Tres refugiadas buscan en Cantabria trabajo y poder conciliar

Bajo el marco del programa de Acción Concertada de Protección Internacional, que la asociación tiene en Cantabria y Vizcaya, la campaña se desarrolla bajo el lema '¿Imaginas no tener red de apoyo?'. El fin es visibilizar las dificultades para conciliar vida familiar y laboral a las que se enfrentan las familias monoparentales que además están bajo protección internacional.

Desde Nueva Vida describen que uno de los problemas que más angustia a estas mujeres es la imposibilidad de la conciliación, ya que les impide evolucionar. Al no tener a nadie que cuide de sus hijos, se ven obligadas a optar a medias jornadas, cuyo salario no cubre sus gastos, además de las «nulas» oportunidades que les da el mercado laboral para acceder a un trabajo digno de sus capacidades.

El Diario Montañés reunió este viernes a Svetlana, Liscar y Mila en 'Los Pinares' de Santander, para conocer de cerca sus casos. Mientras que en los ojos de las venezolanas se atisbaba algo de esperanza y de la alegría de la que disfrutaron en momentos mejores, los de la ucraniana mostraban la preocupación y tristeza por sus más allegados, entre ellos su marido, que cada minuto luchan por su vida en un país en guerra. Y a ello se le suma la barrera del idioma.

Una de sus mayores preocupaciones es el horario escolar de su hija Bárbara, de 6 años, que le impide optar a un empleo a tiempo completo como el que tenía en Kiev, de directora comercial: «Si trabajo sólo medio día, no puedo mantenerme, pagando el alquiler y todas las facturas yo sola», se lamenta. «Sería bueno que hubiera opciones para las madres solas, que tuviéramos acceso a otras actividades para complementar el horario escolar y de aprendizaje de los niños, ya que aquí no tengo familiares, amigos, ni personas de confianza a quienes dejar a mi hija cuando trabajo».

En situación similar está Liscar. Llegó a España hace 14 meses solicitando asilo. En medio del proceso, el padre de su hijo de tres años les abandonó. Se dirige a las empresas pidiéndolas «más empatía y flexibilidad de horario porque nuestro deseo es poder trabajar y hacer ese intercambio de tiempo por dinero. Estamos solas con un niño y ese niño o esa niña necesita ese acompañamiento también».

Por su parte, Mila, tras pasar por el programa de protección internacional con su marido y dos hijos, se ha convertido en la cabeza de familia, cumpliendo el trato que hizo con su esposo: el que no encontrara trabajo, se encargaba de los niños. Ella, abogada laboralista, está trabajando como técnico contable, gracias a la oportunidad que le ha dado Nueva Vida. Explica que «lo habitual es que den por hecho que solo puedes trabajar en hostelería, limpieza o cuidado de personas mayores y a media jornada». Mila pide a las empresas e instituciones «que no nos hagan elegir entre trabajo y maternidad, porque ambas son importantes para una mujer y su desarrollo profesional lo es también para la sociedad en su conjunto».