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Desde 2003, Cantabria ha sido gobernada por una coalición PRC-PSOE durante 40 trimestres. Solo en tres de ellos, en el tránsito de 2009 ... a 2010, la economía cántabra ha evolucionado mejor que la media española. Es decir, la trayectoria de esta fórmula autóctona es abrumadoramente peor que la del conjunto del país. Da lo mismo que hablemos del periodo de prosperidad burbujil, que del periodo de recesión o del de recuperación: en los tres casos la regla general es que lo hacemos peor que la media.
Este hecho incontrovertible que nos interroga desde los gráficos del Instituto Cántabro de Estadística se une a otro: en el Gobierno del PP de la legislatura anterior, el PIB cántabro evolucionó mejor que el español en cuatro trimestres. Hasta los lectores más distraídos se darán cuenta de que el porcentaje de cuatro sobre 16 es muy superior al de tres sobre 40. Mientras una fórmula da ventaja en un 25% de los casos, otra sólo en un 7,5% de ellos. Con el agravante de que esta última serie es muy larga y, por tanto, muy representativa.
Uno podría esperar que, a la vista de esta realidad, las organizaciones implicadas hubiesen emprendido un gran movimiento de reflexión interna y revisión de sus programas electorales y criterios de gestión. Evidentemente, tan largo periodo de crecimiento cántabro por debajo de la media española reduce el peso de nuestra tierra en la producción nacional, ofrece menos oportunidades de empleo a nuestros conciudadanos, y debilita la base fiscal de nuestros servicios públicos esenciales. Lo lógico sería que se produjera una reacción de análisis y de reforma de dichos hábitos perniciosos.
Pero no es así. Todos presumen de su ejecutoria. Lo que sale mal es, siempre, culpa ajena. Y casi parece que los ciudadanos deberíamos condecorarlos por contribuir a que nuestra economía se comporte peor que la media española durante el siglo XXI. La realidad es que el balance de tanto gurú del progreso de las regiones es muy pobre, y que el austero gráfico del Icane (aumento del PIB en tasa anual, ajustada de estacionalidad y calendario; volumen encadenado con base en 2010) supone una enmienda visual de totalidad a una manera de entender la política con mucha ideología y pocas ideas, con mucho efectismo y pocos efectos, y con una terrible escasez de objetivos claros y logros duraderos. Don Quijote vio gigantes y solo eran molinos; nosotros veíamos molinos y solo eran fantasmas.
Es notorio que los retos que nuestra región tiene planteados, en términos de una población cada vez más envejecida y de retención-aprovechamiento de una población joven cada vez mejor formada, solo pueden afrontarse exitosamente con ritmos de crecimiento económico superiores a la media nacional. En pocas palabras: siendo una comunidad mucho más dinámica. Es también notorio que a una fórmula que solo acierta en tres de 40 intentos no la llevaría Sergio Scariolo a la selección de baloncesto de ningún modo. ¿Por qué los ciudadanos sí han de mantenerla en la selección cántabra del poder ejecutivo? Esto es un verdadero enigma sociológico.
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Ana del Castillo
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