Borrar
De izquierda a derecha, Manuel Ángel Castañeda, Íñigo Noriega y José Miguel Santamaría, en la Mesa de Redacción de El Diario. Alberto Aja

Tres directores dan voz a El Diario

Aniversario. Castañeda, Santamaría y Noriega recuerdan experiencias y reflexionan sobre el oficio en una entrevista cruzada que abre la celebración de los 120 años del periódico

Teresa Cobo

Santander

Domingo, 16 de enero 2022

¿Qué tienen en común Manuel Ángel Castañeda, José Miguel Santamaría e Íñigo Noriega? Lo más obvio es que los tres han dirigido El Diario Montañés y son los únicos, entre quienes ostentaron ese cargo, que siguen aquí para contarlo. ¿Por qué se reúnen ahora? Porque el periódico cumple 120 años en 2022 y algo así hay que celebrarlo. Queremos compartir con los lectores todo lo que implica pertenecer a una cabecera que fundaron unos pioneros hace doce décadas y que sigue en pie con ambición de futuro. Quienes nos precedieron sortearon una guerra civil, un incendio que arrasó las instalaciones del rotativo, una explosión que removió literalmente los cimientos de la redacción... En el actual equipo aún quedan compañeros que vivieron en primerísima línea el atentado de ETA que mató a tres personas en La Albericia en 1992. A los trabajadores de la presente hornada nos ha tocado mantener vivo el periódico cada día durante una epidemia que nos confinó a todos, a la sociedad entera, en casa. Pasaremos el testigo a los siguientes.

Los tres últimos directores de El Diario hablan de periodismo y de este periódico en un encuentro en el que ellos mismos actúan como entrevistadores y como entrevistados, que para eso son duchos en el oficio y nos ahorran un trabajo. Manuel Ángel Castañeda (Santander, 1948) asumió la dirección en 1979 con sólo 30 años y permaneció en el cargo otros tantos y uno más. Cuando se jubiló, en 2010, lo relevó José Miguel Santamaría (Vitoria, 1959), hasta entonces director adjunto de El Correo, medio al que regresó, ya como director, en 2016. Desde ese año está al frente del periódico Íñigo Noriega (Santander, 1964), que venía de dirigir El Comercio, y que actúa de anfitrión en esta conversación que abre toda una serie de actos y de contenidos especiales que se desarrollarán a lo largo de los próximos meses.

Castañeda, apoyado por un pequeño equipo de aventureros, dejó atrás el periodismo de notas y comunicados y comenzó a hacer «periodismo de verdad, de calle». Dio la vuelta por completo a un medio que naufragaba hasta reflotarlo y convertirlo en nave líder de la armada informativa regional. A Santamaría le tocó una etapa de «mucha concentración de poder en Cantabria que supuso choques importantes» y elevar el listón de exigencia y de calidad. A Noriega, después de lidiar con la pandemia y con el confinamiento, quién sabe los retos que aún le quedan por afrontar, entre ellos el de la inmersión total en la digitalización. Veamos qué nos cuentan los tres directores.

-Íñigo Noriega: Manuel Ángel, dado que fuiste director del periódico tan joven y estuviste tantos años, ¿cuál era tu impresión dominante cuando te hiciste cargo de la redacción y cómo fue evolucionando tu noción de lo que debe ser un director?

-Manuel Ángel Castañeda: Me hice cargo de la dirección justo el día siguiente al de Reyes. En 1979 estábamos todavía con la Constitución recién aprobada, muy esperanzados con que se iba a poder hacer periodismo de verdad. El Diario Montañés estaba en ese momento en su peor situación económica y de difusión. Yo tomé el timón de un barco que, si naufragaba, no pasaba nada, porque así se había asumido. Con un pequeño grupo de jóvenes periodistas y otros que no tenían la carrera, pero les gustaba el periodismo, que trabajaron mucho y muy bien, empezó a reflotar aquello. La intención era hacer periodismo y llevar a la población los valores que traía la Constitución, de democracia, libertad, igualdad, de transparencia en los gobiernos. El esfuerzo de ese pequeño grupo que empezó a remar en dirección correcta se vio bien recibido por los lectores, que percibieron que se hacía un periodismo por sus intereses y para que Cantabria, que aún no era autonomía, consiguiera remontar el declive en el que había entrado.

