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Tras la estela del ovni que no lo fue

Tras la estela del ovni que no lo fue

Leyendas de Cantabria ·

Un objeto sobrevoló en los años setenta al cielo de Cantabria ante el asombro de la multitud personas que lo atestiguaron

Aser Falagán

Santander

Sábado, 26 de febrero 2022, 07:46

Está a punto de arrancar el verano y Santander se acuesta entre inquieto y expectante. Curioso, al menos. Algo acaba de sobrevolar la ciudad. En rigor semántico se puede hablar técnicamente de un ovni, al menos para el santanderino de a pie: algo que vuela en el cielo y que no puede identificar. Y no; no es un bulo. Lo han visto infinidad de personas. Hay diferentes testimonios gráficos. Incluso un fotógrafo de El Diario Montañés, ManoloBustamante, hace una foto al cielo desde la Avenida de los Castros. Aunque de noche, sin teleobjetivo y con la cámara de campaña que lleva en aquel momento el documento se queda en anécdota, se puede observar de forma moderadamente clara una silueta y su estela mientras se intuye en la escala de grises el brillo que ilumina el firmamento.

Son aproximadamente las diez y media de la noche del 11 al 12 de junio de 1974 y pese a las fechas el cielo está oscuro cuando la forma luminosa recorre el cielo titilando a gran velocidad, como se observa desde diferentes zonas de la ciudad hasta difuminarse en una nube o cortina de humo. Cada hipótesis es más aventurada: un avión que haya explotado en pleno vuelo, algún extraño fenómeno atmosférico, un meteorito o un ovni de visita por la Tierra y, más en concreto, por toda Cantabria, aunque sea Santander en uno de los primeros lugares en los que se le da carta de naturaleza o de oficialidad al misterio.

«Hacia las diez menos cuarto de la noche, se observó la evolución de un objeto lumínico que marchaba en dirección nordeste-noroeste y en sentido horizontal que se desplazaba en espiral, dejando abundante estela, siendo su color cobrizo. Su vuelo duró unos instantes y a continuación se disipó en el espacio dejando un anillo de humo de grandes dimensiones que permaneció largo tiempo». Así reproducía El Diario Montañés el informe del personal de la radiobaliza del Faro de Cabo Mayor de aquella noche.

Toda una historia para no dormir que invita a la investigación, a la canónica y a todo tipo, mantiene en vilo o, al menos, a la expectativa a quienes vieron aquella luz en el cielo y pone en marcha a los grupos aficionados a escudriñar fenómenos extraños; la de una luz, por cierto, muy diferente a otra que iba a inquietar otra zona de Cantabria, Cayón para más señas, también en la década de los 70. Como un anticipo a aquella historia, mucho más extraña, caótica y misteriosa a la que resulta más complicado encontrar explicación mundana.

Pronto se comprueba que el mismo fenómeno se ha observado en infinidad de puntos de Cantabria, y tras el avistamiento el globo se hincha progresivamente que no ha sido solo un fenómeno montañés, sino que la misma luz evanescente; lo que parece ser el mismo objeto, también ha dejado rastro de su presencia en diferentes zonas de España. Tarragona, Barcelona, Teruel, Zaragoza, Tudela, Miranda, Bilbao... Una ruta quizá errática, pero una ruta al fin y al cabo hasta llegar a Cantabria y de la que otros centros de observación también tomaron buena nota. Pero ni rastro de ningún tipo de contacto, aterrizaje o documento gráfico que mostrara de un modo diáfano la forma, contorno, composición o características del objeto. Buena materia prima para alimentar aún más elucubraciones.

Lo que pasa es que tan pronto se hinchó el globo como se pinchó. A las pocas horas de que trascienda la historia en el boca oído y los medios, el Centro Meteorológico del Aeropuerto de El Prat informa de la prosaica realidad. Se trata de los restos de un lanzamiento de algún tipo de artefacto de observación meteorológica lanzado desde el sur de Francia. No exactamente un satélite, como se llegó a publicar, porque según la International Telecommunication Union de la ONU no se efectuó ningún lanzamiento aquel año en el país vecino, y menos aún en aquellas fechas, pero sí algún tipo de sonda meteorológica cuyos restos viajaron después por la Península Ibérica. Sí que se desintegraron en junio de 1974 dos satélites Cosmos lanzados por la Unión Soviética, pero aquel suceso no tuvo lugar el día de autos, de modo que queda descartado.

En definitiva, el globo que se había ido hinchando a lo largo de un par de días era en realidad algo así como un globo sonda. El «satélite» del que habló la prensa de la época era en realidad otro tipo de ingenio que fracasó en su propósito y se consumió en el aire dejando un rastro luminoso en la noche. Una vez más, la realidad empeñada en echar abajo una leyenda urbana o en estropear una buena historia de misterio.

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