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Dámaso López García | Director general de la Fundación Comillas
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Dámaso López García | Director general de la Fundación Comillas
«El trabajo en equipo mostrará hacia dónde orientar el futuro de la Fundación Comillas»Su trayectoria docente y cultural es tan ingente como diversificada en terrenos que van de la gestión académica a la creación literaria. Considera que es preciso tener siempre presente que «las instituciones deben cambiar, porque las circunstancias y las condiciones de trabajo cambian». Y de ... hecho apela al trabajo en equipo y a un análisis riguroso del presente para definir «hacia dónde debe orientarse» el camino de la Fundación Comillas. Desde hace apenas un mes Dámaso López García (Madrid, 1953) ejerce como nuevo director general de la institución, tras superar el proceso de selección convocado por el Patronato de este centro del Español y la Cultura Hispánica. Licenciado en Filosofía y Letras, ha sido clave en su designación la dilatada experiencia en relaciones internacionales con distintas universidades del mundo.
Vinculado estrechamente a Cantabria, ha dirigido numerosos foros y encuentros en la UIMP, bajo el paraguas de Plaza Porticada. Decano de la Facultad de Filología de la Complutense durante ocho años y vicerrector de Relaciones Internacionales entre 2019 y 2023, es traductor y ensayista, ha editado obras de autores clásicos y su investigación y estudios se extiende por la teoría de la literatura española e inglesa y los artistas y escritores cántabros. Prudente, se muestra optimista respecto a los proyectos e ideas que deben desarrollarse para garantizar el futuro de la entidad. La Fundación, subraya, «ha mantenido siempre viva la llama de la cultura. Seguirá siendo así».
–Tras una trayectoria ligada a la cultura y la docencia, ¿cómo define su desembarco en Comillas?
–La docencia y la cultura están estrechamente ligadas a la Fundación Comillas. Los objetivos de la Fundación son conocidos: 'formación, investigación y difusión de la lengua española y de la cultura hispánica'. Creo que puedo decir que me siento en casa. Dicho de otra forma, estoy en la misma barca en la que he estado toda mi vida.
–¿Hasta qué punto cree que su larga experiencia puede tener reflejo en su nueva gestión?
–He desempeñado puestos de gestión en la universidad, de forma que será inevitable que una parte importante de mi experiencia se traslade a este nuevo escenario. Habrá cosas que serán muy diferentes, pero, al fin y al cabo, todas las universidades se parecen en lo relativo a la gestión. Lo que hace que un profesor sea profesor es su disponibilidad para aprender, y yo estoy dispuesto a aprender.
–Lo que hoy llamamos Fundación Comillas es un Frankenstein configurado por ideas fundacionales, pero también descartes, mutaciones... ¿Cuál cree que debe ser su identidad ?
–Quiero ser prudente. No conozco bien, es decir, no conozco exhaustivamente, la historia de la Fundación, pero sus objetivos, vale decir, su identidad, con independencia de los cambios, deben reflejar los fines más importantes de la institución. La formación y la investigación figuran en un lugar eminente. Y no deben abandonar ese lugar de eminencia. La cultura es, asimismo, importante, entre esos fines. Por otra parte, no conozco ninguna institución que se mantenga idéntica a sí misma después de unos años de actividad. Las instituciones cambian; mejor dicho, deben cambiar, porque las circunstancias y las condiciones de trabajo cambian. La Fundación ha mantenido siempre viva la llama de la cultura. Seguirá siendo así.
–Transmite la sensación de que es un centro aislado, un proyecto que no acaba de entenderse y una buena idea que se ha vuelto endogámica y poco desarrollada. ¿Comparte estos síntomas?
–No, la verdad, no los comparto. Cualquier institución que se dedica a su trabajo hace de esa dedicación el sentido de su actividad diaria. No sé si hospitales, facultades, bancos o comercios ofrecen o pueden ofrecer la sensación de que son centros aislados. En sus actividades, la Fundación no está nada aislada, tiene relaciones con multitud de instituciones educativas. Endogámica, si nos atenemos a la definición de la RAE, no, no lo es, ni puede haber endogamia en la institución. Ahí está, en la página web, el Portal de Transparencia. En cuanto a su desarrollo, por lo que he podido comprobar, se ha desarrollado hasta donde le han permitido los medios de que dispone.
–¿Qué radiografía hace del presente de la Fundación?
–Es una radiografía muy positiva. Hay proyectos, ideas y personas dispuestas a llevar a buen puerto ambas cosas. Hay sentido de la responsabilidad y conocimiento preciso de las circunstancias en las que nos hallamos. Muchas veces lo que ha dejado de hacerse ha podido deberse a que ha habido algún impedimento administrativo. Habrá que analizar todo con el mayor cuidado. Soy optimista.
–¿Qué pasos considera prioritarios a la hora de afrontar esta primera fase?
–El paso más importante debe ofrecer información valiosa sobre nuestras condiciones, recursos y dirección de nuestros esfuerzos. Lo primero que tengo que hacer es familiarizarme con las personas con las que trabajo. Tengo que conocerlas, conocer sus aspiraciones, y tenemos que ver, conjuntamente, hacia dónde queremos orientar el futuro de la institución. No tengo ideas previas, todo trabajo de esta índole es un trabajo de equipo.