El oficio en la actualidad

«Creo que el periodismo ha adquirido hoy categoría de ciencia, aunque esto suene un poco fuerte»

Manuel Ángel Castañeda

«Nuestro papel es hacer periodismo de calidad con independencia de la cacharrería que lo rodee»

José Miguel Santamaría

«Tenemos que dar uno de los pasos más grandes que hayamos dado nunca en el proceso de digitalización»

Íñigo Noriega

Recuerdos de etapas intensas

«Venir aquí a dirigir el periódico que veía leer a mi padre y a mi madre, y con el que aprendí a leer de pequeño, literalmente, pues te puedes suponer. El estómago me hacía cosas, sí, claro»

Íñigo Noriega | Desde 2016

«El impacto del atentado de ETA fue tremendo. Teníamos techos de pladur y empezó a caer polvillo. Salimos corriendo. Llegamos antes que nadie. Vimos allí en el suelo a los muertos»

Manuel Ángel Castañeda | De 1979 a 2010

-Í. Noriega: José Miguel, en tus años al frente de El Diario Montañés, ¿cuál recuerdas como mayor satisfacción y cuál el peor contratiempo?

-José Miguel Santamaría: Satisfacciones recuerdo muchas, la primera dirigir el periódico más importante en una tierra con la que yo había tenido una vinculación muy fuerte desde la infancia. Otra, aparte de un reto difícil, era tomar el relevo de un maestro como Castañeda. Y luego llevar a cabo una serie de ideas que yo traía propias de mis anteriores experiencias, trabajar con un equipo profesional que siempre respondió francamente bien. Los seis años fueron de satisfacciones, tanto profesionales como personales. Contratiempos no tuve muchos, sólo pequeños, como los que un director tiene a diario: el choque con personas que no entienden muy bien cuál es el papel de los periódicos y de los periodistas. Coincidió con una etapa política de mucha concentración de poder aquí, en Cantabria, que supuso unos choques importantes, porque cuanto más se concentra el poder menos se entiende la crítica.

-J. M. Santamaría: Íñigo, estamos en una situación francamente complicada para nuestro sector. ¿Cómo estás afrontando el reto de transformar una redacción tradicional de papel en una redacción digital o una factoría de contenidos o lo que está pidiendo ahora la audiencia?

-Í. Noriega: La transformación digital es un proceso en el que llevamos inmersos veinte años en los periódicos, desde que empezaron nuestras webs, en realidad. Ahora el covid ha acelerado la digitalización en general de la sociedad, y en esa adaptación y ese acompañamiento a los lectores, probablemente tengamos que dar uno de los pasos más grandes que se hayan dado en toda nuestra historia. La digitalización comporta una permanente evolución, y si ahora el dispositivo estrella es el móvil, igual que era el ordenador hace unos años, como pareció que iba a ser la tablet durante una temporada, probablemente habrá otros dispositivos a los que habrá que irse adaptando. Pero, a la vez, otras cuestiones de fondo del periodismo van a seguir vigentes y no van a cambiar. Para aplicar criterios, para confirmar las noticias, para informar con rigor, ahí da igual que transmitas por un medio digital o por uno impreso.

-J. M. Santamaría: Manuel Ángel, un innovador es alguien que cambia el rumbo de una cosa de manera radical y es lo que tú hiciste con El Diario. Me gustaría saber qué referencias tenías para llevar a cabo ese proyecto, en qué te fijas para llevar adelante lo que termina siendo un Diario Montañés absolutamente diferente, que hace periodismo profesional...

-M. Á. Castañeda: Yo he trabajado con seis directores en poco tiempo. Hubo una etapa en El Diario en la que duraban un año, año y un mes... De todos ellos, aprendí mucho de un viejo maestro, don Florencio de la Lama Bulnes. Pero del que aprendí lo que era el periodismo fue del director que rompió por primera vez el molde: José Antonio Gurriarán, que después dirigió el diario Pueblo. Ha sido conocido porque sufrió un atentado de los armenios en Madrid. Estaba telefoneando a Pueblo para decir que acababa de explotar una bomba en la Gran Vía, y había otra en la cabina desde la que él estaba llamando y le explotó y le dejó medio cojo. ¿Y qué aprendí de él? Que lo que estábamos haciendo, que era publicar las notas que enviaba el Gobierno Civil, la Asociación de Procuradores, el Colegio de no sé qué..., no era periodismo, que el periodismo estaba en la calle, que había que salir, hablar con la gente y reflejar eso en el periódico. Eso me marcó y me sirvió de guía. ¿Y cómo lo afrontamos? Aquí hemos venido a decir la verdad, ¿no? Pues con una inconsciencia digna de tener 30 años.

-M. Á. Castañeda: Josemi, tú te haces cargo del periódico para relevarme a mí y vienes ya de ser el director adjunto de El Correo, que era un periódico de primera división. En España había seis, siete grandes periódicos y uno de ellos sin duda era El Correo. ¿Cómo te adaptas de venir de un periódico grande a un periódico mediano o pequeño?

