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Son las diez y media y dos operarios de una obra salen de una panadería de Isabel II con cafés en las manos y algo de comer en unas bolsas. Una parada para coger fuerzas. Caminan unos metros con la mascarilla bajada y algo húmeda ... por el sudor. Hace calor y apetece descansar. Así que miran a derecha e izquierda y, como nadie mira, apoyan el bocata y remueven con una cucharilla de plástico el cortado en una de las mesas que hay fijas, ancladas al suelo, en Calderón de la Barca. Sillas no hay, porque están atadas. Esa escena -real y de ayer mismo- es lo más parecido que se ha visto estos días a consumir en una terraza. Llevan un mes trancadas o desaparecidas. Pero eso, con la norma en la mano, podría cambiar el lunes. La fase 1 de la 'desescalada' permite aperturas al 50% de su capacidad. La teoría. Eso, teoría. Porque los hosteleros insisten en que la práctica, por ahora, está llena de dudas y vacía de instrucciones concretas. Por eso, la mayoría no tiene en mente abrir a día de hoy.
Ayer este periódico se puso en contacto con 21 establecimientos de Santander conocidos por sus terrazas. Son 21 entre las más populares de la ciudad (obviamente hay muchos más) en zonas habituales. De las más concurridas. De La Alameda al Faro. De todas, sólo en cuatro dicen que sí, que abren el lunes. El resto se divide entre los dudosos y los que no tardan ni un segundo en responder: «No me compensa abrir así».
La Alameda Casa Mariano: No abre
San Fernado La Viña: No abre
Calle Burgos/Numancia Picos de Europa: No abre / El Castellano: No abre
Calderón de la Barca/Machichaco Bar Cos: Sí abre/ El Machi: No abre/ El Italiano: No abre/ Hotel Bahía: No abre
Paseo de Pereda Suizo: No abre/ Destino: No abre/ Alaska: No saben aún
Plaza de Pombo Café de Pombo: No abre
Tetuán Asador de Aranda: No abre
Castelar La capitana: No abre
La Magdalena Balneario: Sí abre
El Sardinero Maremondo: Sí abre (martes)/ El Parque: No abre
El Sardinero (La Cañía) Donde Nando: No abre/ Caribe: No abre
Avenida del Faro Hipódromo: Con dudas/ Bar del Faro: Sí abre
«No, ni loca. Ni con el ERTE flexible. Imposible porque me parece un suicidio». La respuesta de María Ángeles Calvo, de La Capitana (Castelar), es corta y contundente. También la de Juancho Prellezo, de Destino (Paseo de Pereda). «Arrancar el motor del local consume muchísimo y no me compensa por un posible 50% de la terraza. Además, yo no abro un hospital, abro un sitio para tomar algo, para pasarlo bien. No lo veo rentable como empresario ni agradable como cliente». Y añade que «la 'desnoticia' (la falta de noticias concretas) es tremenda». También Violeta Montes, del Asador de Aranda (Tetuán), responde rápido: «De momento, no. Como no nos dicen nada claro...».
Son tres ejemplos de una postura mayoritaria (luego iremos con más). En la parte contraria están los que han decidido dar el paso. En el Maremondo (El Sardinero), a media mañana, estaban colocando toldos nuevos. Han estado de obras. «Estamos con los preparativos porque hemos hecho una reforma en el restaurante y nos vamos a animar el martes a abrir cumpliendo la normativa que nos exigen». El martes, precisa Paloma Marcos. Aquí el tamaño importa y ellos cuentan con un espacio amplio junto a la Primera playa. Más o menos dispondrán, echando cuentas, de 38 mesas. Espacio amplio tienen también en el del Bar del Faro. Allí la idea es arrancar el lunes con «unas diez» y, ya de cara al fin de semana siguiente, ir ampliando. «Vamos a ver cómo viene de tiempo y a ver también las medidas de higiene concretas que nos mandan poner», apunta Pablo Camus.
Fermín Ruiz, del Balneario de La Magdalena, está pendiente de una respuesta de la Demarcación de Costas. Él también abre. Sí. Pero han pedido permiso para poder utilizar la terraza superior, la de la azotea, y, de este modo, compensar el 50% que pierden en la principal. «No nos han contestado todavía». Ruiz reconoce, en todo caso, que abrir es «un reto económico para la empresa». Y eso piensa también Jacinto Zataraín, del Cos (Calderón de la Barca). El cuarto de los 21 que dice que sí. «Con el 50% -al principio se dijo que un 30%- cuadra un poco más, pero si viene mal tiempo nos la jugamos. Además, queremos abrir también para liberar la cabeza». Hay condicionantes en todo caso. «Dependes del Ayuntamiento en cuanto a la aplicación rigurosa de la normativa de superficies expeditas de paso. Nosotros contamos con el permiso de la autoescuela y la inmobiliaria de la zona durante este periodo concreto para poner unas mesas. Sería una terraza prolongada y con mucha distancia». Entienden que el Consistorio debe ser rápido y transigente en este aspecto, a la vez que «riguroso» en las medidas de seguridad sanitarias. Eso por un lado. Por otro, dan por hecho que el asunto de los ERTE -que puedan ir sacando a los empleados poco a poco, de forma progresiva- «se arregle hoy o mañana». «Porque si te obligan a abrir con el 100% no abre nadie».
