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José Carlos Rojo
Santander
Domingo, 3 de octubre 2021
Si usted quiere viajar de Santander a Bilbao tiene varias opciones. La más fácil y rápida es el coche particular, que le llevará en una hora. También puede coger el bus, que tardará más o menos según las paradas, pero no se demorará mucho ... más allá de la hora y media. Pero existe una tercera vía descartada por todos por una mera cuestión de tiempos:el tren. Sobre raíles, se tarda tres horas en recorrer los 100 kilómetros que separan Santander de Bilbao, una opción que parece haberse quedado anclada en el siglo XIX.
La línea de ferrocarril, que este año cumple 125 años, «se ha dejado morir» en las últimas décadas, según sus usuarios, fruto de la descapitalización de recursos tanto humanos como materiales. «Parece que están dejando que desaparezca lentamente», denuncian en la Plataforma en Defensa del Tren, surgida en 2020 para luchar por la supervivencia de este transporte que consideran clave para «evitar la despoblación rural». La ministra Raquel Sánchez anunció esta semana la inversión de 85 millones para 'resucitar' esta línea férrea durante los próximos 5 años;pero a día de hoy la realidad es que crece la indignación de unos pasajeros que sufren incidencias y retrasos recurrentes. El Diario subió esta semana a ese tren para comprobarlo.
Siete minutos de retraso
Lo primero que se encuentra el pasajero es un retraso en la salida. El billete avisa de una partida fijada a las 7.58 horas, pero el vagón echa a andar desde las estaciones de Santander a las 8.05 horas. No hay muchos pasajeros, pero en las siguientes paradas, Valdecilla, Nueva Montaña, Valle Real y Maliaño, suben decenas de jóvenes estudiantes. Todos se apean en la estación de Heras para acudir a las clases que se imparten en el instituto La Granja. «A partir de ahí, el vagón se queda casi vacío», cuenta Armando Morales, uno de esos alumnos. Ellos son los primeros que sufren las incidencias de un tren poco regular con los horarios. «Unas veces sale a una hora, otras veces a otra... Hemos llegado tarde a clase por culpa de que se retrasa y al final es un problema», confiesa. Dice que se gasta al mes 53 euros en billetes;aunque otros confiesan que nunca pagan. Que saltar el torno es uno de los deportes preferidos por la mañana. Y es que el precio es otro punto destacable en esta batalla perdida para el tren, pues su billete cuesta 8,9 euros y el de autobús, por ejemplo, solo 6,9. Es decir, quien viaja en autocar ahorra tiempo y dinero.
Salvo casualidad, es raro encontrar a nadie que vaya a realizar el trayecto completo que supone viajar las tres horas de Santander a Bilbao; pero este día se ha dado esa casualidad. Gabina Zafón está de vacaciones en Santander junto a su marido, Juan Calpe :«Venimos de Castellón y hemos decidido coger el tren porque nos resulta más barato con la tarjeta oro de jubilados y porque tenemos ganas de ver el paisaje. Eso sí, claro, no tenemos ninguna prisa», explica. Sólo alguien como ellos se tomaría el viaje en un tono recreativo.
Tiempos de otro siglo El viaje de Santander a Bilbao tarda 3 horas.
Paradas Se detiene en 30 estaciones.
Incidencias Las averías son recurrentes, también los cortes de vía, los retrasos y los trasbordos a buses y taxis.
Precio El billete de adulto cuesta en la ida 8,9 euros. El de bus, 6,9.
«También pienso que no es normal que un tren vaya así de despacio en los tiempos que corren. Me imagino lo que pensarán los que tienen que cogerlo cada día para ir a trabajar», argumenta. Yen el asiento de al lado, a Félix Fernández se le revuelve el estómago porque es justo el suplicio diario al que parece condenarlo Renfe, operadora de la línea desde 2012.
«Muchos días hay retrasos. He llegado tarde a trabajar muchas veces. Yo tengo la suerte de que trabajo en un lugar donde tengo cierta flexibilidad, pero me imagino qué pasaría si estuviera en una empresa grande. Probablemente estaba ya en la calle». A veces es la catenaria, otras algún vagón con problemas. La vía puede estar dañada o con obstáculos que no se han retirado... «No te puedes imaginar la de cosas que han pasado y que nos han hecho llegar tarde», explica.
Cruce de caminos
El cruce de caminos llega en la estación de Gibaja cuando son las 9.30 horas. Allí, los maquinistas cambian de tren. El que viene de Bilbao sube al tren que partió de Santander y viceversa. Así, cada uno regresa a casa. El interventor que viajaba en el ferrocarril vasco sube al nuevo tren. «Estamos en precario», dice, y recuerda que este jueves el sector se movilizó en una huelga para protestar por las condiciones laborales.
Aunque en materia de protestas y denuncias las más sonadas han sido, en los últimos tiempos, las de los representantes de la Plataforma en Defensa del Tren. Álvaro Santamaría es uno de sus integrantes. Otro de tantos vecinos del trazado que ha visto como el tren ha ido perdiendo el pulso competitivo como eje vertebrador de estas comarcas. «Desde hace dos décadas, la falta de inversiones en mantenimiento y renovación, como la reducción de personal, han provocado el constante deterioro de la calidad del servicio», cuenta. Entre tanto, el tren, que por ley no puede superar los 80 kilómetros por hora, se ralentiza por tramos sin razón aparente. «No sabemos qué ocurre pero hay pequeñas incidencias por obras de mantenimiento, averías, etc, que obligan a bajar la velocidad. Lo que ocurre es que nunca terminan de arreglarlo bien y esa limitación se convierte en permanente», denuncia Santamaría.
Todas las incidencias posibles
La plataforma insiste en que la falta de información es «indignante». Que ha habido personas que se han quedado esperando en la estación a trenes que nunca llegaron «porque nadie los avisó de que ese día había una avería que obligaba a cancelarlos. Que hay mucha gente que se ha visto obligada a desistir y a cambiar el tren por cualquier otro medio de transporte ante la imposibilidad de garantizarse un horario fijo para ir a trabajar. «En definitiva. Este ferrocarril podría dar un servicio diario a mucha gente joven que está deseando quedarse en las zonas rurales y que al final se ha visto obligada a ir a vivir a la ciudad por la falta de transporte». Dicen que este «despropósito» es un «acicate perfecto para acelerar la despoblación rural».
Todo ello se ha traducido en un aumento de los tiempos de viaje hasta el punto de que hoy son superiores a los de 1910 con un alarmante incremento de retrasos, averías, cortes de vía, trasbordos a autobuses o taxis o supresión de servicios.
Son ya las 10.45 horas y al fondo comienzan a otearse los edificios de Bilbao. Minutos después, justo a las 11.03 horas, el tren llega a su destino. La estación de Bilbao Concordia es el edificio más llamativo de Bailén Kalea; una maravilla arquitectónica inaugurada en 1898 cuya belleza no está, para nada, a la altura del servicio precario que ofrecen los trenes.
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