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Criar a los niños no es tarea fácil. Muchas veces se da prioridad a la transmisión de conocimientos y de habilidades motoras y se dejan ... de lado las emociones. Pero estas deben ser el pilar sobre el que se construya todo lo demás. Lo cuenta el catedrático de Psicología de la Emoción de la UNED de Málaga, Enrique García, que se muestra optimista de cara al futuro. «Ya no está mal visto expresar los sentimientos y se le está dando importancia en los colegios». El experto estuvo ayer en el Centro Botín, de Santander, donde participó en el curso '¿Un lienzo en blanco? Artes, emociones y creatividad en la primera infancia', que organiza la Universidad de Cantabria. García enfocó su ponencia en las emociones que siente el ser humano antes de nacer.
-¿Los movimientos de un bebé en el vientre materno pueden indicar cómo se siente?
-Hemos hecho estudios con ecografías 4D en las que vemos a los bebés practicando gestos que corresponden a emociones, como sonrisas o caras de tristeza. Todavía no tienen madurez para sentirlas, pero, igual que balbucean antes de hablar, es un entrenamiento de sus capacidades motoras y de los músculos que involucran a las expresiones.
-¿Cuándo comienza un niño a expresar emociones?
-Muchas madres aseguran que sus hijos les sonríen desde que las ven por primera vez, pero la madurez de sus ojos en ese momento ni siquiera les permite diferenciarlas de una mesita de noche. Puede significar que quieren mamar, pero no sería un gesto de amor. Hasta el tercer mes no hay madurez psicológica. En ese punto las emociones primarias ya están desarrolladas, pero todos los bebés son iguales. Poco después, a los seis meses, ya han evolucionado y cada uno es de una manera.
-¿Entonces, entre los tres y los seis meses, se puede influir en la forma de ser de los niños?
-Se puede influir en su personalidad creando emociones positivas. Nacemos con mucha potencialidad para sentirlas, pero tenemos que enseñarlas para que lleguen a desarrollarse. En un estudio reciente trabajamos con padres de niños adoptivos que, aunque estaban fisiológicamente bien, habían estado durante semanas mirando un techo blanco en una cuna. Esos niños no tenían emociones positivas, no besaban ni abrazaban, no habían aprendido a hacerlo. Siempre es posible aprender, pero cuanto antes lo hagamos, más podremos disfrutar de la vida.
-¿Los padres priorizan otras enseñanzas, como andar o leer, antes que fomentar las emociones?
-Hay tres partes que un bebé debe desarrollar mucho: la intelectual, la motora y la emocional. Si falla esta última no prosperan las otras dos, las condiciona. Cuando nacemos los seres humanos somos los más dependientes. Necesitamos a los demás para todo. Un bebé no sabe hablar, expresa lo que necesita con su cara. Por eso es fundamental dar importancia a esas formas de comunicación.
-Cada vez hay más series, libros y espectáculos pensados para niños menores de cuatro años. ¿Cómo afecta a su desarrollo?
-Todo lo que sirva para que vean y aprendan del mundo es muy interesante, pero antes de los 18 meses considero que es más importante que conozcan la realidad. Leer está muy bien, pero cuando los niños son pequeños, hacer cosas aporta mucho más. Por eso hay un cambio muy drástico y una gran evolución cuando un bebé empieza a gatear y relacionarse con su alrededor.
-También es muy común ver a niños con teléfonos o tablets. ¿Se abusa del uso de esos aparatos?
-Sí. Veo terrible que entretengan a los niños con el móvil, la tablet o la televisión en vez de jugar con ellos. La interacción humana es la manera de crear las emociones positivas. El juego y el intercambio físico, con otros niños o con los padres, es muy importante. El afecto se aprende practicándolo.
-¿Se infravaloran los sentimientos de los niños?
-De los niños y de los adultos. El colegio ha sido un lugar donde aprender a jugar al póker. Allí los niños empiezan a ser inexpresivos. Cuando me fijo en la gente por la calle veo que la mayoría no tiene expresión. Se da por hecho que si manifestamos nuestras emociones somos más vulnerables, pero de esa manera nadie va a saber qué nos gusta y qué no. Los bebés son fuegos artificiales de emoción y, muchas veces, los padres no saben seguirlo. El sistema educativo ha dado la espalda a los sentimientos y ha dado a entender que una persona emocional es poco fiable. Por suerte, está empezando a cambiar y ya se están dando cuenta de lo importante que es.
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