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Santander. Si en el patio se les rasga la mascarilla o se les rompe alguno de los cordoncillos de sujeción, los alumnos del CEIP Gerardo ... Diego acuden veloces ante su director para pedir un nuevo protector. «Se cubren la boca y vienen rápido, incluso alguno pasa disgusto. Lo tienen muy muy interiorizado: protegerse es lo primero», cuenta por teléfono David Urcola, al frente del colegio público de Santa María de Cayón desde hace ya tres años. En este centro se ha logrado lo que en septiembre -incluso ahora que el municipio está confinado- parecía quimérico: mantener una docencia presencial segura.
El Gerado Diego, con más de 800 alumnos de Infantil y Primaria y dos escuelas unitarias asociadas, es uno de los colegios más grandes de Cantabria. Cuando en verano el equipo directivo se puso a armar el plan de contingencia las dudas abrumaban. ¿Cómo organizar entradas y salidas? ¿Qué hacer con un comedor de doscientas plazas? «Fue un reto ponerlo todo en marcha, fue como partir de un centro nuevo». Hoy, a mitad de curso, con solo cuatro clases cuarentenadas desde septiembre, Urcola celebra que el esfuerzo no ha sido en vano. «El trabajo está mereciendo la pena. La recompensa son las llamadas de los padres, que al principio tenían mucha incertidumbre, y que ahora mandan a sus hijos al colegio tranquilos; que nos agradecen la seguridad que les transmitimos. Y, al final, eso es lo mejor».
1.500alumnos aproximadamente, entre presenciales y a distancia, tiene el IES Santa Clara. Ningún aula cerrada.
Ángel Merodio, Jefe de estudios del IES Santa Clara (Santander)
Cantabria suma unas 18 semanas de educación presencial que los centros han vivido como un desafío. La gran mayoría ha abierto sus puertas a diario desde el 7 de septiembre, los cierres han sido puntuales. Varios factores explican que el sistema educativo aguante a pesar de las sucesivas olas, y Urcola y el resto de directores de grandes centros que participan en este reportaje inciden sobre todo en la implicación de la comunidad educativa y en el cumplimiento de los planes de contingencia. Han tenido sustos y han activado el protocolo varias veces, pero resisten. «No hemos tenido contagios dentro del colegio. Los niños están permanentemente con mascarilla en las horas lectivas, incluso después del comedor. Respetan las medidas y normas continuamente. Eso ha sido un punto a nuestro favor», dice el director del centro cayonés. Había en septiembre una especie de temor generalizado a que los más pequeños no pudieran con las medidas, pero se ha disipado: «Ha sido una lección».
800alumnos tiene el colegio Gerardo Diego y solo cuatro aulas cerradas desde septiembre, todas por casos fuera del centro.
David Urcola, Director del colegio gerardo diego (santa maría de Cayón)
Paz Agudo coincide en que el compromiso del alumnado, de familias y docentes -«los profesores están entregados»- ha sido decisivo. Hace balance en el único hueco libre que tiene, luego de una mañana frenética y una tarde que promete. Así suelen transcurrir las jornadas de los equipos directivos, entre videconferencias, reuniones, llamadas covid, llamadas de otro tipo, y paseos por el centro, arriba y abajo, para comprobar que el día transcurre todo lo normal que permite la prevención.
Es el quinto año de Agudo como directora del IES Miguel Herrero, de 1.140 alumnos y gran oferta de FP. El instituto ha logrado mantener las clases y las prácticas y las puertas abiertas dividiéndose en dos: los 800 estudiantes del turno de mañana funcionan con dos horarios y 25 minutos de diferencia. Como en el Gerardo Diego, bajar las ratios ha sido otra garantía anticovid, junto con la ventilación y la rápida sustitución docente. Agudo se ha sentido respaldada en la tarea por compañeros y Consejería.
1.141alumnos tiene el colegio Miguel Herrero. Solo casos externos entre el alumnado y docentes. Ningún aula cerrada.
Paz Agudo, Directora del IES miguel herrero (Torrelavega)
El covid conlleva tal sacudida que no todo ha podido arreglarse o suplirse con planes de contigencia o voluntad. Hay aspectos resentidos y otros que pueden estarlo. Agudo identifica tres: aprendizajes «incompletos» tras el abrupto final del pasado curso; y cero actividad extraescolar y poco trabajo cooperativo estos meses -ya no se trabaja en grupo en el aula, ni hacer tándems, ni nada que implique contacto o proximidad-. En los mismos términos se lamenta Ángel Merodio, jefe de estudios del IES Santa Clara (Santander), donde estudian más de 1.500 alumnos. Con todo, «el balance es positivo respecto a septiembre. Seguimos dando clase presencial, y eso es fundamental e insustituible».
Hay cambios muy evidentes en los pasillos y aulas del Santa Clara: mamparas, ventanas abatibles, purificadores de aire o la señalética que, como la hiedra, cubre las paredes. Y hay otros invisibles, como la provisión de equipamiento tecnológico para hacer frente a un escenario de educación semipresencial. Sí les hubiera gustado contar con más recursos y así rebajar las ratios y hacer más desdobles -si bien han logrado apoyo extra con el Proa plus-.
720alumnos en total tiene el IES Marqués de Santillana. Solo casos externos y ningún aula cerrada por el momento.
José Nicasio Gutiérrez, Director del IES Marqués de Santillana (Torrelavega)
Los estudiantes del máster del profesorado que realicen sus prácticas en este instituto centenario tendrán garantizado un aprendizaje intenso, memorable y también seguro, incide Merodio. «El instituto puede considerarse un entorno seguro, y todos los días, de una forma u otra, se insiste en las medidas para que sea así».
«Es trabajo de todos», incide José Nicasio Gutiérrez, director del IES Marqués de Santillana. De profesores, alumnos, conserjes, personal de limpieza... Este curso las funciones de todos los trabajadores se han transformado. El profesorado del Marqués de Santillana, por ejemplo, maneja las pizarras digitales para procurar una educación casi simultánea si el alumno ha de quedarse en casa. También trabaja en la salud de sus chavales. «Todos los días, al final de la tercera hora, hay actividad física -movimientos y estiramientos en la propia silla- y luego, una actividad emocional». Se trata de identificar las huellas de la pandemia, trabajar con ellas.
Hasta final de curso, la meta sigue siendo garantizar la presencialidad. Agudo cruza los dedos: «Que nos siga acompañando la suerte».
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