–El bipartito propició el desembarco de la Universidad de Monterrey en Comillas como colaboradora de proyectos. ¿Está siendo exitosa esta relación? ¿Va a continuar?
–Aún no me he entrevistado con los responsables de la Universidad de Monterrey. Sería temerario por mi parte opinar sobre este asunto. Cuando me reúna con ellos, les preguntaré lo que cualquier persona en mi lugar haría: cuáles han sido sus actividades, sus logros en el tiempo transcurrido y qué planes desean desarrollar junto con la Fundación en el medio y en el largo plazo.
–Accede al cargo con objetivos como: «Recaudar y custodiar los fondos y administrar la marcha económica, realizar acciones de captación de patrocinios y mecenazgos». Pero, ¿sin dinero, no hay paraíso educativo?
–Son objetivos claros del cargo. Y los tendré muy presentes. ¿No hay paraíso educativo sin dinero? No lo sé, pero sí puedo decir que el dinero facilita muchas cosas. Especialmente, facilita la vida del profesorado y la de los estudiantes. Permite mejores condiciones de trabajo y de estudio, permite abordar proyectos con confianza. Permite inversiones en equipamiento, en actividades, en proyectos.
–¿No sería esencial una mayor interrelación con las universidades asentadas en la comunidad?
–En todo aquello en lo que somos complementarios ya colaboramos. ¿Es deseable mayor interrelación con universidades de la Comunidad? Por supuesto, y también con universidades fuera de nuestra comunidad. Pero el nivel de interrelación del que se parte es alto. Habrá que mantenerlo o incrementarlo.
–¿Se ha planteado algún espejo o modelo para su proyecto?
–No sé si hay espejos o modelos para una actividad que tiene un reconocimiento social que muchas veces solo los interesados conocen. ¿El espejo? Pienso que el espejo es el de la propia Fundación considerada como un centro internacional de referencia en el hispanismo. Me gusta el modelo del trabajo bien hecho. De eso solo pueden derivarse consecuencias positivas.
–Ante la perspectiva de un Santander cultural con grandes dotaciones ligadas al arte y el patrimonio, ¿cuál debe ser el papel de la Fundación Comillas?
–Sin duda, su papel será el de estar muy presente en el mapa. Cultura, arte y patrimonio son tres epígrafes bajo los que caben todas y cada una de las piedras y ladrillos de Comillas. Comillas es un lugar físico, y tiene una muy interesante historia y un excepcional patrimonio, todo lo que se vincula al lugar, a su historia y a su patrimonio le otorga un papel único y muy especial a Comillas. Dicho en términos modernos, Comillas tiene una identidad que se reconoce fácilmente, y que no necesita explicarse. El papel de la Fundación será el de colaborar con los otros grandes centros patrimoniales y culturales de Cantabria. Pues Cantabria se percibe como una unidad en la que todo suma. La Fundación Comillas debe enriquecer la pujanza del atractivo de la Cantabria Cultural.
–Su activismo cultural y su labor literaria son reconocidas. ¿Cómo encajará en el contexto de su nuevo desempeño?
–No soy nada diferente al resto del profesorado del Ciese. Todos son activistas en el terreno de la cultura. Quien más quien menos, todos se vinculan simultáneamente a sus actividades docentes y al mundo de la cultura. Siempre he vivido en medio de estas dos circunstancias: la responsabilidad de la gestión, el trabajo de la enseñanza o de la divulgación cultural. No voy a notar en mí ningún cambio especial.
–Ha quedado demostrado que el modelo con alumnado foráneo, tras varias crisis y la pandemia, es deficitario. ¿Estudiará nuevas vías? Nunca se ha aceptado una sinergia con los cursos para extranjeros de la UIMP donde los intereses confluyen y compiten.
–A los intercambios de estudiantes les ha afectado la pandemia, sin duda. Se han reducido los intercambios internacionales. Sin embargo, un centro de referencia del hispanismo tiene que contar siempre con estudiantes nacionales, por supuesto, pero también con extranjeros. Es su obligación. En muchos centros de enseñanza superior, el régimen de intercambios ha vuelto a ser el previo a la pandemia. Los cursos de español para extranjeros también son una vía importante para llevar a cabo la difusión de la lengua española y de la cultura hispánica. Colaboramos y colaboraremos con todas las instituciones que tengan intereses en este campo. Por supuesto, se estudiarán nuevas vías, se estudiarán todas las vías. Afortunadamente, cada institución ofrece los estudios de forma diferente, y los estudiantes que desean aprender español en cursos de verano también hallarán su sitio en la Fundación Comillas.
–Su activismo cultural y su labor literaria como traductor son reconocidas. ¿Cómo encajará en el contexto de su nuevo desempeño?
–No soy nada diferente al resto del profesorado del Ciese. Todos son activistas en el terreno de la cultura. Quien más quien menos, todos se vinculan simultáneamente a sus actividades docentes, y a sus actividades en el mundo de la cultura. Siempre he vivido en medio de estas dos circunstancias: la responsabilidad de la gestión, el trabajo de la enseñanza o de la divulgación cultural. No voy a notar en mí ningún cambio especial.
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