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El coronavirus Covid-19 y el mayor número de decesos que ha traído consigo han provocado paralelamente un creciente interés por poner en orden los asuntos terrenales. Unos se limitan a organizar todas sus contraseñas y a guardarlas en algún lugar que facilite el acceso ... a los allegados si ocurre algo. Pero otros han descolgado el teléfono y han llamado a una notaría para preguntar por la forma de testar. «Ahora la gente contempla la idea de la muerte y hemos recibido muchas peticiones de asesoramiento», señala el presidente del Colegio de Notarios de Cantabria, José Corral, que confirma que, con la pandemia, «el testamento preocupa de forma excepcional».
Entre las consultas hay alguna realmente llamativa. Como la de la mujer muy pasados los 70 años a la que «urge» añadir a su testamento que deja sin derechos sobre un piso a uno de sus tres hijos: con dos de ellos tienen mucho contacto, pero hace 25 años que la señora no sabe nada del tercero. «A este último le quiere desheredar y es algo que le parece inaplazable», apunta Corral. El representante de los notarios ha visto también en estas semanas quien le ha pedido una precisión testamentaria sobre sus redes sociales, «porque querría que estas fueran gestionadas por una persona distinta a su heredero universal. Es una persona relativamente joven, con cuentas importantes (en Instagram, Twitter, Facebook...) que lega el valor de éstas a una persona distinta a su heredero. Hay que entender que ahora hay cuentas que, por el alto número de seguidores, cotizan económicamente y eso lleva a preguntarse a quién se lo transmites».
Corral añade que, en cierto modo, «es lógico» que todo aquel que quiere «hacerle una mejora testamentaria a alguien lo esté pensando ahora» porque esta es una «situación especial» que obliga a las personas a replantearse el futuro. Al tiempo, indica que ,aunque hay consultas, apenas se han llevado a cabo firmas: «La gente es muy reacia a los contactos presenciales y todos hemos tenido prohibido movernos». Los despachos de Notaría, desde mediados de marzo, han sido servicio esencial «si bien solo para atender las urgencias, como la firma de préstamos a empresas para pagar los sueldos de empleados o créditos, además de todo lo que tiene que ver con escrituras de vivienda para no ocasionar perjuicios si éstas van con hipoteca», por citar solo dos de los trámites más comunes que no se podían suspender pese al estado de alarma.
Para no dejar sin servicio a quienes preocupa la gestión de su herencia, el Consejo General del Notariado propuso recientemente al Ministerio de Justicia una reforma del Código Civil que permita testar por videoconferencia ante notario durante el tiempo que dure esta crisis sanitaria, aunque aún no se ha tomado una decisión al respecto.
A Corral ésta le parece una buena opción, porque no tendría más complicación que la persona que requiere el trámite se comunicara con un notario usando un móvil, una tableta o un ordenador. «Somos conscientes de que mucha gente no sale de casa por tratarse de población de riesgo o por tener una edad avanzada y lo que se plantea es «un sistema sencillo: habría que teclear 'portal notarial.es', elegir al profesional que quieras, conectarte con él y resolver».
A sus ojos, esta fórmula es mucho mejor que la que ya permite el Código Civil desde 1889, introducida precisamente para hacer frente a otra pandemia: escribir un testamento ológrafo está contemplado por el ordenamiento jurídico español desde los tiempos de la peste. Este documento lo redacta el interesado de su puño y letra allá donde se encuentre y ha de tener testigos. Corral no recomienda este modelo porque, si se aborda sin asesoramiento técnico, puede acabar siendo nulo «por algún defecto formal insalvable», a la par que es «más caro, porque luego hay que protocolizarlo igualmente ante un notario» y es, a todas luces «más inseguro», ya que no queda garantizado que llegue a su destino.
Otro profesional de Santander corrobora que el interés por tener todo en orden de cara al futuro «ha llevado a muchos a desempolvar hasta testamentos que llevaban 30 años en un cajón». A este notario, este movimiento en torno a los documentos con últimas voluntades no le ha cogido por sorpresa. «La gente ha tenido dos meses para revisar hasta el último rincón de su casa y ha tenido tiempo para replantearse muchas cosas».
Un tercero con oficina en Torrelavega no ha constatado «un interés disparado por testar», aunque sí a escuchado a algunos que se «agobiaban» estos días por este motivo «y a esos que notas acongojados yo les he llegado a recomendar el ológrafo para que, cuando ya se pueda salir, hagan el ordinario. El ológrafo caduca a los cinco años y se puede perder, se puede manipular, lo pueden esconder... Pero la demanda no ha sido reseñable, no ha llegado a la que hay todos los años en enero, cuando se hacen muchos testamentos porque las familias se juntan en las fiestas navideñas y lo hablan. Yo pensaba que la gente se iba a alarmar más y no ha sido así».
Una cuarta profesional con despacho en Santander tampoco le da demasiada importancia: «Urgencias testamentarias habré visto una o dos en este tiempo. He notado bastante más que llamaba gente para consultar que, al final, resultaban ser personas que estaban solas y llamaban para hablar».
Por experiencia, el presidente del Colegio de Notarios de Cantabria, José Corral, sabe que en la vida de una persona hay cuatro momentos en que, de forma muy habitual, se da el paso de hacer testamento. El primero es con la compra de la primera vivienda, alrededor de los 30 años. «Se firma la hipoteca y, estés o no casado, testas para dejarle a alguien el usufructo». El segundo es la llegada de los hijos, a quien se suele declarar herederos del patrimonio. La tercera vez que se piensa en el testamento tiene que ver con el divorcio, instante en el que, «cada vez más, se revoca el documento ya hecho para quitar el usufructo del divorciado y que no tenga derechos sobre los herederos mientras los hijos sean menores de edad». La cuarta ocasión en que se toca este documento se produce «cuando ya eres mayor y quieres mejorar a uno de los hijos por el motivo que sea».
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