Uno de cada tres cántabros cree que tiene derecho a saber la clave del móvil de su pareja

En Cantabria un tercio de las personas consideran que dentro de una relación de pareja ambos deben conocer las claves para poder desbloquear el móvil del otro. Es decir, consideran un derecho saber la contraseña. El dato sitúa a la región dos puntos por encima de la media española, que es un 28%. Esta es una de las conclusiones a las que ha llegado la encuesta que ha llevado a cabo la Secretaría de Comunicación y Estudios Sindicales del sindicato Unión Sindical Obrera (USO) y que se encuadra dentro de la campaña elaborada desde la Secretaría de Igualdad de cara al Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer, que se celebra el día 25 y cuyo lema elegido para este año es 'No controles'.

Este estudio se ha realizado en toda España y en su desarrollo ha participado una muestra de 2.000 personas «repartidas de manera equitativa por todas las regiones». Con él se pretendía detectar si existe un riesgo real y actual de pasar de un control de las relaciones de la pareja a través del móvil y con terceras personas a una violencia explícita. Y, si llegaba a este extremo, analizar cómo lo hacía.

La encuesta contaba con varias preguntas. Una de ellas planteaba a los participantes si consideraban que tanto ellos como su pareja debían conocer las contraseñas de los perfiles en las redes sociales del otro. En este caso el 85% de los cántabros rechazó esta idea y marcó el no. Tan solo el 15% se mostró de acuerdo con esta pretensión, lo que coloca a Cantabria tres puntos por debajo de la media nacional.

La aplicación de mensajería instantánea más utilizada en la actualidad, Whatsapp, también fue protagonista de otra de las preguntas sometidas a examen en la encuesta. La cuestión planteaba lo siguiente: «¿Crees que es una obligación enseñar mensajes de Whatsapp o cualquier otro tipo de mensaje a tu pareja?»

Aquí los cántabros se posicionaron cerca de la media española y tan solo el 4% de los encuestados respondió de manera afirmativa. La comunidad que, según el estudio, destaca en este aspecto es Canarias donde el 10,3% respondió que sí; por contra, fue en Navarra y Aragón donde ningún ciudadano preguntado entendió que este comportamiento de control era aceptable dentro de la pareja y el porcentaje de noes fue del 100%.

En esta línea, otra de las cuestiones planteadas a los encuestados preguntaba si consideraban que una negativa de la pareja a mostrar esos mensajes que recibía en el móvil o en cualquier red social podía ser un motivo para ejercer la violencia ya fuera a través de chantajes, insultos... En este apartado las personas cántabras que participaron en el sondeo fueron tajantes. No hubo dudas.

«Ningún ciudadano justificó el uso de cualquier tipo de violencia», señala el resumen de la encuesta. Una cifra que parece contrastar con los resultados obtenidos en otras comunidades, como Castilla-La Mancha, donde un 4,17% dieron el sí a la justificación del uso de la violencia si se debía a la negativa de mostrar algún mensaje. La media nacional fue de un 1%.

Entre las conclusiones que el sindicato USO ha podido extraer de esta encuesta destacan varias. En primer lugar que Cantabria no es una comunidad en la que «destaque la pretensión de control dentro de las parejas». Son comunidades como La Rioja, Castilla-La Mancha, Euskadi y Cataluña donde los porcentajes de respuestas afirmativas al control dentro de la pareja son más altos.

Otra de las conclusiones clave que extrae la encuesta es que las mujeres son, en general, «mucho menos controladoras» o más conscientes de que no deben permitir el control en pareja. No obstante también señalan que aquellas que justifican o entienden el control que de su pareja, «lo llevan más al extremo».

«Cuando hablamos de personas que comprenden el uso de la violencia en pareja, el mayor número de respuestas afirmativas lo aportan las mujeres», concluye el estudio. También señala que, contrario a la creencia de que los jóvenes permiten que sus parejas vigilen sus redes sociales, la encuesta arroja que es en edades más adultas donde se observa una mayor permisividad en la injerencia de la pareja en nuestras relaciones virtuales.