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Ciarán pasó por Cantabria como un elefante por una cacharrería: tiró árboles, carteles, señales, semáforos y dejó instantáneas del faro de Cabo Mayor que a buen seguro ya estarán colgadas en algún salón. En las puertas , para este domingo, está Domingos, la nueva borrasca ... que volverá a teñir de rojo las alertas de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) para Cantabria. Y hablará en sus tertulias domingueras de olas, viento, frío, lluvia, truenos y rayos. Es lo que tiene que Cantabria lleve desde el pasado jueves sometida a la fuerza de las borrascas y que el mal tiempo, en forma de tormentas, tenga ya casi una continuidad de tres semanas, desde la visita de Aline. Pero, hagamos un poco de historia y situemos la realidad de los datos que han dejado Ciarán y Domingos estos últimos días.
El Diario titulaba este mismo sábado que la boya Augusto G. Linares había medido (en alta mar) una ola de 13 metros. Grande. Muy grande. Pero lejos de las cifras récord que hay en Cantabria. Porque el 24 de enero de 2009 la ciclogénesis explosiva bautizada como Klaus dejó una ola de 26,13 metros en la citada boya. Fue la mayor que se había medido hasta que el día 6 de enero de 2014, coincidiendo con un fuerte temporal, la boya de Villano-Sisargas (en Cabo Vilán, Galicia) midió otra que se fue hasta los 27,81 metros de altura. Esta es la más alta registrada en España desde que en 1999 comenzaran a tomarse estos datos.
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Para encontrar valores cercanos a este récord no hace falta salir de octubre de 2023, porque la citada borrasca Aline provocó oleaje de 19,8 metros de altura, dato que la ascendió hasta la quinta posición en este particular ranking.
Por delante, aún están las que se midieron en la boya del Cabo Villano Sisargas, en La Coruña, de 21,9 metros y la de la boya situada en Cabo de Peñas, de 23,3 metros, el 9 de noviembre de 2010.
Y ¿sabe usted cuál es la ola más alta registrada en todo el mundo? La hemeroteca habla de «una colosal, en el tsunami de Bahía Lituya –un desastre natural ocurrido el 9 de julio de 1958 al noreste del golfo de Alaska– que alcanzó una altura máxima de 524 metros», por encima del Empire State de Nueva York.
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Más reciente es el récord de ola surfeada. El aleman Sebastian Steudtner tiene el certificado del 'Guiness World Record' tras mostrar un vídeo en el que se deslizaba en su tabla sobre una ola de 26,21 metros.
Según la Aemet, el viento más virulento que ha azotado a Santander desde que hay registros alcanzó los 144 kilómetros hora. Lo hizo, según la agencia, en el año 1978, y desde entonces ha habido otras mediciones similares, pero nunca superiores. La estación meteorológica de Alto Campoo, situada a 1.650 metros de altitud, suele figurar al frente de las clasificaciones nacionales cada vez que hay fuertes borrascas en Cantabria, pero no ha superado esos 144 km/h. Como referencia, Ciarán ha dejado rachas de 128 km/hora en San Roque de Riomiera y de 107 en Santander. En otros puntos de España, los medidores oficiales se dispararon hasta los 160 km/h, en Estaca de Bares (La Coruña), o hasta los 134 km/h en Güeñes (Vizcaya).
Recientemente, un tuit de Aemet recordaba que fue un 18 de noviembre de 2005 cuando la tormenta tropical Delta dejaba rachas de viento huracanadas generalizadas en el archipiélago canario que llegaron a los 248 kilómetros a la hora en Izaña, Tenerife, el valor máximo de viento registrado en España.
Fue hace cuarenta años cuando las calles de la capital cántabra se llenaban de agua. En 1983 la estación meteorológica de Parayas, una de las pocas que funcionaban por entonces, recogía en un solo día la cifra 134,4 litros por metro cuadrado en agua acumulada. La estación de El Tojo, en Revilla de Camargo, marcaba 165 litros por metro cuadrado.
Para que sirva como referencia, la última vez que Santander se vio afectada por inundaciones de carácter importante fue este año, en septiembre, cuando el centro de la ciudad se convirtió en un río en el que los coches apenas podían circular y los viandantes tenían que encaramarse a las marquesinas del transporte público para evitar acabar empapados. Ese día, a pesar de lo aparatoso y de las imágenes impactantes que dejó, las cifras recogidas fueron de 19,6 y 16 litros por metro cuadrado y que provocaron la actuación de los equipos de emergencia.
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