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En su cargo -recientemente renovado- de presidenta del comité de Unicef en Cantabria, Esperanza Botella (Torrelavega, 1947) destaca la labor de incidencia política de la ... organización para alcanzar la equidad y el bienestar infantil en la región. Además, la historiadora recuerda los principales objetivos de la institución: la educación y protección de los menores.
-¿Qué le ha llevado a querer alargar su mandato?
-Ha sido un gusto y una responsabilidad. He querido continuar porque cuatro años de trabajo para una organización con las características de Unicef no son suficientes. Ocho es el tope y me he propuesto agotarlo para intentar hacer algo por los demás.
-¿Qué se puede hacer desde Unicef Cantabria?
-El trabajo de Unicef es un trabajo de incidencia diplomática para poner a los niños en el centro de la política de las comunidades autónomas. Tenemos muy buena relación con los dirigentes de Cantabria. En las elecciones autonómicas, hicimos unas propuestas dirigidas al bienestar de los jóvenes para que los partidos las incorporasen a sus programas. A nivel municipal, trabajamos mucho con los ayuntamientos. Hay un programa que se llama 'Ciudades Amigas de la Infancia' que pretende poner al menor en el eje de los programas municipales. El objetivo es dar a los jóvenes espacios para sentirse bien y manifestarse. El empoderamiento de los niños y la infancia es parte de la educación para que el día de mañana sean ciudadanos libres y con criterio. Son 'Ciudades Amigas de la Infancia' Santander, Noja, Camargo, Comillas y Arnuero.
-¿Cómo se financian?
-A nivel de captación de fondos, trabajamos con socios. Tenemos 5.306. Casi el 1% de la población de Cantabria es socia de Unicef. Yo animo a la gente a unirse a nosotros porque eso son recursos regulares de los que sabemos que podemos disponer para programas en países en vías de desarrollo. También hay donaciones y convenios con empresas. Además, estamos muy agradecidos al Gobierno de Cantabria porque ha retomado las ayudas a proyectos de solidaridad. Este años han donado el total de un proyecto de Unicef en Guinea Bissau, que son cerca de 60.000 euros.
-¿Y cómo se trabajan otras problemáticas como la salud o el cambio climático?
-Unicef trabaja principalmente en bienestar infantil, educación y protección. En los países en vías de desarrollo, la organización pone en marcha también proyectos de higiene y salud, además de otros de innovación tecnológica. Éstos últimos plantean soluciones al cambio climático que, en este tipo de países, se nota una barbaridad. De hecho, obliga a hacer migraciones internacionales. Ya no te hablo de los emigrantes que cruzan el estrecho y se vienen a España, si no de las millones de personas que se tienen que mover de un sitio a otro dentro del continente por el cambio climático. Todo este tipo de acciones se llevan a cabo con el apoyo de los gobiernos de estas naciones.
-¿En qué situación están los derechos de los niños en Cantabria?
-Estamos bastante bien. Según datos de 2018, el 16% de la población de Cantabria son niños (entre 0 y 18 años). Dentro de ese porcentaje, hay algunos datos que no son buenos. El riesgo de pobreza infantil o exclusión social en la región es de un 25,7%. Es bastante alto. No obstante, hay que dejar claro la diferencia entre pobreza infantil o exclusión social y pobreza relativa. Ésta última indica que careces de ciertas cosas y, de no corregir esa situación, tienes riesgo de sufrir exclusión social.
-¿Cómo están los datos del hogar?
-Hay más informaciones como los niños que viven en hogares con carencia material severa, que son un 5%; o los niños que viven en hogares con baja intensidad de empleo, un 7,8%. Estos valores son más altos que las mediciones anteriores. Suponen un incremento de todos los valores respecto a la medición de 2017. La tendencia va empeorando.
-¿Y en el ámbito educativo?
-Los datos de abandono escolar temprano también van aumentado. En 2016 fueron un 8,6% y, en 2017, del 8,9%. La situación también empeora aquí. El gasto público por alumno, en colegios públicos y concertados, mantiene una tendencia ascendente desde 2013. En Cantabria se ha incrementado un 14% sobre el año anterior. Es una cifra superior al gasto estatal, pero todavía no se ha llegado a los niveles de antes de la crisis. Sin embargo, la tasa de escolaridad de 0 a 2 años en Cantabria es alta, llegando al 62%. Precisamente la escolarización temprana es algo que defiende Unicef.
-¿Qué significa ser un niño pobre en Cantabria?
-Hay unos baremos y unas mediciones que se basan en si tienes acceso a la educación, si puedes asistir a las excursiones del colegio, cuántas veces al día comes, etc. Así se determina si sufres pobreza severa, como podría ser no comer o no merendar; o pobreza relativa, por ejemplo, no poder realizar una actividad extraescolar.
-La mayor parte de su presupuesto se destina a cooperación internacional para mejorar la situación de la infancia en otros países. ¿Cómo se vincula su trabajo sobre la situación de la infancia en Cantabria con la realidad mucho más difícil que sufren otros países?
-De una forma muy pragmática. Hay dos tipos de trabajo. Por un lado, existe la parte de incidencia política, que la realizamos las delegaciones siempre en base a líneas estratégicas de la organización y, por otro lado, está la parte de conseguir los recursos para los proyectos internacionales, que luego gestiona y distribuye Unicef Internacional.
Antes de adentrarse en el mundo laboral, 'Pana' Botella se graduó como traductora de inglés y francés por el Instituto Católico de París y se licenció en Geografía e Historia en la Universidad de Cantabria. Su trayectoria profesional siempre estuvo ligada al mundo de la gestión cultural. Así, comenzó colaborando como 'freelance' para la Fundación La Caixa y, posteriormente, se incorporó a la Fundación Marcelino Botín. En sus más de 25 años en la institución, desempeñó las labores de secretaria general técnica, jefa de comunicación y subdirectora.
Tras jubilarse en el 2011, la historiadora se dedicó a escribir columnas y tribunas para revistas especializadas y periódicos.
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Ana del Castillo
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