Casi 600 establecimientos hosteleros –bares y restaurantes– tenían autorización para colocar una terraza en el espacio público de Santander a fecha de 31 de diciembre de 2019. Concretamente, 578. Como explica el concejal de Fomento del ayuntamiento de la capital cántabra, César Díaz, estas licencias se otorgan por un periodo máximo de cinco años, durante los que se prorroga automáticamente cada año a no ser que el propietario haga un escrito formal donde solicite expresamente que se anule antes. Pasados esos cinco años de plazo, los establecimientos deben solicitar de nuevo este permiso para colocar mesas en el exterior.
Por ahí van en parte las dudas de Jesús Gómez, del Hipódromo de Suso (avenida del Faro). «Nosotros seguiremos los pasos que nos diga la Asociación de Hostelería. Esperemos que antes del lunes esto se arregle y poder abrir. Porque si a ti te obligan a cerrar con una plantilla para el trabajo que tienes en ese momento y después te obligan a abrir con la misma plantilla pero con la capacidad reducida al 50%, no sé quién va a pagar esos gastos». Ellos, ayer, estaban pintando y limpiando. «El cliente, cuando entre, tiene que ver algo distinto».
Sergio Campuzano, del Alaska (Paseo de Pereda), añade más puntos a esa lista de dudas. «Hay muchas variables. El tema del tiempo, porque si abres y te viene una semana de agua estando al 50% y con dos metros de separación... Te salen diez o doce mesas. Bien. Pero si dan malo no haces nada. Y también la movilidad de las personas, que no está claro». Se lo están pensando. Ni sí, ni no.
La incertidumbre y los noes eran ayer lo más repetido. «No. Tenemos trece mesas, serían seis y con las distancias de seguridad... ¿Cuántos clientes salen?», comentaba Sergio Peón, del hotel Bahía. «Nos resulta inviable», decía ayer María Heras, de El Parque (El Sardinero). El asunto de los trabajadores -«Sabemos que la Asociación lo está preguntando y nos han pedido tiempo»-, la incógnita del tiempo o hasta los horarios de las franjas para salir de cara a planificar los menús que pueden ofrecer. «Es que no es abrir y ya está».
Si uno va por zonas -como hizo ayer este periódico-, el mapa se llena de cruces rojas. Marta Roales, de El Castellano (calle Burgos), ha hablado con algunos de sus compañeros de espacio. Picos de Europa (la terraza está allí mismo) o Casa Mariano (en La Alameda) le han confirmado que no abren. «Lo comentamos y hemos decidido que no, que no nos compensa. Como muy pronto, el 22, cuando ya podamos usar parte del local». También Fernando Burgués (Donde Nando y el Caribe) estaba en contacto con otros establecimientos de La Cañía. «Nosotros no abrimos». Que si la limitación del espacio, que el asunto del ERTE... «Y, aunque pudiéramos, la peña está confinada. No hay clientes. Porque ahora se puede salir a andar o a montar en bicicleta a unas horas concretas, pero no a tomar cafés. Es que ya no es ganar, es que es perder una burrada de dinero».
Paloma Marcos - Maremondo (Sardinero)
Marta Roales - El Castellano (Calle Burgos)
Jesús Gómez - El Hipódromo (Avenida del Faro)
Zonas o locales con terrazas clásicas de Santander. La Viña (San Fernando), Café de Pombo (Plaza de Pombo) o el Suizo (Paseo de Pereda). «Hay que abrir para dar un buen servicio y poder atender en condiciones. No se puede uno precipitar», explica Carlos Fernández, responsable de los tres. Ellos miran a la fase 2. «No es el hecho de abrir, es hacerlo como se debe. Hemos iniciado el trabajo con los gremios para dar a los locales los retoques lógicos tras dos meses cerrados. Estamos pendientes de eso y de las circunstancias. Como cambia todo... Porque esto que digo es hoy. Pero de aquí a diez días no se sabe. Para dar paseos uno tiene unas libertades, pero la hostelería tiene otros condicionantes. Los sanitarios. Es otra cosa».
Y esto, remata, «dentro de las ganas tremendas que todos tenemos de trabajar».
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