

Secciones
Servicios
Destacamos
Creo que fue George Bernard Shaw quien dijo que la juventud es una enfermedad que se cura con los años, pero como dice de ... manera más realista nuestro protagonista de hoy «es un momento de la vida que no se elige». Cada generación duda de que si los que les precedieron eran más inteligentes o cultos, como si en el proceso de heterosis tuviera que ver algo el avance de los tiempos, cuando más bien es una cuestión de mejoría del sentido común. Hay un joven de 27 años que aspira a ser el domingo presidente de Cantabria. Se llama Pablo Lobete López –Paulu– que encabezando la lista de Cantabristas quiere, con sus compañeros de partido, abrir las ventanas del Hospital de San Rafael para que salga ese cierto tufillo a naftalina con la que se conserva lo viejo para que perdure a través de los años. En eso está un grupo de cántabros que anteceden a sus planteamientos de izquierda un lema tan atractivo como «la fuerza de nuestra tierra», la misma que «mostró el pueblo cántabro en Reinosa, cuando ha luchado contra el fracking… Ahora nosotros apelamos a esa fuerza para hacer un cambio político en nuestra región». Su definición es bastante contundente: «Cántabro, soberanista, feminista, ecologista y popular». Sin estridencias ni maximalismos.
Paulu nació en Santander, en el barrio Ríos. Una sonrisa que no se hace de rogar, un flequillo que parece querer resistirse a hacerse mayor y la mirada limpia, de esa que se clava en los ojos de su interlocutor, su tarjeta de visita. No tiene aspecto de agua mansa, más bien del remolino que se ve venir, de los que no engañan. Pertenece a ese grupo de hombres que aún son capaces de coger el petate y marcharse a vivir a 25 kilómetros de su casa por amor. Ana, una polanquina, se le llevó a Torrelavega, «una ciudad que me gusta mucho, con movimientos culturales y sociales que le dan mucha vida».
Destila coherencia y sentido común. Es de los que creen que no es momento de pararse a discutir sobre banderías «porque tenemos cosas más importantes y urgentes que resolver en Cantabria» aunque se pirra por el rojo, amarillo y morado, y si es sobre tela, mejor. Le gusta el himno de Cantabria oficial, el de «Cantabria querida te voy a cantar…» pero entiende que anteayer mismo Revilla entonase a chorro de voz Viento del Norte a la puerta del Congreso: «Han conseguido un diputado y lo celebran. No me parece mal». Ah!, cantabristas, no regionalistas tipo PRC, que hay hondas diferencias, por ejemplo, «no creemos en las grandes infraestructuras, en lo que hemos denominado 'políticas del hormigón', que define bien cuál ha sido la acción de este partido en las últimas legislaturas».
En su casa primigenia, los libros se ponían en la mesa como el pan de cada día. De eso se ocuparon Nacho y Evelia, sus padres, él psicólogo, ella pedagoga: «Había más libros y estudio que dinero». Ser el mediano de tres hermanos –el mayor, historiador, le saca tres años, y el pequeño, aún estudiante en Bélgica, siete menos que él– dice que le ha venido bien, que le ha dado cierta libertad: «El primero es el que abre camino y el último, el más vigilado».
Con estos precedentes lo de estudiar, formarse personal y culturalmente no era mérito porque ya lo tenía impreso en el ADN, así que Paulu, después de pasar por el colegio María Blanchard y el instituto Villajunco, se fue a la Universidad del País Vasco para licenciarse en Sociología. Es máster –ojo, de los fetén– en Desarrollo y Cooperación Internacional, otorgado por el Instituto Mixto de la Universidad del País Vasco y la asociación Hegoa. Con el título oliendo aún a tinta fresca, regresó a Cantabria donde sigue estudiando, ahora Economía, segundo curso, en la Universidad a Distancia. Ha estado becado por el Instituto Cántabro de Estadística, y ha trabajado en Servicios Sociales, aunque ahora prepara una oposición al Cuerpo de Gestión del Gobierno de Cantabria, es decir, y aunque ya esté pasado de moda decirlo, un JASP (Joven pero Sobradamente Preparado): «Es una forma de encontrar seguridad en el empleo porque el mundo laboral en Cantabria no está precisamente boyante».
Los Cantabristas son nuevos en política aunque el germen de su inquietud por cambiar las cosas –ahora desde las instituciones– se remonta a hace un par de años, en el activismo real. ¿Idealista? Sabe perfectamente que el idealismo no es pecado, y aunque le han querido definir así muchas veces, asegura también que serlo es prerrogativa de los valientes y que «todo idealismo tiene un punto de realismo». Un oxímoron que nos debería explicar. ¿Y lo del soberanismo? «Un camino hacia el que avanzar para que Cantabria pueda tener voz y tomar decisiones sobre los asuntos que le afectan más directamente», ergo, el fracking, sin ir más lejos.
Nunca se había planteado sentarse en un escaño del Parlamento de Cantabria –«No me veía»–, pero acepta que desde hace unos meses «sí me veo. A ver si contribuimos a cambiar un nivel político y de debate actual, que deja bastante que desear». Si, además, llegara a presidir el Consejo de Gobierno su primera decisión sería «la declaración de emergencia climática». También, la creación de una radio y una televisión plenamente regional, «para acrecentar el legado cultural, social y hasta empresarial de Cantabria». Y ni Pablo ni Pau, Paulu, que para eso se lo pusieron sus amigos.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
La palygorskita, los cimientos del vino rancio en Nava del Rey
El Norte de Castilla
Publicidad
Publicidad
Noticias seleccionadas
Ana del Castillo
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.