Secciones
Servicios
Destacamos
Los 27 años de Claudia González (Santander, 1991) no cuentan como los del resto de los mortales. Por todo lo que ha hecho, parece que se le hayan multiplicado.
Con 17 años dejó Santander para estudiar en la Complutense. Pertenece a la primera generación que ... se graduó en Relaciones Internacionales. Se especializó en Oriente Medio y en Seguridad Internacional, y pasó un tiempo en Bruselas, pero terminó dando con sus huesos en la Fundación El Bulli, un ambicioso proyecto ideado por Ferrán Adrià y su socio Juli Soler.
Su misión es investigar, ordenar y crear para dar forma a un libro que verá la luz este otoño sobre gastronomía y humanidad. Santander es el lugar al que vuelve siempre que tiene que tomar una decisión importante. Sus veraneos transcurren a los dos lados de la bahía, «mi paraíso».
–Si piensa en gastronomía, usted es más de mar que de tierra. ¿Donde me llevaría de ruta?
–Te llevaría a tomar unas nécoras al Atucho, al lado del seminario de Corbán. Unas rabas en El Riojano, en Santander. Continuaría con unas sardinas asadas en el Tronky o la Trainera, en Pedreña, y terminaría con un buen pescado en el bar Tin, en La Maruca. Es una tradición familiar de la primera noche del verano. Siempre con un vino blanco.
–Si pudiera montar un restaurante en Cantabria, ¿dónde lo haría y en qué se especializaría?
–Hay una casa en Reina Victoria que tiene un jardín y una terraza. Siempre que paso por delante pienso que qué gozada de terraza y qué maravilla sería montar un restaurante ahí. Tendría una oferta súper sencilla. Una carta muy clara con productos de la tierra, del mar y de la montaña cántabras. Confiaría en un buen cocinero. Crearía un ambiente con mucha luz y siempre habría flores. Cuidaría muchísimo los vinos y los postres. Y pondría una carta de cócteles, porque me encantaría que esa terraza fuera un lugar de conversación de última hora de la tarde. Algo primordial y esencial sería tener un personal de sala al mismo nivel de calidad que el de cocina.
–Cantabria se supera cada año con sus cocineros. Ya tenemos ocho estrellas Michelin. ¿Qué opina de la gastronomía cántabra?
–He tenido la suerte de vivir en sitios distintos y conocer culturas culinarias y gastronómicas diferentes. Te diré que no conozco una relación calidad/precio como la nuestra, me parece insuperable. Traigo amigos de fuera y alucinan. Da igual el presupuesto que tengas, en cada precio tienes la mejor calidad. Además, me encanta la originalidad en el tratamiento del producto de temporada. Es una forma de explotar un calendario gastronómico de una forma suprema, ligado a esta idea de 'kilómetro cero' (comprar y comer lo que hay más cerca).
–¿Es más de estrella Michelin o de un restaurante en algún pueblo perdido?
–Si es un domingo y tengo ganas de sobremesa, un restaurante en un pueblo, sin duda. Soy feliz comiendo. Si se trata de una ensalada de tomate o unos huevos fritos con patatas y chorizo, iría a Potes. Pero cuando voy a un restaurante de estrellas Michelin le estoy dando valor a comprender un discurso, a comprender un trabajo técnico. Es muy distinto.
–Programas como Masterchef, ¿han ayudado a democratizar la cocina o ahora todo el mundo cree que puede ser cocinero?
–Cocinar para mí es una terapia. Lo hago por la tarde, después de trabajar. Me encanta. Pero no consumo este tipo de programas. En realidad, todo el mundo puede ser cocinero, pero este afán de la competición, de ver quien lo hace mejor en una hora, no me gusta. Los grandes tienen una carrera detrás. Es un formato que no me agrada, porque es todo muy inmediato.
–Hizo un curso relacionado con el terrorismo yihadista y más tarde participó en un proyecto de investigación sobre las rebeliones árabes. ¿Qué le llevo a ello?
–Cuando llevaba un año estudiando Relaciones Internacionales estallan las primaveras árabes, algo que me impresiona. El padre de una de mis mejores amigas de residencia era sirio. Se dio un reventón social en un lugar al que por primera vez podía asociar con alguien. Lo que me alucinó de las primaveras árabes fue cómo las sociedades de esta parte del mundo perdieron el miedo. Quería entender cómo tanta gente que vive bajo un régimen de terror, de repente, deja a un lado ese miedo. Fue algo que me maravilló. Luego me especialicé en Seguridad Internacional y tuve una asignatura de Oriente Medio que me alucinó. Fue la profesora quien me invitó a colaborar en un proyecto de investigación y ahí fue cuando decidí que quería entender esta parte del mundo en términos de seguridad, pero también desde el punto de vista social. Fue una oportunidad increíble para mi trabajo de final de grado, sobre Egipto.
–¿Cómo se pasa de la formación sobre Oriente Medio a la gastronomía?
–Antes de hacer un máster quería trabajar. Así que hice caso a mis profesores y me presenté a una beca del Gobierno de Cantabria para ir a Bruselas. Quería saber cómo funcionan las organizaciones que habíamos estudiado. Fue una experiencia estupenda. Pero también descubrí que los asuntos europeos no eran para mí. Hago un inciso para explicar que siempre me ha gustado escribir y me chifla comer. Así que me lancé a estudiar un máster de periodismo en comunicación gastronómica, en Bruselas. Mi proyecto de comunicación gastronómica se basó en las identidades de Relaciones Internacionales en la gastronomía. Al terminar el máster, hace dos años, una profesora me llamó y me dijo que la Fundación El Bulli buscaba a alguien para redactar contenidos en un proyecto. Llevo ya un año y espero que esto dure mucho tiempo.
–¿Cuáles son los objetivos de la Fundación?
–Está absolutamente enfocada a la creatividad y a la innovación, exactamente igual que lo estuvo el restaurante, pero desde el punto de vista de la investigación. Se trata de un ambicioso proyecto que trata de ordenar el conocimiento en restauración gastronómica. Otras disciplinas, como la arquitectura o la pintura, están ordenadas en épocas, estilos, tipos y movimientos, la cocina, no. Eso es lo que intentamos.
–¿Cuál es su cometido en la Fundación?
–Entender qué es la idea, de la mano de Ferrán, para esta línea de investigación y escribirla. Yo me he encargado de un libro sobre la cocina de la humanidad, que se publicará en otoño, y después comenzaré con otro.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.