Tres centros cántabros de FP optan al sello de excelencia y ayudas de hasta 1,5 millones

En tiempo récord, la Dirección ha formalizado las candidaturas cántabras que optan al sello nacional de excelencia -tres, el máximo que puede presentar- y, por tanto, a fuertes inversiones para mejorar la pedagogía y las infraestructuras de los centros. Son ayudas de hasta 1,5 millones de euros, a razón de un millón (como máximo) durante el primer tramo del proceso, con el que «llevar a cabo el cambio metodológico y de formación»; y de otro medio millón «según los proyectos vayan avanzando», explica Lombera. Y, además, está el aporte que hagan las propias autonomías.

Cada centro concurre con un proyecto que tiene mucho que ver con ramas o líneas profesionales en las que ya destacan. El CIFP Nº1 de Santander, por ejemplo, ha centrado el tiro en el sector de la automoción, íntimamente ligado a cinco de las familias que tiene implantadas, como las de transporte y mantenimiento de vehículos; electricidad y electrónica, o fabricación mecánica, entre ellas. Cuentan, por tanto, con docentes cualificados para abordar los retos de la convocatoria. ¿Cuáles son? La transformación tecnológica y metodológica del centro -en su caso, a través del diseño de prototipos o la digitalización del Banco de Potencia del Taller de Electromecánica, por ejemplo-; la acogida y formación de profesorado de otras autonomías; el desarrollo de proyectos de innovación e investigación aplicada -el centro menciona aquí el 'Dakar de la FP'-; la identificación de las necesidades profesionales en el sector o una propuesta de revisión curricular.

Siguiendo ese mismo esquema, La Granja concurre con un proyecto centrado en el sector agroalimentario que propone, entre otras cosas, la creación de aulas digitales que transformen las metodologías educativas o el trabajo con especies autóctonas en peligro de extinción como la vaca roja pasiega. El IES Augusto G. Linares, por su parte, apunta a las tecnologías de la información y avala su propuesta con la línea de colaboración que ya mantiene con el Hospital Virtual Valdecilla.

Los tres son centros «abiertos», recalca Lombera, que, de lograr acreditarse, tendrán mucho margen para potenciar la investigación. De hecho, los docentes de las familias profesionales implicadas en el proyecto bendecido con el sello de excelencia tendrán una reducción horaria para investigar cuestiones metodológicas y de innovación junto con sus compañeros de departamento. «Es un reto y un trabajo en equipo. Ese centro de excelencia se dedicaría a investigar y a formarse para ayudar a los demás centros de la región a mejorar pedagógica y tecnológicamente en su familia profesional, así como al resto de los centros de todo el país. Esa es la misión: mejorar pedagógicamente y sobre todo a nivel de retos», dice Lombera.

El Ministerio, continúa, dispone de medio centenar de acreditaciones, aunque no está obligado a fallarlas todas. Tampoco hay un límite de sellos por autonomía, por lo que Cantabria podría lograr hasta tres distintivos. Serían los primeros para la región y una forma de «atraer talento al profesorado de la FP cántabra y de mejorar, gracias a la inversión en investigación», esta pata de la formación superior. «Para nosotros es un reto importante, un espaldarazo», incide Lombera.

El director general entiende el sello de excelencia como un estímulo extra para modernizar la FP, algo que ahora espolean en gran medida unos fondos europeos que, en Cantabria, van a permitir ampliar el CIFP Nº1 de Santander y La Granja de Heras, o también construir otro centro integrado de formación náutico-pesquera en Laredo. La comunidad, además, ha comenzado este curso escolar con 780 nuevas plazas y 53 docentes más de FP.