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Es difícil no perderse en el bullicio político del intercambio de culpas y méritos y en la sucesión de noticias –unas positivas y otras no tanto– que rodean la lenta llegada del AVE a la comunidad autónoma. Los datos objetivos básicos son que Cantabria es ... ahora mismo la única región junto a La Rioja en las que no hay un solo kilómetro de vías de alta velocidad en funcionamiento ni en obras, pero también que la pasada legislatura se produjo un impulso definitivo con el inicio de los tramos castellanos, entre Palencia y Alar del Rey. Hasta allí llegan las cinco fases que están en construcción. El siguiente tramo, el que acabará en Reinosa, es el que va más atrasado, aunque en él también se han producido novedades recientes. Unos días antes de la visita del ministro de Transportes a Santander el pasado 18 de marzo, el Gobierno central anunció la licitación del contrato para la redacción del proyecto. No para su construcción, sino para hacer los planos que se utilizarán más adelante como base para la obra.
Puente, que quiso dejar claro el compromiso del Gobierno de España y «el mío propio» para que el AVE llegue a Cantabria lo antes posible y que la comunidad autónoma es junto a Extremadura y País Vasco prioritaria en cuanto al impulso a la alta velocidad en los próximos cuatro años, no fue capaz de dar fechas para la inauguración del tren que unirá Santander y Madrid en el entorno de las tres horas. De hecho, en previsión del revuelo que iba a generar, prefirió reservarse una información muy relevante al respecto:que aunque se licita ahora, hasta dentro de tres años no estará acabada la redacción del proyecto del tramo entre Alar-Reinosa.
Los números salen fácilmente. Al plazo de ejecución de 26 meses hay que sumar el tiempo que tarde antes Adif en estudiar las ofertas de las empresas constructoras que opten a la licitación y formalizar el contrato y después los previsibles retrasos. Teniendo en cuenta que más tarde habrá que licitar y adjudicar el contrato constructivo, no es descabellado pensar que las obras arrancarán como pronto a partir de 2028. O lo que es lo mismo, que es inviable satisfacer las demandas de la presidenta de Cantabria, María José Sáenz de Buruaga, que pidió al ministro que los trabajos se activen ya en 2026. Imposible.
Tampoco parece factible que el Ministerio recorte los tiempos recurriendo a alguna fórmula imaginativa, como pidió el pasado lunes por unanimidad (PP, PRC, PSOE y Vox) el Parlamento de Cantabria. «Buenos propósitos, pero ni un solo plazo. Toda la respuesta que hemos podido obtener es un 'cuanto antes'», lamentaba durante ese debate el diputado popular Íñigo Fernández, que tomó prestadas las palabras del titular de Transportes. Desde el PSOE salen en defensa de Puente. Además de recordar que tras años de incumplimientos ha sido el Gobierno de Pedro Sánchez el que ha puesto dinero y máquinas para comenzar las obras de la alta velocidad a la comunidad autónoma, consideran que el PP tiene una doble vara de medir. Así, le reprochan que no sea tan beligerante cuando el Ejecutivo de Buruaga anuncia la construcción de una nueva carretera entre Reinosa y Potes con un horizonte temporal de una década para su hipotética entrada en servicio.
Si hay unanimidad, para bien, a la hora de valorar una de las novedades que trajo Puente a Cantabria en relación a las obras del AVE a Madrid. Después de llevar a cabo distintos estudios, se ha dado el visto bueno a la opción de conectar la línea de alta velocidad con la red convencional en Alar del Rey para adelantar tres años la llegada de los trenes de AVE a la región. Se hará creando un nuevo viaducto en este punto que permitirá que los 80 kilómetros que hay desde esta localidad hasta Palencia entren en servicio antes que el resto, cuando estén construidos. Sin esperar a que esté inaugurado el tramo cántabro para recorta ya los primeros 30 minutos en el viaje a Madrid.
La conexión estará lista a la vez que los cinco tramos palentinos y supondrá un coste de 60 millones de euros adicionales. Puente reconoce que es una inversión importante en una obra «aparentemente efímera», aunque defiende que está sobradamente justificada:«Nos va a permitir hacer llegar antes la alta velocidad y que los cántabros vean resultados tangibles». Además, el viaducto no se va a derribar cuando el último tramo del AVE (el Alar-Reinosa) se termine definitivamente. Será una especie de desdoblamiento de las vías que servirá para «esponjar» la infraestructura y jugar con los tráficos ferroviarios en función de la demanda de trenes que haya en cada momento.
También el PRC celebra la idea de este enlace provisional, aunque con cautelas. Teme que, cuando esté acabado, Adif cambie de opinión y no continúe prolongando la línea de alta velocidad hasta Reinosa, una teoría que el Ministerio descarta por completo.
Los trenes de la red de alta velocidad española están homologados para alcanzar, al menos, una velocidad de 300 kilómetros por hora, pero en función de las características de los tramos pueden llegar a los 400 km/hora. Depende de cómo sea el trazado, la orografía, el diseño de la estructura... En el caso del AVE entre Cantabria y Madrid –en estos momentos la línea rápida acaba en Palencia a la espera de que avance la ejecución hasta Santander–, las obras para la construcción de la vía se están desarrollando para llegar a picos de hasta 350 km/hora, un máximo que no se alcanzará cuando los trenes pasen por determinados espacios protegidos. Pero eso en los tramos palentinos (los 80 kilómetros que separan Palencia y Alar del Rey y que están en ejecución con un presupuesto de 415 millones), porque la velocidad en los 51,4 kilómetros restantes hasta la capital campurriana se reducirá sensiblemente: a 250 km/hora. Mucho más a partir de ese punto, ya que de Reinosa a Santander los trenes rápidos no circularán por una línea de AVE, sino por la actual vía convencional, que se está reformando con una importante inversión para convertirla en vía de altas prestaciones. Así figura en el pliego elaborado por Adif que acompaña a la licitación la redacción del proyecto de AVE entre Alar y Reinosa. De forma excepcional, «se estudiará la posibilidad de incrementar la velocidad de 250 km/h a 270 km/h, teniendo en cuenta las implicaciones en el trazado, el impacto en los niveles de ruido y todos aquellos aspectos que pudieran resultar afectados».
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