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Uno de los tres tiburones que llegó el pasado miércoles al Museo Marítimo. Roberto Ruiz
Tiburón gris

Los tres nuevos inquilinos del Museo Marítimo

Procedentes del Oceanográfico de Valencia, estos ejemplares costeros de tiburón gris son de los más grandes del mundo | El objetivo del traslado a la capital cántabra es investigar más acerca de esta especie

Viernes, 8 de julio 2022, 13:58

Susana e Inés, dos tiburones grises del L' Oceanografic de Valencia, dieron a luz en julio y agosto del pasado año a tres crías. Ahora, estos tres jóvenes ejemplares, de apenas un año de edad, han sido trasladados esta semana a las instalaciones del Museo Marítimo del Cantábrico (MMC) como nueva adquisición a la fauna marina ya consolidada en el interior del espacio santanderino.

Los tres ejemplares macho pesan 4 kilos y miden en torno a unos 70-80 centímetros de longitud. En la presentación oficial de los nuevos inquilinos, el director del Museo, Gerardo García-Castrillo, ha agradecido la participación de la vicepresidencia del Gobierno y «todo el esfuerzo desempeñado durante el año y pico de preparación» para acoger a los tres especímenes. Por su parte, Pablo Zuloaga, presente este viernes en el acto, ha afirmado sentirse «muy satisfecho de cómo se está impulsando y dinamizando la actividad del museo a raíz de su cuarenta aniversario».

Entre los motivos por los cuales se ha seleccionado a esta raza de tiburón se encuentra su lento proceso de crecimiento, aunque pueden alcanzar los dos metros de longitud: «Uno de los grandes problemas que tenemos es la ocupación de este tanque. Como tienen un desarrollo reducido vamos a tener un período de diez o doce años para trabajar con ellos y estudiarlos, y al mismo tiempo para pensar dónde enviarlos en el caso de que crecieran demasiado», ha asegurado Castrillo. Entre los destinos barajados para el futuro traslado se encontrarían Barcelona o el hogar natal de los tres, Valencia. También se ha considerado la posibilidad de incorporar una hembra de esta misma clase para realizar estudios de reproducción entre ellos.

La otra motivación por la cual se ha apostado por este trío es la cuestión del límite de distribución geográfico. Esta especie navega entre aguas costeras templadas y tropicales, y su frontera actual de movimiento se encuentra justo en Portugal y la zona norte de Galicia. «El cambio climático va a comenzar a calentar las aguas del Cantábrico, por tanto el tiburón gris puede empezar a entrar en la zona de Asturias, Cantabria y País Vasco. Nuestra política es trabajar siempre con especies de aquí, pero actualmente la utilización didáctica de esta raza es explicar también el cambio climático», ha remarcado el director del centro.

Llegada difícil

El desembarco de los tres vertebrados marinos no ha estado solo marcado por la ilusión. Un mes antes de su traslado a Santander, los ejemplares estuvieron un mes de cuarentena y aclimatación en Valencia para observar su proceso de evolución. Tras el cambio de ubicación, la preocupación entre ellos era palpable y la nueva adaptación está siendo costosa: «Están muy nerviosos y todavía les cuesta controlar su nado. Los peces no tienen frenos, por tanto a la hora de nadar pueden no calcular bien y hacerse heridas. En ese caso habría que volver a aislarlos y repetir de nuevo el proceso», ha explicado Castrillo.

También la alimentación está suponiendo un quebradero de cabeza para los responsables de estos animales, ya que solo uno de ellos ha comido estos últimos días. Los dos restantes siguen en ayunas. «No nos preocupa tanto el tema de la nutrición, pero sí nos interesa que empiecen a comer pronto porque eso les va a aportar mucha más fuerza», ha dicho el director del MMC.

Roberto Ruiz

La convivencia con otras especies es otra de las preocupaciones de los responsables del museo, ya que al ser traspasados al gran tanque con el resto de especies su adaptación todavía está siendo complicada: «Pasar de estar apartados al tanque con otras clases de tiburones y peces -más los buceadores- es un desconocimiento completo que les provoca estar más preocupados».

Para su identificación, el trío cuenta con una serie de marcas en sus aletas dorsales: el hijo de Susana cuenta con una señal verde-negra y los de Inés, uno tiene una impronta rosa y el otro nada. Además, junto al etiquetado, también portan un pequeño microchip identificativo para seguir sus movimientos en el proceso de adecuación.

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