-J. M. Santamaría: Vine de un periódico de primera división a otro de primera división. Periodísticamente el cambio no era tan grande porque al final venía de un periódico que era el de mayor tirada de su territorio, a otro con el que pasaba exactamente igual. Vine de un periódico muy influyente a otro también muy influyente en su sociedad y con unos lazos sociales muy importantes. Y la verdad es que me encontré con unos criterios profesionales muy similares. En lo que sí encontré muchísimo cambio es en el entorno, que era absolutamente diferente. Venía de un periódico vasco, y en el País Vasco se ha vivido una situación extraordinariamente complicada y rara en lo que es la Europa democrática occidental, con un grupo terrorista y con un grupo de apoyo al terrorismo que estaba matando, amenazando a todo el que no pensaba igual y eso, lógicamente, a la hora de hacer periodismo se nota. En 2010 había bajado mucho el tono terrorista, pero había una sociedad políticamente muy crispada y muy tensionada. Llego aquí, y la política, aunque en Cantabria se consideraba también que estaba tensionada, era una tensión completamente diferente.

-M. Á. Castañeda: Íñigo, tú eres cántabro de nacimiento, pero has hecho casi toda tu carrera profesional, muy brillante por cierto, en Navarra, en Valladolid, en Asturias, has estado en El Norte de Castilla, has dirigido El Comercio de Gijón, y vuelves a tu tierra, a Cantabria y a Santander, a dirigir un periódico. ¿Qué sentías tú en el estómago cuando dices, bueno, ahora toreo, pero en plaza propia, donde la gente me conoce?

-Í. Noriega: Pues imagínate. Cualquier cometido nuevo se afronta con prevención ante lo que viene y con prudencia, con respeto a los profesionales que te vas a encontrar donde vayas. Por otro lado, con agradecimiento porque alguien en la empresa confíe en ti para ofrecerte ese cometido, con el ánimo de aplicar lo poco o mucho que vas aprendiendo con tu experiencia. Y venir aquí, al periódico que veía en mi casa desde pequeño, primero leerlo a mi padre y a mi madre y a mi familia, después aprender a leer en él, es que es literal, yo aprendí a leer en los titulares de El Diario Montañés, pues te puedes suponer, ¿no? El estómago me hacía cosas, sí, claro.

-Í. Noriega: Manuel Ángel, cuéntanos alguno de los momentos más difíciles que has vivido en tu carrera periodística.

-M. Á. Castañeda: Ha habido de todo, muchos buenos momentos y algunos malos. El asunto que no se me ha olvidado nunca es aquel 19 de febrero de 1992 cuando, a las puertas de donde estaba antes el periódico, en La Albericia, ETA hizo explotar un coche bomba con el que mató a un matrimonio y a un joven que pasaban por allí. El impacto fue tremendo. Cuando estábamos en la redacción, escuchamos la explosión. No se me va la imagen. Teníamos unos techos de pladur y empezó a caer un polvillo. Salimos todos corriendo y llegamos antes que la Guardia Civil, que la Policía Nacional, que estaba muy cerca, antes que las ambulancias. Ver aquellos dos cadáveres del matrimonio allí en el suelo para mí fue algo muy impactante y para los que en ese momento estaban en la redacción. Fue tremendo. Y además ver que no puedes hacer nada. Ese fue el peor día. Después ha habido de todo, pero sí padecimos la etapa de Hormaechea: él creía que el que le hubieran votado y que fuera presidente del Gobierno le daba derecho a dirigir los periódicos, las emisoras de radio, las asociaciones de vecinos... No entendía que El Diario Montañés pudiera hacer una información independiente de sus intereses o de lo que él pretendía. Hubo bastante presión por su parte.

-Í. Noriega: Josemi, esta es muy fácil y breve. ¿Cómo va a ser la prensa en la era digital? ¿Qué papel nos queda al periodismo?

-J. M. Santamaría: A la primera parte de la pregunta es muy fácil contestar: no sé. A la segunda seguramente que sí. No sé cómo se van a estructurar las empresas periodísticas en el futuro, si van a ser grandes, pequeñas o medianas. ¿Cuál va a ser el papel del periodista? Creo que no va a cambiar ni el papel ni las funciones ni la formación ni lo que tiene que hacer. Eso lo tengo claro. No puede haber prensa sin periodistas y creo que sigue siendo un valor fundamental incluso para la sociedad democrática. El papel del periodista va a ser el mismo que se está ejerciendo ahora independientemente de la cacharrería que lo rodee. Lo que nos está permitiendo lo digital es tener unas posibilidades narrativas muchísimo mayores y mejores que antes. Ahora la imaginación es libre, pero los principios son los que siempre nos han movido, el periodismo serio y de calidad.

-J. M. Santamaría: Íñigo, una de las características de los periódicos locales es la relación emocional que tienen con su audiencia y yo creo que es uno de los éxitos de los periódicos de nuestro grupo, Vocento. Hemos sabido llegar a la sociedad con un lazo emocional que después se ha convertido en audiencia. ¿Crees que vamos a poder mantener ese lazo con todo lo que ocurre ahora, con las redes...?

