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Era de esperar que, a imagen de Francia, como en tantas otras cosas, acabara por denominarse el Ministerio Medioambiental como «de Transición Ecológica». El 'macronismo' ... es apropiado, porque se debe reconocer la creciente importancia de una relación diferente con la naturaleza, lo que implica prácticamente todos nuestros hábitos de vida: lo que comemos, lo que vestimos, cómo nos desplazamos, cómo habitamos.
En Cantabria deberíamos ser especialmente sensibles a todo ello por más de un motivo. En primer lugar, gran parte de la región constituye un especio cubierto por alguna figura de protección de valores naturales. ¿Cómo hacerlos sostenibles y provechosos? En segundo lugar, otra gran parte está sometida a dos usos principales: ganadería de vacuno lácteo y explotación forestal del eucalipto. ¿Es lo ecológicamente óptimo? ¿Se necesita alguna reforma en política agraria y forestal?
En tercer lugar, somos una región industrial. Esto nos exige estrategias específicas de sostenibilidad de este sector, mediante reducción de emisiones, mejora de la eficiencia energética, del uso del agua, racionalización logística, etcétera. En cuarto lugar, la población se concentra en núcleos urbanos y periurbanos litorales. La eficiencia energética de los edificios, el adecuado consumo de agua, la separación y reciclaje de residuos, la electrificación del transporte urbano, la reducción del uso ineficiente del vehículo particular… Todo esto abre un campo de acción enorme.
En quinto lugar, Cantabria ofrece posibilidades para las energías renovables, como se ha dicho una y otra vez sin que la autonomía haya sido administrativamente tan competente como para impulsar estos sectores. Deberíamos tener en un futuro no demasiado lejano un parque eólico terrestre significativo, y avanzadas instalaciones de aprovechamiento energético del medio marino, además de un mayor uso de la energía solar como fuente complementaria.
En sexto lugar, necesitamos un mayor conocimiento de la huella ambiental de nuestro estilo de vida. Por ejemplo, unos pantalones vaqueros de algodón suponen en todas las etapas de su producción el consumo de 11.000 litros de agua. ¿Cuántas prendas vaqueras tiene usted en el armario? Pues multiplique por 11.000 y piense que son botellas de Solares o Corconte. Necesitamos ir al consumo responsable con una mejor información sobre todos esos detalles, y más educación en la escuela en relación con pros y contras de usar fibras naturales o fibras sintéticas. Es decir, poner en la etiqueta todo eso que los economistas llaman «externalidades», y que es la ronda que paga el planeta a fondo perdido.
Y en séptimo lugar, nuestra región tiene agentes líderes de conocimiento ambiental, como el IH Cantabria, que pueden ayudar a plantear bien muchas de las estrategias de transición.
Para que haya transición ecológica dirigida, debe darse antes una transición mental, intelectual y moral. Que aún no se ha producido se ve en que no forma parte de nuestra conversación.
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Ana del Castillo
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