temperatura máxima se produce en la misma fecha, pero está aumentando más que las de invierno».
18grados es la temperatura más fría alcanzada la semana pasada en el mar
Con un verano tan cálido como el que estamos teniendo, cabe preguntarse hasta qué punto las olas de calor afectan a la temperatura del agua. «Las olas de calor marinas, como se conoce a las olas de calor que afectan a la temperatura del mar, ocurren en muchos lugares del planeta como el océano Pacífico, Índico y Atlántico Sur y afectan a aguas costeras, y son objeto de intenso estudio ahora mismo ya que pueden tener efectos importantes sobre los ecosistemas», explica. «En cuanto a las oscilaciones puntuales de las que nos informa la boya AGL no tenemos datos este año pues no se encuentra ahora mismo en el agua y está pendiente de ser fondeada de nuevo este otoño».
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