-Í. Noriega: Creo que es obligatorio mantenerlo y que va a seguir siendo uno de los vínculos con nuestras audiencias, pero desde otra perspectiva. Hace determinadas décadas, al periódico local se le permitía que fuera un periódico más o menos bueno, con una calidad más o menos discutible, pero sacaba las cosas cercanas. Ahora ya no. Ahora el vínculo emocional debe seguir, pero con formatos distintos y a la vez con una altísima calidad periodística. Deben ir de la manos ambas cosas. Hay que diferenciarse de todo el ruido de internet, de las redes, de lo que no se sabe de dónde viene, con calidad y fiabilidad.

Noticia Relacionada

-J. M. Santamaría: Manuel Ángel, ¿de aquel grupo de aventureros con el que te embarcaste en el 79, a los periodistas que dejaste muchos años después, qué cambios de perfil detectaste?

-M. A. Castañeda: El cambio ha sido muy profundo. Tenía una redacción formada por los que ya estaban, que desde mi perspectiva de 30 años me parecían gente muy mayor, aunque no lo eran tanto, y además, en aquel momento, la mayor parte de los que ejercían de periodistas trabajaban en otra cosa por el día e iban a la redacción por la tarde, a las seis o a las siete, a cortar teletipos, titular y poco más, coger las notas que llegaban del Gobierno Civil y darlas un poquito de forma. Naturalmente eso desapareció pronto. Lo que creo es que ahora el periodismo ha adquirido categoría de ciencia, aunque suene un poco fuerte. El que se estudie en la universidad, el que se hayan hecho tantos estudios sobre la incidencia de la información en el consumo, en la política, en la sanidad, etc., ha sido muy importante. Ha cambiado radicalmente. Ahora, a los periodistas, incluso a veces, y yo creo que eso es malo, se les teme y yo creo que tampoco tiene que ser así. Además, se hace un periodismo más profesional, más científico, con muchos más medios, manejando encuestas, infografías, documentación... Totalmente diferente para mejor. Eso de que los tiempos pasados eran mejores es una mentira absoluta.

-M. Á. Castañeda: Josemi, el periodismo ciudadano se ha puesto de moda. ¿Qué te parece que ya cualquiera cree ser periodista porque saca el móvil, hace una foto y la cuelga en unas redes sociales que no se sabe muy bien quién las ve y de qué manera?

-J. M. Santamaría: Una persona que ve algo y hace una foto es un testigo, pero no un periodista. Un periodista tiene que saber muchas más cosas que captar una imagen o incluso contar algo. Tiene que ser capaz de interpretarlo, contextualizarlo, criticarlo y, primero, entenderlo. Eso es ser un periodista. Lo otro es ser un testigo. El periodismo ciudadano, que tuvo su apogeo, está de capa caída. Creo que nos ha ayudado lo que, desgraciadamente, ha pasado con el covid, que ha producido un giro de las audiencias hacia los medios serios. Cuando ocurren cosas que afectan de verdad a las personas, la gente va a buscar voces autorizadas, que sepan contrastar las informaciones, y, sobre todo, acudir a las fuentes óptimas, a quien realmente sabe. Como ocurre cada vez que hay algo extraño, inédito o sorprendente. La gente puede estar jugando en las redes sociales, pero cuando quiere información de verdad, va a las cabeceras de referencia.

-M. Á. Castañeda: Íñigo, el periodismo ha cambiado mucho, pero hemos cambiado quizás en la superficie, en las formas. Los periodistas tenemos una ética y una deontología que hemos aprendido en la universidad. ¿Hasta qué punto el cambiar los medios nos va a hacer cambiar nuestros planteamientos con vistas a respetar los derechos de los ciudadanos y al mismo tiempo transmitir lo que está sucediendo, incluso en contra de intereses poderosos?

-Í. Noriega: Cambia la técnica, el dispositivo, incluso la narrativa, la manera de relatar, pero los criterios, los principios, los valores, yo creo que nuestro fuerte es reforzarlos y ser muy firmes. Y también evolucionan. La sociedad evoluciona en derechos y el periodismo lo recoge. Esa es nuestra bandera, tener unos criterios muy firmes y saber que diga quien diga lo que diga esto va a publicarse, y llueva lo que llueva, porque tiene que publicarse y es así, y porque a alguien le interese que no se publique, por muy poderoso que sea, choca contra un periódico. Probablemente una web de otro tipo o un periodista ciudadano se vería más amedrentado y tendría otros problemas para publicar lo que a alguien le interesa que no se sepa, pero un periodista tiene que contarlo, es su obligación.

Este contenido es exclusivo para suscriptores

Publicidad

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

eldiariomontanes Tres directores dan voz a El Diario