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Hay muchos tipos de peregrinos. Están los que completan todas las etapas, los que solo hacen algunas, los que se quedan en albergues, los que se hospedan en hoteles, lo más devotos o los que no lo son tanto. El caso es que este domingo ... Santo Toribio acogió a cientos de ellos que no quisieron perderse la clausura del Año Jubilar. Todos calcularon los kilómetros para llegar a tiempo y poder cruzar la Puerta del Perdón, que no volverá a abrirse hasta el próximo Jubileo en el año 2028.
Los más madrugadores fueron los 50 integrantes de la Delegación Pastoral con Jóvenes de Santander, que a las 09.00 horas ya ocupaban las primeras filas de la cola. Se hacían notar. Guitarras, banderas, cruces y un llamativo atuendo amarillo. No dejaron de entonar canciones religiosas en toda la mañana. Había que ocupar el tiempo. Poco después ya fueron llegando en goteo más peregrinos. Todavía se notaba el fresco y el helicóptero de la Guardia Civil sobrevolaba las inmediaciones del monasterio. Los autobuses que conectaban Potes con Santo Toribio –la única manera de acceder si no es caminando– empezaron a transportar a los ciudadanos desde las 09.30 horas. La cola se iba llenando poco a poco. Un mix de gente de todas partes. Incluso de fuera de Cantabria. Todos con la misma fe. Aunque se esperaba más afluencia. «Otros años ha habido el doble», comentaba un grupo de vecinos de Liébana. A eso de las 10.00 horas comenzaba a sobrar la chaqueta y hubo incluso quien sacó un paraguas para protegerse del sol. Si querían sombra, perdían su puesto en la fila. Había que escoger, aunque todos aguantaron. Lo que sea por cruzar la Puerta del Perdón.
La llegada del obispo de Santander, Arturo Ros, fue la más aclamada por los asistentes. Un recibimiento por todo lo alto. «No quiero aburrir a la gente», confesaba minutos antes de la ceremonia. Además, aprovechó para poner en valor el Camino Lebaniego y aseguró que, aunque termine el Año Jubilar, «Liébana sigue vivo» y no van «a estar quietos». Quien tampoco quiso perderse la cita fue el Secretario del PSOE de Cantabria, Pablo Zuloaga, que hace unos días emprendía el Camino Lebaniego bajo el auto apodo de 'El último peregrino'. Eso sí, entró al monasterio junto al resto de personalidades políticas. Con indumentaria de caminante, no de domingo.
Media hora antes de la ceremonia ya se respiraba la emoción en Santo Toribio. Los grupos de peregrinos se encargaban de amenizar la espera con gritos de 'Viva Cantabria' e incluso bailes al ritmo del pito y el tambor. Aunque no todo fueron buenas sensaciones. La temperatura seguía subiendo y varias personas tuvieron que ser atendidas por los servicios médicos. Nada grave, afortunadamente. Pasadas las 12.00 horas daba comienzo la ceremonia de clausura. Las vallas que cerraban el paso a la Puerta del Perdón se abrieron y los asistentes comenzaron a pasar. Caras de alegría y felicidad. Especialmente las de aquellos que llevaban más de tres horas esperando. Al mismo tiempo no dejaban de unirse personas a la cola. Entraban en tandas de 50 y en pocos minutos el aforo se completó. A partir de ese momento quién accediera no se podía quedar. Solo un vistazo y un recorrido rápido.
Parecía que iban a entrar todos cuando uno de los miembros de seguridad cortó la fila y dijo «hasta aquí, ya no entran más». Una familia de Madrid iba a ser, a priori, la última en cruzar la Puerta del Perdón. Pero no. Cambiaron de opinión y volvieron a abrir las vallas. Todos mirábamos a nuestro alrededor preguntándonos quién sería la última persona en cruzar la Puerta del Perdón antes de que echasen la llave. Era imposible saberlo. Como una llegada a meta en la que en cualquier momento el segundo puede hacer un sprint y superar al primero, pero al revés. Aquí el último 'gana', al menos la distinción de ser la última persona en conseguir la indulgencia que promete atravesar la Puerta. «Los últimos serán los primeros», dice el dicho. Cuando pasaban las 12.30 horas y la ceremonia ya estaba avanzada cruzaron la Puerta María Dolores López, Jesús Pelón y Susi Lanza, tres vecinos de Liébana. Tras ellos, volvieron a cerrar el paso. Ahora sí que sí. Eran los últimos. «No me lo puedo creer», susurraba María Dolores. «Llevamos esperando para entrar desde la nueve de la mañana con dos niños de tres y siete meses. Pensábamos que no nos iba a dar tiempo. Ser de aquí y haber sido los últimos nos hace muchísima ilusión».
Pocos minutos después, con la Puerta ya cerrada, terminaba la ceremonia y los devotos iban saliendo poco a poco por el claustro visiblemente emocionados. Hay quien ya cuenta los días para el 16 de abril de 2028, fecha que dará comienzo al próximo Jubileo.
«Es la segunda vez que venimos al monasterio. Al casarnos y ahora en nuestras bodas de plata. Hemos hecho la peregrinación desde San Vicente en tres etapas y ha sido una experiencia preciosa. Para recordar. Esperamos volver en nuestro 50 aniversario si las fuerzas nos acompañan».
«Vengo a pasar por la Puerta del Perdón y seguramente sea la última vez que lo haga. Es una creencia de toda la vida muy instaurada en mí. Me emociona mucho estar aquí. He venido muchas veces, incluso andando. Hoy he tenido que venir en autobús porque con mi edad ya no puedo conducir».
«Hemos aparcado en Potes y hemos subido andando. Veníamos con mucha ilusión pero no he podido entrar. Ha hecho muchísimo calor y he tenido que refugiarme a la sombra porque no me encontraba bien. Por lo demás todo muy bien. Ya he venido más veces así que le cedo el turno a otros».
«De primeras no iba a venir, pero me animaron. Es una experiencia muy buena. Yo ya había venido hace tres semanas pero hoy es el día oficial y es muy emocionante estar aquí. Hemos hecho 28 kilómetros y estamos bastante cansados. El Camino ha sido duro pero sin duda ha merecido la pena».
«Empezamos el Camino en San Vicente y hemos estado andando desde el martes hasta esta mañana. Para nosotros es una peregrinación espiritual. Venimos buscando al Señor, aunque está en todas partes. El Camino ha sido increíble. Los paisajes son preciosos y muy diferentes a los de Málaga».
«Somos unas 50 personas del Grupo de Senderismo de Tanos. Es nuestra tercera vez, pero siempre desde distintos sitios. En esta ocasión empezamos la ruta en septiembre desde Palencia y lo hemos hecho cada quince días. Hoy es el remate final y venimos con niños y con personas de 87 años».
«La experiencia como peregrina del Camino Lebaniego siempre es buena. Ya vinimos el año pasado y ahora repetimos porque nos encantó. Seguramente no será la última vez. Yo he subido andado y estoy esperando a otros cuantos que suben en autobús desde Potes para entrar al monasterio».
«Me encanta caminar, pero hoy he subido en autobús porque hacía mucho calor. Parece que hay poca gente en comparación a otros años. Cada vez acuden menos personas a estos eventos porque pasamos de la religión. Somos muy materialistas. Es una pena que estas tradiciones se pierdan».
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