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El matrimonio de Jacobo Jofre y Rocío Albendea ya se ha recuperado, ha podido volver a su casa, en Pedreña, y abrazar a sus hijos. daniel pedriza
«Mis tres primeros días en la UCI fueron críticos, pero siempre tuve a alguien que me apretó la mano»

«Mis tres primeros días en la UCI fueron críticos, pero siempre tuve a alguien que me apretó la mano»

Jacobo Jofre y Rocío Albendea enfermaron a la vez. Él vivió momentos muy difíciles: «Estoy aquí por el trabajo médico y humano de Valdecilla»

Mada Martínez

Santander

Martes, 7 de abril 2020, 07:03

Los tres primeros días que Jacobo Jofre Ocampo estuvo en la UCI, en Valdecilla, los pasó envuelto en cables, con gran dificultad para respirar, muy quieto, con miedo. Hubo algo, sin embargo, que logró reconfortarlo: el personal sanitario que le atendía colgó mensajes de ánimo en la pared acristalada de la unidad, le dedicó cálidas palabras a través de un transmisor portátil, le contó que su familia llamaba a diario, que su mujer ya tenía el alta; le alentó con gestos y miradas. Si, como escribió Leonard Cohen, 'hay una grieta en todo, y así es como entra la luz', en la hermética UCI que ocupó Jacobo la luz se abrió paso gracias a los sanitarios. Ahora, aún débil, pero ya en casa, ya casi recuperado, Jacobo agradece ese cuidado que le procuró el personal médico y de enfermería. Trata de hacerlo del tirón, pero al final le puede la emoción: «Quiero ensalzar la labor de todo el hospital, de la UCI C Pediátrica, de la séptima planta. Estoy aquí por el trabajo médico y humano de Valdecilla. Me ha atendido un equipo de ángeles».

Jofre se contagió por Covid-19 tras participar en una fiesta familiar celebrada en Madrid a finales de febrero. Entonces comenzaban a identificarse los primeros casos de coronavirus en la capital. La primera en manifestar síntomas de malestar -fiebre, tos- fue su mujer, Rocío Albendea Solís, también presente en aquella fiesta. Un médico atribuyó los indicios de indisposición de Rocío a una faringitis. Sin embargo, pasados unos días, el matrimonio supo que muchos de los asistentes a la celebración habían enfermado igual que ellos (hasta ocho de ellos requirieron, finalmente, ingreso hospitalario). Fue entonces cuando el Covid-19 se reveló en esta familia con bastante crudeza.

Jofre y Albendea gestionan la casa de ejercicios espirituales de Pedreña, donde viven con sus hijos, un espacio que pertenece a la Compañía de Jesús. Tras varios días con fiebre alta, Rocío trasladó a su marido de Pedreña a Urgencias del Hospital Valdecilla. Allí le hicieron varias pruebas, también la del Covid-19. Dio positivo y fue ingresado en la 7ª planta, que el hospital ha reservado en esta crisis sanitaria para personas contagiada de coronavirus.

«Estoy aquí por el trabajo médico y humano del Hospital Valdecilla. Me atendió un equipo de ángeles»

Jacobo Jofre Ocampo, Paciente recuperado

En paralelo, la salud de Rocío empeoró. «Casi no podía levantarme de la cama, me ahogaba mucho», revela. Una ambulancia la trasladó al hospital y allí se repitió la secuencia: dio positivo e ingresó en 'la séptima'. Ambos en la misma situación, durante un par de días, Jacobo y Rocío convivieron en la misma habitación. En ese momento, los ingresados en esa ala hospitalaria rozaban la decena.

El estado de Jacobo, sin embargo, se agravó, y ahí empezó el tramo más duro para él: el aislamiento, la mascarilla de oxígeno, la quietud, el temor. Pero a la vez se abrió esa grieta que dejó pasar la luz. «Bajé a la UCI y allí fue como si me hubieran tratado ángeles», agradece. «Desde el primer momento el trato humano fue impresionante. Yo estaba muy agobiado, mis tres primeros días fueron críticos», recuerda Jacobo; «pero siempre tuve a alguien que me apretó la mano, que me dijo algo, que me dedicó una sonrisa. Nunca tendré tiempo suficiente para agradecérselo».

«Estamos sobrecogidos con la cantidad de amigos que tenemos. Mucha gente ha rezado por nosotros, y lo hemos sentido»

Rocío Albendea Solís, Paciente recuperada

Al otro lado del teléfono la voz de Jacobo se quiebra varias veces. Se emociona al recordar el trance en la UCI, pero, sobre todo, al evocar el comportamiento de los sanitarios. Rocío, que mejoró tras varios días de ingreso en Valdecilla y pudo volver a casa, le ayuda a completar el relato, le anima a seguir. «Lo que hicieron [los médicos y enfermeras] iba más allá de su trabajo. Estuvieron siempre pendientes de mí. Los primeros días fueron duros, pensaba que me iba, no podía respirar, y ellos siempre entraban las veces que hiciera falta. Allí necesitas fuerzas, y ellos te las dan. Nunca me faltó una palabra de aliento», continúa Jacobo, que, tras cerca de diez días ingresado en la UCI, pudo abandonarla finalmente.

El matrimonio también se ha apoyado en su fe para afrontar la situación. «Muchísima gente ha rezado por nosotros y lo hemos sentido. En el hospital sentía el ánimo de la gente, sus oraciones», interviene Rocío. «Somos gente de fe. Eso también me ha ayudado mucho. He sentido la fuerza de los demás», añade Jacobo. Otro impulso extra, por tanto, les llegó de sus amigos: «Estamos sobrecogidos con la cantidad de amigos que tenemos. Es una red de gente maravillosa», destacan Jacobo y Rocío, que se recuperan en casa: ella ha tenido más de tiempo para ganar fuerza, y él la recupera cuidado por su familia y con el recuerdo, agradecido, a quienes lo hicieron en Valdecilla.

«Ha sido un refuerzo como familia. Hemos estado como una piña»

Con Jacobo y Rocío ingresados, los hijos del matrimonio -cuatro chicos y chicas de entre 17 y 11 años- afrontaron un periodo de cuarentena. «Y se portaron fenomenal», revela su madre. La red de amigos y vecinos de la familia ha estado pendiente de ellos en todo momento. «Les han llevado comida, les han llevado de todo. Ha sido brutal. También hay muchas cosas buenas que contar», indica Rocío.

La situación, aunque complicada, «ha sido un refuerzo para la familia. Hemos estado todos como una piña. Nos hemos dado más cuenta aún de lo que nos queremos», añade Rocío.

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