Secciones
Servicios
Destacamos
Las ventanas del CAD de Cueto están cerradas. Hace frío la mañana del 27 de diciembre, las nubes están agarradas al cielo y el aire se siente mojado, como si el mar que suena a unos cientos de metros estuviera salpicando. Desde esas ventanas que ... dan al norte, los usuarios de la residencia pueden ver el mar y los barcos de carga entrar por la bocana. Pero ayer nadie miraba tan lejos. Ayer, a las once de la mañana, las ventanas del CAD de Cueto se abrieron como piezas de dominó y empezaron a salir caras, cabezas con gorros de Papá Noel, y móviles encendidos para registrar «el momento histórico» que estaba a punto de suceder ante ellos: la llegada de la ambulancia con las primeras vacunas contra el covid-19 en la región.
Pablo Ramos está al volante de la ambulancia que ha transportado los viales de Pfizer con un furgón de la Policía Nacional de escolta. Ha llegado al recinto y se detiene ante una barra que evita el paso de vehículos a la parte inferior de la residencia, y cuando al fin se levanta, mete primera, circulan unos metros más, y con una maniobra se acerca marcha atrás a la puerta de la residencia. Las cabezas en las ventanas siguen desde el otro lado del cristal el espectáculo prosaico e histórico de dos técnicos sacando sendas cajas (una de plástico transparente y otra caja térmica de poliestireno), y a dos mujeres que forman el equipo de vacunación. En apenas cinco segundos, las puertas automáticas reconocen su presencia, los succiona como una boca transparente y se pierden en los pasillos interiores del edificio donde 35 hombres y mujeres van a recibir su primera dosis de la vacuna.
El frío afuera sigue siendo gris, pero a las 11.15 de la mañana, la ambulancia blanca y naranja del Servicio Cántabro de Salud desprende una luz distinta al aire que rodea la residencia. ¿Qué ha cambiado? Aún es pronto para saber lo que supone el protocolo que se pone en marcha al otro lado de la puerta de cristal, en la primera planta del CAD donde se ha instalado la sala de vacunación. Pero el relato que vendrá después habla de una primera jornada «emocionante», de María Dolores Luzuriaga mostrando su brazo de 72 años, y de las manos de la enfermera Bárbara Sainz y la técnico en cuidados auxiliares de enfermería Andrea Arboleda; unas manos que ayer administraron por primera vez el pinchazo contra el covid, tal y como lo ensayaron el pasado martes.
Flora Pérez, Coordinadora de la vacunación
Paloma Navas, Directora general Salud Pública
Pablo Ramos sale del edificio minutos después de haber entrado con la caja. Ahora no lleva nada en las manos. Un rastro de sudor le humedece el pelo y va directo a la ambulancia para sacar una botella de agua. ¿Cómo ha ido ahí adentro? Y toma aire con sofoco antes de responder. «Lo más emocionante ha sido cuando unos abuelos nos han visto y han dicho: '¡Mirad, ahí llegan!'». Pablo lleva 17 años conduciendo ambulancias, pero el viaje de ayer por las calles de Santander hasta Cueto fue un trayecto distinto, fue el trayecto de la historia.
«Ha sido muy emocionante ver la primera vacunación», dijo Paloma Navas, directora general de Salud Pública, una hora después de que sucediera el histórico pinchazo: «Ha ido muy bien, han llegado las dosis perfectamente, se ha seguido la temporalización exacta y no ha habido ninguna incidencia, todo ha sucedido con normalidad». Y la normalidad es esto: la vacuna llegó descongelada al CAD de Cueto, protegida en la nevera para preservar la cadena del frío.
Los técnicos dejaron el material a las 11.15 en una consulta médica y al lado, en la sala grande donde se vacuna, con espacios separados de seguridad. En la silla principal aguardaba María Dolores Luzuriaga para ser la primera en recibir la vacuna. «El paciente tiene que dar el consentimiento y si no puede, hay que recurrir al reconocimiento escrito a tutor legal o familiar», explica Flora Pérez, la coordinadora del Plan de Vacunación contra el covid-19 en Cantabria.
Noticia Relacionada
Laura Fonquernie Marta San Miguel
La vacuna se almacena conservada a 80 grados bajo cero en ultracongeladores. Para vacunar hay que descongelar previamente el vial y una vez diluido con suero salino debe utilizarse en seis horas como máximo para que no pierda efectividad. Ayer en Cueto se administraron vacunas a 35 personas; usuarios válidos, también asistidos y a trabajadores (un médico, dos enfermeros y dos auxiliares de clínica). La campaña duró hasta las 15.30 horas. Hoy, lunes, se continuará con las dosis sobrantes en el CAD de Cueto, y dentro de 21 días, se administrará la segunda dosis.
Y así, hasta cubrir todas las residencias. El calendario se definirá en la medida que vayan llegando las vacunas a Cantabria según los grupos de prioridad establecidos; en esta primera fase residencias, en una segunda, personal sanitario de primera línea, para seguir después con el resto de colectivos recogidos en los 18 grupos del Plan nacional de vacunación. «Va a haber vacunas para todas las personas mayores. Si hace falta poner más equipos de vacunación se pondrán, pero es fundamental entender que la clave es la disponibilidad de vacunas. La estrategia y el plan está montado y preparado, pero dependemos de la disponibilidad y que las vacunas lleguen con periodicidad», dice Pérez, ya que la previsión es que las dosis lleguen puntualmente los lunes.
El protocolo marca que se debe comenzar por las residencias más grandes y sin brotes, pero la directora general de Salud Pública no avanzó ayer el orden porque hay que decidir «inmediatamente» antes de dispensar la vacuna, ya que los brotes pueden surgir «de un día para otro». Una vez se realiza la vacunación, llegará el momento de monitorizar «cuidadosamente» la situación y detectar si surgen efectos adversos. Pero eso será más tarde. En este momento, lo único constatable es que la vacuna contra el covid está aquí, plantando cara: «Es un momento histórico y emocionante, pero esto no ha terminado», advirtió Paloma Navas, «ahora tenemos que combatir el exceso de confianza y nos quedan meses por delante de seguir manteniendo la precaución», dijo, y se despidió sin esconder la «emoción» en los ojos.
A las dos de la tarde, los periodistas también se despiden y se marchan, y cuando no queda nadie, las ventanas del edificio vuelven a cerrarse. Solo queda la ambulancia sola, como una advertencia en el frío.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.